Los frascos y goteros de los productos de belleza más vendidos en el mundo se fabrican en Badalona
Los gigantes mundiales de la belleza acuden a esta ciudad catalana para que les fabriquen los envases para sus creaciones más emblemáticas. Virospack ha conquistado el mercado con sus invenciones y su discreción.
El suero nocturno Advanced Night Repair, de Estée Lauder, que acaba de cumplir 40 años, puso patas arriba el sector de la cosmética al introducir un paso más en la rutina de belleza. Este básico de muchos neceseres popularizó el uso del suero y de paso se convirtió en un superventas. Su elegante frasco, un bote de cristal coronado con un tapón dorado con tetina blanca, es fácilmente reconocible por muchos. Lo que pocos saben es que los cuentagotas de este icono se fabrican...
El suero nocturno Advanced Night Repair, de Estée Lauder, que acaba de cumplir 40 años, puso patas arriba el sector de la cosmética al introducir un paso más en la rutina de belleza. Este básico de muchos neceseres popularizó el uso del suero y de paso se convirtió en un superventas. Su elegante frasco, un bote de cristal coronado con un tapón dorado con tetina blanca, es fácilmente reconocible por muchos. Lo que pocos saben es que los cuentagotas de este icono se fabrican desde hace más de tres décadas en Badalona, municipio a 10 kilómetros del centro de Barcelona.
Allí tiene su sede Virospack, una empresa familiar que silenciosamente produce envases y goteros para los grandes nombres de la industria. “Somos una compañía catalana y como tal somos discretos. Ya dicen que el catalán es de tener mucho y enseñar poco”, bromea Vicens Rodriguez (Barcelona, 60 años), consejero delegado y segunda generación al frente del negocio que fundó su padre en 1956. El aceite tonificante de Clarins; el suero Blue Therapy, de Biotherm; el aceite capilar Abeille Royale, de Guerlain; el fondo de maquillaje Studio, de Mac; la vitamina C de Natura Bissé, el tratamiento capilar fortificante de Sisley o el protector The Concentrate, de La Mer, son solo algunos ejemplos de la larga lista de productos para los que crean envoltorios o dosificadores; el año pasado, 144 millones de unidades.
Objeto cotidiano de formas sencillas, el gotero parece no haber cambiado desde que nació el clásico de Estée Lauder, pero en realidad esconde mucha tecnología. A diferencia de los tarros para cremas, que basan su atractivo en el diseño, los frascos con cuentagotas suelen embotellar fórmulas complejas, con activos fotosensibles o propensos a contaminarse, que requieren innovaciones concretas y constantes. “Los grandes avances han sido en los materiales”, explica el director técnico de Virospack, Jordi Salas (Barcelona, 54 años), “ahora podemos hacer la tetina de caucho, un material de gran elasticidad en el que somos especialistas, pero también fabricarla con termoplásticos que permiten adaptarse mejor a cada producto. Con la nueva maquinaria podemos hacer las pipetas en plástico o en vidrio, con diferentes formas. Se han ido incorporando mejoras como el escurridor para productos viscosos, para que cuando se extraiga la pipeta salga limpia…”.
Su trabajo es no parar de inventar. El sector marca el camino, pero lo hace a tal velocidad que exige atención para preparar la respuesta antes incluso de que llegue la demanda. Por ejemplo, el auge de la cosmética con CBD (un derivado del cannabis) y la legislación en países como Estados Unidos les hizo pensar en un frasco con cierre de seguridad certificado. El cuentagotas con pulsador, que permite dosificar con precisión, sirvió para garantizar una solución cuando una firma encargó un envase que extrajera exactamente 0,035 mililitros de producto en cada uso.
Este negocio catalán, que da empleo a algo más de 400 trabajadores, prevé cerrar el año facturando 60 millones de euros. Las ventas en España representan solo un 4% de su volumen, el resto son exportaciones. Existen pocos fabricantes que, como ellos, controlen toda la cadena de producción. “El mercado es el que ha ido impulsando nuestro crecimiento”, concede el dueño, Vicens Rodriguez, “a partir de 2010 nos vimos en la necesidad de crecer para poder cumplir con la demanda”. Ese mandato está en los cimientos de la propia compañía y en el mejor consejo que le dio su progenitor, “cumplir con los clientes y no fallarles nunca”. La recomendación ha funcionado y ha ido guiando el progreso.
Virospack, que hoy solo funciona bajo pedidos personalizados, nació produciendo tapones de caucho para los inyectables del mercado farmacéutico nacional. “Aquello nos dio una experiencia en las formulaciones que luego nos permitió aplicar en la compatibilidad con las fórmulas cosméticas”, añade Rodriguez. Porque con la apertura del país en los sesenta y setenta llegaron competidores extranjeros que pronto se hicieron con todo el negociado de los tapones. A ellos les quedó el saber hacer en el caucho. “El laboratorio Pierre Fabre nos encargó un guante de masaje para la celulitis y un cuentagotas metalizados. Aquello nos dio la posibilidad de invertir. Acostumbrados a farmacia, con unos márgenes muy pequeños, nos encontramos otro mundo”.
En los planes de Rodriguez, músico aficionado, nunca estuvo continuar con el legado de su padre, por eso le enorgullece haber hecho atractiva la compañía a ojos de su hija, Aida (Barcelona, 28 años), que al terminar sus estudios en Ciencias Medioambientales se unió al proyecto. Hoy ella lidera la transformación sostenible sin alardear, porque viene de familia y porque el sector ya tiene suficiente propaganda verde. Su labor permea por todos los departamentos y tiene que ver con reducir el impacto. Si una mejora no existe, la inventa.
Para reducir las emisiones atmosféricas del metalizado ha trabajado cinco años en una nueva innovación: “Antes, en el proceso de metalizado utilizábamos un primer, pero todos los adherentes contienen unos grados de disolventes muy elevados. Gracias a esta investigación, en la que han colaborado varias universidades, hemos conseguido pinturas que reducen la contaminación de compuestos orgánicos volátiles en un 70%”. Son avances que fidelizan a sus clientes. “No se han ido a fabricar a un sitio más barato porque somos capaces de ofrecerles calidad e innovación difíciles de imitar”, señala Isabel Pérez (Barcelona, 50 años), directora de operaciones, “esto es lo que hace que algunas marcas nos hayan sido fieles desde un inicio y que otras, después de la experiencia, hayan vuelto”.