24 horas de visita en Bilbao: el mundo entero en sus museos, gastronomía y arquitectura
Una apetecible ruta urbana con paradas en el Guggenheim, las Siete Calles del Casco Viejo, el teatro Arriaga y el parque del Arenal que, por supuesto, no pasa por alto sitios donde comer ‘pintxos’ en la ciudad
Bilbao, la ciudad del Guggenheim, ofrece también mucha más oferta cultural más allá del celebérrimo museo, su tradicional e inconmensurable calidad gastronómica y una arquitectura digna de resaltar frente a su ría. De las Siete Calles y 200 bares de pintxos del Casco Viejo a los restaurantes de alta cocina de Martín Berasategui o Lara Martín y Álvaro Garrido, con paradas en la basílica de Nuestra Señora de Begoña, el teatro Arriaga Antzokia o los jardines del parque del Arenal. Recorremos durante 24 horas la capital de la ...
Bilbao, la ciudad del Guggenheim, ofrece también mucha más oferta cultural más allá del celebérrimo museo, su tradicional e inconmensurable calidad gastronómica y una arquitectura digna de resaltar frente a su ría. De las Siete Calles y 200 bares de pintxos del Casco Viejo a los restaurantes de alta cocina de Martín Berasategui o Lara Martín y Álvaro Garrido, con paradas en la basílica de Nuestra Señora de Begoña, el teatro Arriaga Antzokia o los jardines del parque del Arenal. Recorremos durante 24 horas la capital de la provincia de Bizkaia para sacarle todo su jugo.
9.00 Desayuno con poetas
“Hoy te gocé, Bilbao. Por la mañana…”, empezaba diciendo en un poema Miguel de Unamuno, quien da nombre a una plaza del Casco Viejo (1) de la ciudad, cerca de la calle Ronda, donde nació. Una placa aquí y un busto de bronce en la plaza recuerdan a este escritor e intelectual que siempre evocó con nostalgia y cariño su infancia bilbaína, como su primer colegio, en la calle Correo, o la iglesia de la Encarnación (2), donde acudía a la misa de domingo.
Y en esta área del Casco Viejo podría empezarse la jornada. Desayunando en alguna de las cafeterías de la plaza y preparando el abordaje de un lugar que, para otro de sus autores insignes, Blas de Otero, fue inolvidable, de tal modo que en el poema Bilbao habla de cómo la rememoración de su ciudad natal, un día, no le dejaba dormir, pensando en su “niñez, húmeda de lluvia / y ahumada de curas”, y cómo, imaginándose “en tus tejados, / me asalta el tiempo huido entre tus calles”.
10.00 Las Siete Calles y la “vieja” Bilbao
Entre esas calles están las Siete Calles del Casco Viejo (3): Somera, Artecalle, Tendería, Belosticalle, Carnicería Vieja, Barrencalle y Barrencalle Barrena, de tamaña importancia que fueron declaradas Monumento Histórico-Artístico hace medio siglo. Es el barrio más antiguo y el núcleo originario de Bilbao, y presentan una variada arquitectura de diferentes siglos mientras se muestran al visitante llenas de comercios y restaurantes. Ese paseo podría completarse, en 10 minutos y cruzando el río Nervión, hasta la denominada Bilbao la Vieja, también con locales de restauración y moda, con un gusto creciente por acoger arte urbano mural y obras de autores emergentes en galerías.
Se trata de una zona ideal para acudir también de noche dada su oferta en coctelerías y cervecerías artesanales. A medio camino, además, se encuentra el mercado de La Ribera (4), una portentosa construcción diseñada en 1929 por el arquitecto Pedro Ispizua, y considerado uno de los mayores mercados cubiertos de Europa.
12.00 Arquitectura religiosa
Si por algo se caracteriza Bilbao es por la monumentalidad de sus edificios, tanto antiguos como modernos. Entre los primeros, destaca la catedral de Santiago (5), en el corazón del Casco Viejo. Erigida en el siglo XIV, más o menos coincidiendo con la fundación de la villa, es una impresionante iglesia gótica que se convirtió en el ramal costero del Camino de Santiago. Por otra parte, a pocos metros se puede admirar la parroquia de San Antón (6), de finales del XV, tan representativa del espíritu local que aparece retratada en el escudo de la ciudad. Por último, a unos 15 minutos a pie alejándonos de la ribera, tenemos la basílica de Nuestra Señora de Begoña (7), del gótico tardío, que cuenta con un retablo de estilo isabelino que sustituyó uno barroco que desapareció durante la primera Guerra Carlista.
14.00 Almuerzo con ‘pintxos’ o estrellas Michelin
Aquí se respira una gran devoción por esta Virgen, que se dice se apareció a principios del siglo XVI, sobre todo por parte de los hombres del mar y de innumerables peregrinos que cumplen con el ritual de caminar toda una noche para asistir a una de las misas en honor de esta patrona del señorío de Bizkaia.
Pero, también, se podría hablar de la gastronomía vasca como de toda una religión laica, pues tales pasiones despierta. Cabe decir que en el Casco Viejo hay unos 200 establecimientos para comer pintxos, como el de bacalao a la vizcaína o merluza ondarresa. No en balde, estamos en el territorio de los pintxos y del vino txakoli, que pueden degustarse en locales como el bar Fermín (Iturribide, 6) (8), conocido por su bacalao al pilpil y su bocatita de jamón ibérico con roquefort, o el restaurante Baste (Muñoz Maria, 6) (9), con más de tres décadas de experiencia elaborando su gran pintxo de mejillones rellenos.
Más allá de los pintxos, y para quienes se lo puedan permitir, se puede disfrutar de restaurantes que han merecido estrellas Michelin por su exquisito trabajo a la hora de equilibrar la cocina tradicional vasca con impronta innovadora: es el caso de Ola, de Martín Berasategui (10), Atelier Etxanobe, de Fernando Canales (11), o Mina, de Álvaro Garrido y Lara Martín (12).
16.00 Un parque y un teatro de antaño
A unos pocos minutos de la catedral, se puede hacer un agradable paseo bordeando el río hacia el parque del Arenal (13), donde se suelen organizar gran cantidad de actividades. Aquí también es posible contemplar un mercado dominical de flores y plantas, acudir a ferias de libros y conocer sus tres paseos, que antaño servían para que circularan las distintas clases sociales sin mezclarse: el “paseo de los curas”, el de “los señoritos” y el de “la alpargata”. En este parque urbano se encuentra también un quiosco de música, de los años veinte del pasado siglo, y enfrente, el viajero se topará con el neo barroco teatro Arriaga (14), una bellísima edificación inspirada en la Ópera de París, realizado entre 1886 y 1890 por Joaquín Rucoba, el arquitecto municipal de Bilbao, y cuyo nombre homenajea al bilbaíno Juan Crisóstomo Arriaga, al que apodaron el Mozart hispano por su prematuro talento musical.
18.00 Una ciudad museística
En la capital de Bizkaia la pulsión artística se percibe por doquier, en especial en el plano de su modernidad arquitectónica y querencia por el arte contemporáneo. La urbe ha obtenido premios internacionales por su urbanismo; huelga decir que el Museo Guggenheim (15), inaugurado en 1997, constituyó la punta de lanza para que la ciudad fuera conocida en el mundo entero. Situado delante de la ría, su presencia resulta apabullante, pero también merece la pena destacar otros lugares como el Azkuna Zentroa Alhóndiga (plaza Arriquibar, 4) (16), un espacio dedicado a exposiciones, conciertos, conferencias y talleres infantiles. De gusto vanguardista, contrasta con el Museo de Bellas Artes (Museo Plaza, 2) (17), que, aunque también acoge arte moderno, tiene su principal aliciente en su número de joyas de distintas épocas del arte español, con piezas de Zurbarán o Goya.
20.00 Cena en el hotel
Para acabar el día, una recomendación inmejorable, por su ubicación frente a la ría, calidad y belleza: el hotel Tayko Bilbao (18). Su edificio fue levantado en 1924 y se convertiría en unos grandes almacenes que recuerdan de forma entrañable todos los bilbaínos hoy. Su director, Israel Muñiz, está a cargo de este alojamiento excepcional que ha conservado el hormigón a la vista y el esqueleto de toda la estructura, combinándolo con un estilo arquitectónico elegante y de un interiorismo precioso. En absoluto sería hiperbólico decir que se trata de uno de los alojamientos más deliciosos que el turista puede llegar a descubrir, tanto por sus habitaciones como por sus dos restaurantes: el citado Ola, dirigido por el chef Raúl Cabrera, que ofrece dos menús de altísima cocina, Degustación y Tradición y Sabor, y La bodega de Ola, de corte más desenfadado pero igualmente extraordinario, y que también ofrece cenas y desayunos, a pie de calle, por medio de elaboraciones prodigiosamente sabrosas.
En fin, con semejantes experiencias, podríamos firmar lo que decía Unamuno al final de su poema: “El mundo entero es un Bilbao más grande”.
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