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El año más difícil del Ramón y Cajal

Los trabajadores del hospital madrileño se han enfrentado a la furia cambiante de la covid. El centro ahora es otro, con sus cicatrices, sus logros y sus aprendizajes

En febrero de 2021, el hospital Ramón y Cajal inauguró la nueva Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Tiene 24 camas, ventana en todos los boxes y vigilancia del paciente permanente mediante una cámara, además de ventilación mejorada. En la imagen, un celador se coloca un equipo de protección individual (EPI) antes de entrar en uno de los habitáculos el viernes 5 de marzo. Le mira el técnico de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) Juan de Dios García. Toda la unidad estaba ocupada por enfermos de coronavirus.Samuel Sánchez
Entrada a la nueva UCI del hospital Ramón y Cajal. Sobre el panel frontal se pueden ver a los 24 enfermos así como sus constantes. La unidad de críticos estaba en proyecto antes de la pandemia, pero su construcción se aceleró.Samuel Sánchez
Un detalle de uno de los ascensores del centro. Las plantas donde están los enfermos de coronavirus menos graves permanecen cerradas a quienes no están asignados a ellas. La pasada semana estaban ingresados una media de 60 pacientes en estas unidades de hospitalización.Samuel Sánchez
Una imagen de uno de los controles de Urgencias en el Ramón y Cajal. El servicio tuvo circuitos diferenciados para enfermos covid en etapas muy tempranas de la pandemia. El entrenamiento que habían seguido en la crisis del ébola les sirvió para encarar la primera ola. La médica María Jesús Estévez, jefa de unidad, recuerda aquellos primeros días: "Nunca habíamos visto radiografías así, como las de las neumonías de los enfermos de coronavirus". Llegaron a instalar 104 sillones, además de las camas, para acoger a todos los pacientes.Samuel Sánchez
El jefe de Neurología Jaime Masjuán, responsable de la unidad Macrocovid en una planta de hospitalización de enfermos de coronavirus. El doctor se ofreció a sus compañeros de las áreas críticas que trataban la enfermedad y por su conocimiento del hospital le encomendaron la organización de equipos formados por médicos de todas las especialidades -desde cirujanos a oftalmólogos- para atender la avalancha de ingresos. "Han participado el 60% de los compañeros", dice. Aprendieron que debían rotar cada 15 días a los sanitarios para evitar que el enfrentarse a una sola dolencia hiciera bajar su concentración. "Volvería a trabajar tanto como he trabajado", apunta, "hemos sacado los colores del Ramón y Cajal. Me he sentido gratificado por todos, por la dirección y por mis colegas".Samuel Sánchez
De izquierda a derecha, la doctora Maria García Godés, el internista Juan Higuera, y las enfermeras Belén Aguilar y Pilar Galea atienden a un paciente ingresado en la UCI el 5 de marzo.Samuel Sánchez
El hospital Ramón y Cajal de Madrid fue inaugurado en 1977. Tiene un instituto de investigación en el que participan cuatro áreas y es centro de referencia en 14 especialidades. En condiciones normales, está preparado para acoger a 842 enfermos, 67 de ellos en UCI. Durante la primera ola de la pandemia llegó a tener ingresados 1.003 pacientes de covid, 103 en camas de críticos. En la imagen, el cirujano vascular Agustín Utrilla, director médico.Samuel Sánchez
El hospital tuvo que crecer en 280 camas durante la primera ola del coronavirus. Convirtieron las habitaciones individuales en dobles y las dobles en triples. También tuvieron que comprar camas en los pocos fabricantes que disponían de ellas. En la imagen, las estructuras que adquirieron son montadas en uno de los patios del hospital. Los colchones fueron donados por un hotel. Pero llegó un momento en que se quedaron sin ninguna y un establecimiento hotelero cerrado por el confinamiento les cedió las suyas.
Durante la primera ola, el equipo técnico del hospital instaló contra el reloj tomas de oxígeno y equipación eléctrica en las salas de espera de las consultas, situadas en los sótanos, para acoger camas de cuidados intermedios en caso de necesitarlas. También acondicionaron tres gimnasios de rehabilitación, que sí fueron ocupados por enfermos covid. Las consultas no llegaron a recibir pacientes.Samuel Sánchez
Dos técnicos de radiología acuden a realizar una exploración de tórax a uno de los enfermos ingresados. Durante la pandemia se extendió el uso de equipos móviles de rayos para poder seguir la evolución de los pacientes en el mismo lugar donde se encontraban. La radiografía era la primera prueba que se les practicaba cuando llegaban a Urgencias. Las placas se interpretaban en el momento y se enviaban al médico que recibía al enfermo.Samuel Sánchez
La nueva UCI tiene esclusas para preparar los materiales necesarios para el tratamiento de los enfermos allí ingresados. En la imagen, las enfermeras Paula Gregorio, con EPI, y Raquel Rivilla.Samuel Sánchez
Los directivos se reunían diariamente para adecuar el hospital al embate de la pandemia y tomar decisiones sobre la unidad Macrocovid. "Eran reuniones a veces de todo el día, todos los días de la semana. La situación cambiaba constantemente", dice el director médico, Agustín Utrilla. Esta imagen es de un encuentro el pasado viernes 5 de marzo. De izquierda a derecha, los doctores María Luisa Palacios, directora de Continuidad Asistencial; Marina Fernández Escribano, jefa de Prevención de Riesgos Laborales: María Jesús Estévez, jefa de unidad de Urgencias; Rafael Cantón, jefe de Microbiología; la directora de Enfermería Diana Martín; el director médico al fondo; Amaranta McGee, de Medicina Preventiva y Alfonso Cruz, jefe de Geriatría.Samuel Sánchez
El Ramón y Cajal era un centro de puertas abiertas. Pero ahora los familiares de los enfermos ingresados, aunque lo estén por enfermedades distintas al covid, no pueden acceder al hospital desde diciembre pasado tras detectar que contagiaban a los suyos. Solo pueden entrar el personal y quienes acuden a consultas o a realizarse una prueba. Imagen de la entrada principal, donde dos celadores controlan el acceso.Samuel Sánchez
La cocina del hospital pasó de servir 600 comidas a 1.300 durante la primera ola del coronavirus. Para alimentar a las personas que aguardaban en Urgencias y que estaban en sillones, improvisaron la entrega de bolsas de pic-nic. Llegaron a repartir 300. En la imagen el equipo prepara las bandejas el pasado 5 de marzo. Al fondo, la coordinadora de gobernantas Antonia Muriel.Samuel Sánchez
El personal de cocina hacía llegar a los enfermos mensajes de su familia en las bandejas de la comida. El resto de los pacientes recibía notas de ánimo. La coordinadora de gobernantas Antonia Muriel fue la impulsora. "Tenemos 50 dietas distintas estipuladas, pero durante la primera ola las rebajamos a dos, salvo para los alérgicos e intolerantes. Como los pacientes tenían diarrea y estaban debilitados, les dábamos dietas astringente o hiperproteica".
La notas que enviaba el equipo de cocina estaban manuscritas por los pinches. Las pegaban en los yogures de la cena para ahorrar trabajo a las enfermeras. Se lo agradecían también sus compañeros sanitarios. "Nos sentimos muy reconocidos", dice la coordinadora de gobernantas Antonia Muriel.
Sala de espera de las consultas del hospital, el pasado 5 de marzo, con las tomas de oxígeno y electricidad instaladas para poder albergar pacientes críticos. El hospital ha atendido casi al mismo número de personas en 2020 que en 2019 pese a la pandemia. Una de cada cinco citas son telemáticas.Samuel Sánchez
Los médicos internistas Sergio Diz (a la izquierda) y Fernando Hidalgo, en una planta de hospitalización de enfermos de covid. Diz, también microbiólogo, siente que la pandemia le ha enseñado muchas cosas, pero ha experimentado situaciones muy duras. No solo por el altísimo número de personas que fallecían. "Ha habido pacientes que me pedían que les sedara. No querían seguir siendo conscientes de lo que estaban pasando"., asegura. "La crisis ha hecho que se haya ido una avalancha de gente que aún no les tocaba irse". Cree que el hospital ha cambiado. "Somos más solidarios, más colaboradores, nos hemos conocido más".Samuel Sánchez
Otra imagen de la UCI médica del Ramón y Cajal. Estas unidades han sido cruciales para atender las gravísimas neumonías que padecen los enfermos de covid. En este año de embate pandémico, los hospitales han tenido que adaptarse en tiempo récord. ¿Que permanecerá? Contesta Patricia Alonso. Vocal de la Junta Directiva de SEDISA y Médico Adjunto Servicio de Admisión en Hospital Clínico: "Aspectos relacionados con la atención sanitaria a distancia, que esperamos marque el despegue de un auténtico proceso de transformación digital real. Permanecerá la agilidad en la toma de decisiones y las mejoras que se han producido en los sistemas de información y el análisis de datos. Mantendremos la polivalencia estructural y funcional de algunas zonas, y eso nos facilitará perder el miedo a determinados cambios.Hay otro intangible que se mantendrá y es que muchos profesionales han descubierto “la profesión” de otros compañeros y eso ha generado una red de colaboración interna dentro de los equipos, que facilita muchos otros procesos. Ahora, para bien o para mal, casi todo el mundo sabe quién es quién".Samuel Sánchez