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Siargao tras el tifón Rai

Una isla al sureste del archipiélago filipino sigue en proceso de reconstrucción casi dos meses después del paso de un tifón de categoría cinco que arrasó y dejó sin casa, agua potable y luz a miles de ciudadanos

Hay muchísimas historias de cómo los isleños de Siargao vivieron el tifón Rai, que arrasó la isla el pasado 16 de diciembre. Todos buscaron refugio en lo que encontraron. Escondiéndose dentro, entre y debajo de muebles, poniéndose un casco o una almohada en la cabeza por si el techo caía y creando un muro humano de protección entre ellos. Cuando salieron, vieron esto: palmeras y árboles caídos por todos lados. En la imagen, la calle principal de General Luna, el pueblo más turístico de Siargao, donde se concentran la gran mayoría de bares, restaurantes y tiendas.Matías Olivieri
Ante tal destrucción, Siargao necesita un plan de desarrollo a largo plazo. Los arrozales, el océano y las palmeras, las tres grandes fuentes de alimentación y subsistencia de la isla han sido lastimadas. Según la autoridad de cocoteros filipinos, el 70% de las palmeras están en el suelo y tardarán entre cinco y 10 años en recuperarse. En la foto, un residente señala cómo ha quedado un edificio tras la caída de los árboles.Matías Olivieri
Famosa por sus palmeras y el verde tropical de sus aguas, el paisaje de Siargao ha cambiado de manera drástica tras el paso del tifón Rai. El turismo es la fuente de ingresos de la gran mayoría de la población y la recuperación se prevé lenta.Matías Olivieri
Las abundantes lluvias inundaron vecindarios enteros de la isla. A esta señora le queda tan solo el baño de su casa. Ella y otros siete familiares duermen en casa de su hijo, a escasos metros de donde se encuentra.Matías Olivieri
Una familia posa en frente de lo que queda de su hogar, en Sitio Danao. Ella es madre soltera y trabaja como limpiadora en General Luna. Junto con la abuela, pasaron el tifón en la casa de un conocido y al volver descubrieron lo que quedaba de su barrio.Matías Olivieri
Enfermera del barrio de Osmeña, esta mujer tiene 71 años y cuida de dos hermanas, ya que sus padres están en Manila por trabajo. A su lado, docenas de objetos que con el tifón se dañaron e intentan secar al sol.Matías Olivieri
La ONG local Lokal Lab lideró y centralizó la ayuda, previamente a la Navidad, con una recogida de fondos. En menos de una semana recibieron más de cinco millones de pesos filipinos, unos 85.000 euros.Con la ayuda financiera, los barcos y aviones se cargaron de miles de kilos de arroz, comida enlatada, agua y medicinas. De esta manera, cada día que el temporal lo permite, los barcos viajan a la ciudad más próxima para traer suministros y repartirlos por los diferentes pueblos.Matías Olivieri
Debido a la rápida intensificación de Rai, que pasó de una tormenta de grado dos a convertirse en un tifón de categoría cinco, los pescadores no tuvieron tiempo de poner a reparo sus barcos y muchos se estropearon con las mareas y los fuertes vientos.Matías Olivieri
Debido al agua contaminada, decenas de familias acudieron al hospital de Dapa, la capital de Siargao, para recibir tratamiento médico. Hubo ocho muertes locales por gastroenteritis y diarrea. El acceso a agua potable en los días posteriores al tifón fue una misión imposible. En la imagen, dos niños transportan dos bidones hasta su casa.Matías Olivieri
Además del agua, la comida también empezó a escasear. Un grupo de voluntarios se ha coordinado y cocina a gran escala para locales y residentes. Con la ayuda de World Center Kitchen han conseguido servir alrededor de medio millón de comidas desde Navidad.Matías Olivieri
Unicef considera, en su último comunicado en febrero, que las necesidades de las familias afectadas son mayores que lo que se creía en un principio. Se estima que 2,4 millones, incluidos 912.000 niños y niñas, precisan ayuda. "Rai asestó otro golpe a su salud, nutrición, educación y protección. No hay tiempo que perder”, explicó en un comunicado la representante de Unicef en Filipinas, Oyunsaikhan Dendevnorov.Matías Olivieri
Una madre y sus hijos posan al lado de una palmera arrancada por el tifón Rai y que por escasos centímetros no les cayó encima. La familia ahora ha cubierto el techo de su casa con un plástico para evitar que la lluvia se cuele.Matías Olivieri
Por culpa del tifón Rai, además de a la pandemia, los niños no van a la escuela de forma continuada desde hace un año y medio. Ahora, los centros educativos están inoperativos, haciendo aún más difícil la vuelta a la normalidad. En la imagen, una niña espera en la cola para recibir un plato de comida.Matías Olivieri