El hombre que cultiva las flores más caras para los perfumes más especiales
Acompañamos al perfumista Aurélien Guichard a recoger los nardos de sus plantaciones en Grasse, en el sur de Francia. El autor de exitosas fragancias para grandes firmas cultiva ahora también las flores que le sirven para sus radicales creaciones propias.
A partir de las ocho de la tarde un campo de nardos revela todo su misterio. De día las flores blancas aparecen perfectamente alineadas, erguidas sobre un tallo larguísimo y con un aroma muy discreto, como aterciopelado, pero al caer la noche el campo adquiere otra dimensión. Las flores muestran todo su poderío y un opulento olor se cuela por las habitaciones de las dos casas cercanas donde la familia Guichard comprueba satisfecha el resultado de su obra. De esa hectárea, sembrada en mayo para recogerse en agosto, saldrán 25.000 baretas de nardos que servirán para elaborar un absoluto de tuber...
A partir de las ocho de la tarde un campo de nardos revela todo su misterio. De día las flores blancas aparecen perfectamente alineadas, erguidas sobre un tallo larguísimo y con un aroma muy discreto, como aterciopelado, pero al caer la noche el campo adquiere otra dimensión. Las flores muestran todo su poderío y un opulento olor se cuela por las habitaciones de las dos casas cercanas donde la familia Guichard comprueba satisfecha el resultado de su obra. De esa hectárea, sembrada en mayo para recogerse en agosto, saldrán 25.000 baretas de nardos que servirán para elaborar un absoluto de tuberosa que, conservado en un bote ámbar, reproduce con bastante fidelidad la sensación de estar aquí, en Grasse, caminando por un campo de nardos.
Aurélien Guichard, séptima generación de perfumistas, es el autor de French Flower, la fragancia que remeda esta plantación de nardos. En su cabeza estaba una vieja leyenda provenzal. “A los solteros se les permitía caminar de noche entre los nardos para despertar su sensualidad. Yo he querido copiar ese aroma”, dice Guichard, que invita a atarse una bolsa de algodón a la cintura para cosechar el nardo de Grasse, una de las materias primas más caras del mercado. Habitualmente en la perfumería se emplea el nardo de la India, un kilo cuesta 11.000 euros. El precio de un kilo de extracto de nardo de Grasse, ecológico y menos afrutado, asciende a 250.000 euros. Para no estropear las flores hay que sostener el tallo con una mano, casi en el extremo, y con la otra arrancar solo las que estén abiertas. Se necesitan tres toneladas de nardos para conseguir un kilo de absoluto, la esencia de mayor pureza.
Guichard es el único nariz de Grasse que cultiva las flores de sus fragancias. En 2016 se sacó la licencia de agricultor. Nació en un mundo obsesionado por la calidad de los materiales. Su padre, Jean Guichard, también perfumista, cultivaba verbena, jazmín y rosas en Grasse. Aurélien tenía seis años cuando registró su primera memoria olfativa. “Mi abuelo y mi padre me llevaban a la cosecha y mi estatura llegaba justo a la altura de sus manos, que olían a flores recién cortadas. Era agosto y se recogía el jazmín, su aroma se mezclaba con el petróleo de las máquinas y la tierra. Es uno de los olores de mi infancia”. Su segundo recuerdo es mucho más mundano. Tenía 14 años y fue con sus padres a una braserie. Eran siete personas a la mesa y a él le tocó al lado de una desconocida. Al terminar la cena la mujer se levantó y él la ayudó a ponerse el abrigo. Entonces sintió su perfume. “Me sentí fuertemente atraído por ella, y entonces pude entender el poder del perfume, su capacidad de arrasar con todo y hacerte desear a alguien de una manera muy instintiva, incluso a una persona 30 años mayor”. Aurélien no recuerda qué perfume usaba aquella mujer: “Yo era un indocumentado, probablemente sería un clásico de Guerlain”.
Tal y como se esperaba, estudió en la Escuela de Perfumería de Givaudan. A finales de la década de 2000 se presentó al concurso de mejor perfumista joven del año con una fragancia que recordaba al olor a tabaco. No ganó. Al poco tiempo le encargaron crear un Aqua Allegoria para Guerlain y ahí empezó una carrera exitosa que puede resumirse en que Aurélien Guichard ha creado 12 fragancias para Narciso Rodriguez, entre ellas Narciso Poudree y Amber Musc; es el autor de Le Male Terrible de Jean Paul Gaultier; ha firmado una docena de fragancias para Issey Miyake, y otras 25 para Robert Piguet.
En 2008, casi 10 años después, dio a oler aquella primera mezcla perdedora al ejecutivo de una gran compañía que se la compró de inmediato y la convirtió en Gucci by Gucci pour Homme.
Hace varios años empezó a cultivar sus flores y a finales de 2019 decidió crear una marca propia. El concepto era sublimar un único ingrediente para crear fragancias “radicales”. La llamó Matière Première. Su patrimonio eran sus cultivos, y para respetarlos al máximo crearía fórmulas concisas con una idea muy clara. Poca literatura. Radical Rose, la fragancia más vendida de Matière Première, presume de tener la mayor concentración de extracto de rosa de Grasse del mercado. Cada pétalo proviene de sus tres hectáreas de rosas centifolias. Cuando se acaban las flores se para la producción. Esta plantación es un gran activo de Matière Première, y supone un gran privilegio para una marca nicho porque las rosas de Grasse, las más caras del mundo, se reservan a los grandes como Chanel, Dior o Guerlain.
Para un perfumista es un “lujo” mantenerse cerca de la tierra. Los padres de Aurélien viven a media hora de Grasse, y se ocupan de las rosas. Él vive en París y viaja todos los fines de semana. De paso estas plantaciones están salvando un oficio y un arte único de la región. En enero la familia empezará a sembrar lavanda.
“No quiero que se interprete que he creado Matière Première porque me frustraba trabajar con grandes marcas”, aclara. “He sido muy afortunado, he disfrutado el juego de poner mi trabajo al servicio del universo creativo de grandes diseñadores. Si creo para Armani, sé que la fragancia tiene que ser sobria. Para John Galliano uso fórmulas más largas con muchos detalles. Con Issey Miyake busco una corta y orgánica, consecuente con su minimalismo”, explica.
Con Matière Première la estrategia es otra. “No estoy al servicio de la creatividad de un diseñador, sino que trabajo para la materia prima. Tengo que ser honesto con ese campo de nardos”, dice señalando la plantación que tiene frente a la casa familiar. Mi desafío es mantener la libertad creativa y la independencia. Ahora es perfecto, las decisiones las tomamos entre tres amigos”. Se refiere a sus socios, Caïus von Knorring, exdirector de marketing de Valentino, y Cédric Meiffret, exdirector del grupo de desarrollo de Dior.
Como lo natural y puro no siempre huele bien, su trabajo no es sencillo. “Se trata de transformar un ingrediente bruto en un gran perfume, presentarlo de un modo nuevo, casi desconocido”. “Eso supone amplificar alguna de sus facetas y ocultar otras”.
Guichard suele hablar mucho con su padre sobre cómo han cambiado los tiempos y de la oportunidad que supone para un perfumista poder crear una marca propia. “Esto era impensable a inicios de 2000, cuando empecé los perfumistas siempre trabajábamos para otros. Ahora hay expertos en mercados nicho que buscan fragancias nuevas y olores únicos para incluir en su catálogo [y aquí menciona al grupo español Isolée] y hacen que todo esto sea posible. La gente se ha cansado de los aromas globales, del marketing, de ir todos oliendo igual, y está apostando por la singularidad”.
En casi tres años Matière Première ha puesto una docena de fragancias en el mercado de 45 países. Aurélien Guichard está especialmente orgulloso de Radical Rose y también está preparado para que en cualquier momento aparezca una versión fake. “Si consigues crear una buena pieza olfativa te van a copiar, hay que asumirlo, no puedes hacer nada por evitarlo”.