Catarsis en forma de música: “Perder a mi hermano me hizo renacer con otro instinto de vida”

La inclasificable Sophie Fustec, ‘La Chica’, pasa del duelo al grito vital y feminista en su álbum ‘La Loba’

Sophie Fustec, en su apartamento a las afueras de París.Léa Crespi

Mézclese en una coctelera unas gotas de sangre venezolana y francesa, una dosis de chamanismo venezolano, otra de magia mexicana, Frida Kahlo, un piano, mucho Debussy y algo de hip hop, rock, electropop, Radiohead, Thom Yorke, ritmos caribeños, africanos… Agítese bien y sírvase en dosis todo lo inmoderadas que se desee: el cóctel de La Chica, el nom de guerre de la artis...

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Mézclese en una coctelera unas gotas de sangre venezolana y francesa, una dosis de chamanismo venezolano, otra de magia mexicana, Frida Kahlo, un piano, mucho Debussy y algo de hip hop, rock, electropop, Radiohead, Thom Yorke, ritmos caribeños, africanos… Agítese bien y sírvase en dosis todo lo inmoderadas que se desee: el cóctel de La Chica, el nom de guerre de la artista franco-venezolana Sophie Fustec, puede que desconcierte, pero entra bien a cualquier hora del día. Su actuación en el Sónar de Barcelona, el 18 de junio en el escenario SonarPark by DICE, promete ser un trago inolvidable.

“Me siento muy híbrida, me cuesta mucho pertenecer a una sola cultura, defender a un país, una bandera y una frontera. Amo ser esa combinación de varias cosas que a veces no tienen nada que ver, pero que se combinan y forman un gran todo con el que me identifico siempre”, explica Fustec (París, 40 años), una manera de vivir la vida y el arte que ha llevado a la prensa francesa a calificarla, unánimemente, de inclasificable. Etiqueta de la que no reniega: “Me va muy bien, no creo en la clasificación del arte. Para mí el arte es global”.

La artista que se hace llamar La Chica nació hace siete años. Hasta entonces, Fustec, que pensó dedicarse a las matemáticas, intrigada por la proporción áurea, pero acabó dedicada a la música que estudió desde niña, exploró sus límites musicales como teclista de artistas diversos —desde la belga-congoleña Zap Mama a la franco-israelí Yael Naim— y con un grupo propio, 3SomeSisters. “Pero en 2015 me di cuenta de que tenía cosas dentro que quería contar y que eso iba a pasar a través de mis propios sonidos y voz. Y ahí nació La Chica”, apodo que le dio su tío de pequeña y que ha recuperado como símbolo de “búsqueda, como una cuestión de identidad” vital y artística.

Una escultura en el apartamento de Fustec.Léa Crespi

Lo que no ha cambiado en todos sus trasiegos es su amor por Debussy y por el piano, al que ha vuelto con La Loba, su segundo disco, tras el más electrónico Cambio. La Loba es una leyenda mexicana sobre la huesera, una chamana que tiene la capacidad de revivir a los muertos recogiendo sus huesos y cantando sobre ellos. La Loba de La Chica, para quien “la música es un acto de chamanismo, porque cura, sana”, es su respuesta al duelo por la repentina muerte de su hermano en un accidente en México en 2020, y a quien tiene dedicado en el salón de su casa en la periferia parisiense un altar de muertos junto a su piano. Es el lugar más importante del hogar. “Perderlo fue como perder una parte de mi ser, pero volví a nacer. Renací y creo que lo hice con un nivel de energía más alto, como la loba, con un instinto de vida más desarrollado, dejando un poco de lado el bullshit y enfocándome en lo auténtico”.

En las siete canciones (apenas 22 minutos de álbum) de La Loba, La Chica pasa por todos los procesos del duelo y, tras el dolor, resurge con un grito vital y feminista que transmite al final del tema que da título al álbum: “¡El despertar de las brujas es real!”, proclama. “Esta canción es un grito de energía para todas las mujeres que fueron quebradas por una relación, un esposo, por la sociedad, por un sistema que no está hecho para nosotras”, explica. “Es decir, OK, sigamos conectándonos con nuestra naturaleza salvaje, con nuestro instinto, vamos a vencer, venceremos, pero no a través de la violencia, la revolución va a ser mucho más interesante que eso”. Una revolución que podría tener, como banda sonora, a La Chica.

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