8 fotos

Maestras del estilo

Carismáticas y con sentido del humor, apuestan por una estética atemporal. Tienen entre 60 y 90 años y pasión por la moda. Esta es una sesión única que homenajea a cinco mujeres que no siguen las tendencias, pero que representan la elegancia sin fecha de caducidad.

Carmen Coello de Portugal cumple 92 años en julio, pero tiene la vitalidad de alguien 20 años más joven. Disfruta de una cerveza mientras observa las prendas con las que va a posar. “Esa chaqueta es monísima”, dice señalando un modelo negro de Chanel. “Es el color con el que vestí toda mi vida. Antes no podíamos ir de colores. Se consideraba ordinario. Por suerte, hoy van como quieren”.

Coello de Portugal fue una mujer adelantada a su tiempo. “En mi época, no podíamos trabajar de casi nada, pero sí como enfermeras. Damas de la Cruz Roja lo llamaban”. A eso se dedicó hasta los 26. “Aquel año me compré una Vespa y planeaba viajar a Italia con una amiga…”, recuerda emocionada. “Pero me casé”, ríe. Ahora, viuda desde hace años, se siente arropada por sus tres hijas, sus cinco nietos y su bisnieto. “¡Soy bisabuela!”. Vive con su perra Pirula II. “Piru para los amigos, porque lo de Pirula…, la gente piensa en otra cosa”, bromea.

Aunque nació en Madrid, sus padres eran andaluces. De pequeña, solía ir con su abuelo a recoger olivas. Hoy tiene sus propios olivares, por donde todavía conduce —su gran pasión— cuando va a la recolecta. “Aquello forma parte de mi vida”.

Después de posar, curiosea las fotos en el ordenador. “¿Me podéis quitar estas arrugas?”, pregunta riendo. Tiene un gran sentido del humor. Tanto, que días después de esta sesión, envía un audio por whatsapp: “No me suelo meter en política, pero olvidé decir algo importante, a ver si se puede incluir: Mi hombre fuerte es Mariano Rajoy”.

CRÉDITOS MODA:

Chaqueta de crepé negra de Chanel, pantalón de pinzas beis de Cortefiel y sus propias joyas.

Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro | Texto de Sara Cuesta Torrado
A la izquierda, Concha Gavarrón, de 68 años, viste abrigo de piel rosa de Miu Miu, vestido de punto de seda de Dior, pulsera Riviere y pendientes de brillantes con piedra azul, todo de Suárez. A su derecha, Pilar Martínez, de 63 años, luce vestido de seda negro de Rochas y aros de brillantes de Suárez.Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro

“Soy de pueblo y a mucha honra”, dice Pilar Martínez al entrar por la puerta. Nació en Molina de Aragón (Guadalajara) en 1957. Sus padres se mudaron a Madrid cuando ella tenía tres años, así que su pueblo es ese lugar con olor a vacaciones y familia. “Ahora voy menos porque no me queda nadie vivo allí”.

Cuando era joven, las mujeres en Madrid ya iban a la universidad, pero los hombres conseguían los mejores trabajos. Ella cursó lo que entonces equivalía a Publicidad y Relaciones Públicas (“que no era un estudio superior”) y logró un puesto en la agencia americana Lintas. “Tenía 20 años y era la primera mujer ejecutiva (júnior) que contrataban”, presume. Hoy, con 63 años, dirige su propia agencia de comunicación desde hace más de 20: Know How. “Siempre hemos estado muy vinculados a la moda. Lanzamos firmas de joyas como Pomellato o Suárez”.

La moda es su debilidad. Con 18 años iba de compras a Milán con una amiga y reconoce que en casa es la reina del armario. Su novio (“estoy divorciada”), el arquitecto Javier Pioz, debe conformarse con un pequeño espacio para sus trajes.

Martínez no tuvo hijos. “Ya se sabe: a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos”, bromea. La suya se llama Violeta (hija de su única hermana). “Tiene dos niños. La primera vez que dije ‘soy tía abuela’… sonó fuerte. Cuando pasas los 60, se nota. Y eso que soy deportista. Pero la piel… Las de mi generación tomábamos el sol sin protector. Entonces no se hablaba de eso”, dice mientras la maquillan para la foto. “Hoy mi chico me lleva de cena. Voy a ir fantástica”.

CRÉDITOS MODA:

Chaqueta y pantalón de crepé y camisa de seda de Pedro del Hierro, zapatos de Jimmy Choo, pendientes y pulseras de Susie Lindberg y anillos propios.

Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro | Texto de Sara Cuesta Torrado

Concha Gavarrón, burgalesa de 68 años, forma parte de una familia muy numerosa. “Somos 9 hermanos, 16 sobrinos y 9 sobrinos nietos. Y en Navidad nos juntamos absolutamente todos”, presume. “Son mi fuente de energía”, dice en voz baja, como buscando discreción. Cuenta que prefiere no hablar en detalle de su vida.

Licenciada en Derecho, trabajó en la Administración pública hasta su jubilación. Ahora se dedica a sus aficiones. “Voy al gimnasio, juego al golf, hago senderismo… El deporte es fundamental en mi vida. Y la literatura”. Está leyendo La llamada de la tribu, de Vargas Llosa. Pero lo que más le gusta es “platicar con amigos, que dirían en Sudamérica”.

Tiene un grupo de colegas con las que hace planes culturales y escapadas turísticas. “Nos llamamos El Comando Viajero. Mi hermana Valle y yo nos quedamos solteras, así que nos juntamos con amigas suyas y mías también solteras o que ahora son viudas y lo pasamos fenomenal”.

Gavarrón es además voluntaria en un centro de acogida de inmigrantes. “Les damos clases de cocina o de geriatría para ayudarlos a encontrar trabajo. Muy gratificante”.

A la hora de vestir, no sigue las tendencias. Prefiere ser fiel a su estilo. “Hay que saber lo que te sienta bien. Yo soy más bien clásica. Me gusta lo intemporal. Conservo cosas de hace 25 años que sigo usando”, cuenta. “Casi siempre visto en azules y verdes. Son mis colores aliados”, explica. “Con ellos me siento cómoda y segura”.

CRÉDITOS MODA:

Vestido de punto de seda negro de Dior, sandalias de tacón de Jimmy Choo, pulsera Riviere y pendientes de brillantes con piedra azul, todo de Suárez.

Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro | Texto de Sara Cuesta Torrado
A la izquierda, Susie Lindberg, de “más de 70 años”, lleva abrigo de seda estampado de Dries Van Noten, pantalón negro de Adolfo Domínguez y pendientes de su propia firma, Susie Lindberg. A la derecha, María Teresa Martínez viste camisa de seda naranja, pantalón negro y cinturón marrón, todo de Loewe.Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro

María Teresa Martínez nació en Vitoria en 1945. Durante la sesión, posa en silencio, con semblante serio. Hija de un piloto militar, pasó la mitad de su infancia viajando de un lado a otro. Murcia, Zaragoza, Albacete… Vivía en la ciudad castellana cuando a los 17 años su padre sufrió un accidente de avión. “Desapareció y nunca encontramos su cuerpo. Fue muy duro. Mi madre y mis hermanos regresamos al País Vasco, donde estaba nuestra familia”. Han pasado más de 55 años, pero sus ojos se aguan. Su apariencia fría se resquebraja y aparece su lado tierno y su sentido del humor. “Al volver a Vitoria me costó integrarme. Y mira que soy de allí y tenía primas de mi edad, pero… En Albacete ibas a tomar café con unos, luego vino con otros… En Vitoria, el grupo es el grupo”, ríe.

En su generación, las mujeres ya empezaban a adentrarse en el mundo laboral. Martínez fue funcionaria del Ayuntamiento hasta su jubilación, hace ocho años. Ahora, con 73, recuerda que la conciliación no fue un problema para ella. “Claro que mi horario era de 8.00 a 15.00, así que pasaba las tardes con mis hijos. Y pedí una excedencia de cinco años cuando nacieron”, reconoce.

Ella y su marido, Ricardo, interventor en un banco ya jubilado, solían viajar por toda Europa. Hoy se trasladan con frecuencia a Madrid, donde viven sus dos hijos y cuatro nietos. “Con los niños bailo, juego y de todo. Me llenan de alegría”.

La moda es su otra debilidad, “de siempre”. Le gusta que escojan por ella, dentro de su estilo. Por eso va a tiendas donde la conocen y saben qué quiere. “Con la ropa soy caprichosa. Y tengo que controlarme”.

CRÉDITOS MODA:

Abrigo de lana y zapatos de piel, ambos de Prada, y sus propios pendientes.

Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro | Texto de Sara Cuesta Torrado

Susie Lindberg nació y vivió en Finlandia hasta los 14 años. “A esa edad murió mi padre y mi madre me envió a un internado en Suiza”. Quería estudiar interpretación y con 18 años se mudó a Barcelona para aprender castellano. Hoy, asentada en Madrid, asegura que habla con fluidez finés, sueco, francés, inglés, alemán y español.

“Llegué a la España del franquismo cuando, para evitar las revueltas estudiantiles contra el régimen, la universidad cerraba con frecuencia. Así que empecé a hacer pequeños trabajos de modelo”. Guapa, alta, rubia y de ojos azules, no tardó en protagonizar anuncios. “Recuerdo el de medias Glori”, dice enseñando una foto de aquello en su Instagram.

Se ha codeado con los grandes de la moda. A los 22 años fue modelo de Coco Chanel (“durante los dos últimos años en activo de la diseñadora”). Y en 1970 abrió con su primer marido la tienda de Saint Laurent en Barcelona. En su móvil guarda fotos cenando en casa del modista a principios de siglo.

Lindberg y su entonces marido vivían en Marruecos, pero en los meses más calurosos disfrutaban de las fiestas de la jet set europea en Marbella (“los setenta allí fueron una época fabulosa”). Con él tuvo a su hijo mayor, Alejandro, que hoy tiene 49 años. Con su segundo esposo tuvo a Felipe, de 45. “Hoy tengo cuatro nietos. El de 15 años quiere ser modelo y creo que es un error. Debe estudiar primero”.

Prefiere no decir su edad, pero supera los 70. Durante la sesión, no se despega del móvil. “He montado un negocio de complementos y joyas que yo misma diseño. Tengo un showroom en mi casa de Madrid y vendo bastante en mi Finlandia natal. Pero no tengo web. Así que vendo directamente a través de Instagram”.

CRÉDITOS MODA:

Camisa de Massimo Dutti, pantalón de Adolfo Domínguez, collar de perlas, pendientes con piedras semipreciosas y brazaletes en plata dorada, todo de su propia firma, Susie Lindberg.

Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro | Texto de Sara Cuesta Torrado
Carmen Coello de Portugal, de 91 años, luce sus propias joyas con un vestido camisero, cinturón de piel y pañuelo de seda estampado, todo de Azzedine Alaïa.Fotografía de Gonzalo Machado | Estilismo de Sara Fernández Castro