Fernando Aramburu después de ‘Patria’, este domingo, en ‘El País Semanal’
Cuando Fernando Aramburu ideó ‘Los vencejos’, ni siquiera tenía la certeza de que esa especie de pájaro alborotador y jubiloso definiera el cielo de Madrid, como lo hace muchas veces la claridad del horizonte y la contundencia naranja de sus atardeceres. “En cuanto pude confirmarlo, supe que la novela era posible”, dice el autor. Luego se atiborró de datos: confirmó que llegaban a finales de abril, que eran aves benefactoras porque limpiaban el aire de insectos por su glotonería, capaces de cazar al vuelo y comer mientras orbitan por ahí. Alegres, festivos, ruidosos: “De esos que contagian opt...
Cuando Fernando Aramburu ideó ‘Los vencejos’, ni siquiera tenía la certeza de que esa especie de pájaro alborotador y jubiloso definiera el cielo de Madrid, como lo hace muchas veces la claridad del horizonte y la contundencia naranja de sus atardeceres. “En cuanto pude confirmarlo, supe que la novela era posible”, dice el autor. Luego se atiborró de datos: confirmó que llegaban a finales de abril, que eran aves benefactoras porque limpiaban el aire de insectos por su glotonería, capaces de cazar al vuelo y comer mientras orbitan por ahí. Alegres, festivos, ruidosos: “De esos que contagian optimismo, que te ponen contento”.
Justo lo que necesitaba el contrapunto de Toni, personaje principal de su nueva novela después de Patria. “Vosotros, los que vivís aquí, es que apenas os fijáis, vais mirando al suelo o al móvil, acelerados, pero es un goce observarlos”. Esa alegría no solo era conveniente para el tono de su nueva obra. Resultaba fundamental para contrarrestar la gravedad de la narración. Nada más arrancar, en el sexto párrafo, Toni nos descubre sus intenciones: ha decidido casi al cien por cien suicidarse el 31 de julio de 2019. Lo plantea un año antes. A partir de entonces, comienza una angustiosa cuenta atrás…
Con Patria, Fernando Aramburu escribió una novela fundamental para comprender el conflicto vasco en prácticamente todas sus vertientes. Cinco años después, aquel libro se sigue vendiendo —lleva más de un millón y medio de ejemplares despachados y raro es el día en que uno no se cruza en un bus, un tren o una playa con alguien que lo está leyendo—. Ahora, vuelve con Los vencejos, cuya trama transcurre en un Madrid que es capital de un país instalado en la insensatez y el desasosiego. Además, un relato de Manuel Vilas sobre su reciente pero ya inquebrantable amor por Roma, la forma tan especial que tiene Martin Parr de ver Benidorm o la exclusividad millonaria de Costa Careyes.