Análisis

Franco vs Cataluña

Mientras se despliega el operativo de exhumación del dictador, Cataluña se ha convertido en un territorio cenagoso para el presidente en funciones

El presidente en funciones Pedro Sánchez este martes en un acto en Huelva. Marcelo del Pozo (Getty Images)

El pulso internacional ha sido y es fundamental para el postprocés como para el procés. Desde Cataluña los nacionalistas han abusado durante años, con la deslealtad marca de la casa, de la etiqueta del franquismo para desacreditar a España. En definitiva, el mito d...

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El pulso internacional ha sido y es fundamental para el postprocés como para el procés. Desde Cataluña los nacionalistas han abusado durante años, con la deslealtad marca de la casa, de la etiqueta del franquismo para desacreditar a España. En definitiva, el mito de Francoland, como escribió Muñoz Molina, permanece en el imaginario de muchos, incluso en ámbitos académicos e intelectuales. Sánchez precisamente va a contar ahora con ese imaginario de Francoland apareciendo como el líder español que sacó al dictador de su panteón del Valle de los Caídos. Eso sí, cuarenta y cuatro años después, más de lo que duró el propio franquismo; pero sin duda la imagen va a tener un impacto poderoso en los medios internacionales —su particular el mon ens mira— siempre más dispuestos a las imágenes gráficas, por simplistas que sean, que a las causas profundas de fenómenos complejos. Otra cosa será su impacto doméstico, donde Sánchez necesita sacudirse el desgaste de Cataluña , pero eso parece difícil.

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En realidad Sánchez tiene un problema no tanto exterior como interior. De hecho, el flanco internacional ha sido donde este Gobierno notoriamente más ha corregido la inacción y la mediocridad de sus antecesores. No ya por los videos de los ministros en varios idiomas, incluyendo a Pedro Duque en ruso, sino por la acción diplomática: Borrell no es Dastis. Pero la preocupación en Moncloa y en Ferraz pasa por las encuestas, avanzando hacia el 10-N entre trackings acongojantes. Las tendencias son adversas, y aún hay casi veinte días por delante. Pero el PSOE no pelea contra sí mismo o contra las encuestas, sino con todos los rivales: la derecha no le va a conceder una sola cuestión de Estado hasta pasar por las urnas, pero tampoco la izquierda y desde luego no los nacionalistas con Cataluña como foco permanente. Irene Lozano ha suspendido un acto de España Global con los cónsules en Barcelona, y no por la depresión de la DANA sino por la presión de los CDR. PicnicxRepublica lo ha celebrado al grito de “¡Lo hemos conseguido!” seguido de “¡En Cataluña no son bienvenidos!”. La encerrona del personal sanitario del Hospital San Pau descuidando sus funciones para convertirse en piquete contra Sánchez ya les ha bastado.

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Mientras se despliega el operativo de Franco, Cataluña se ha convertido en un territorio cenagoso para el presidente en funciones. De momento Sánchez habla de templanza, pero Cataluña estresa. Y no habrá tregua. Esta misma mañana Torra ha garantizado que la Cámara catalana abordará "el derecho a la autodeterminación sin ningún límite". Tal vez sea lo que él llama diálogo incondicional, que consiste en que los otros no pueden poner condiciones sino dialogar con las suyas. Ya es cansino enfatizar el cinismo obvio de Torra que telefonea a Sánchez con la mano izquierda mientras firma iniciativas parlamentarias desafiantes con la mano derecha. Pero Torra, un personaje muy achicharrado, sabe que solo hay algo que puede unir al independentismo, siquiera de cara a la galería: la retórica de la autodeterminación. Y el Gobierno ya puede descalificar a Torra como “iluminado” y garantizar una respuesta “firme”, pero ve cómo el frente catalán, donde tenía la oportunidad de aparecer como elemento de racionalización entre una derecha montaraz y un independentismo asilvestrado, se le ha descontrolado desde las madrugadas violentas. Ese marco beneficia a la derecha. Y cuesta creer que la exhumación de Franco vaya a ser suficiente para acallar su eco.

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