Columna

La ‘manifa’ de Madrid: España no es Turquía

Si lo hacen pacíficamente, aquí se manifiestan libremente y con protección policial tanto los ultras de Vox como los enemigos secesionistas de su democracia

El presidente de la Generalitat, Quim Torra junto a Artur Mas, asiste a la manifestación independentista contra el juicio del 'procés' por el centro de Madrid. En vídeo, resumen de la manifestación del independentismo en Madrid contra el juicio del 'procés'.Vídeo: ÁLVARO GARCÍA | BELÉN FERNÁNDEZ / CARLOS MARTÍNEZ

Al valiente fugitivo de Waterloo le deleita comparar la democracia española con la semidictadura turca, por “actuar contra sus propios ciudadanos”. Lo hizo por vez primera en marzo de 2017, como president de una institución de la democracia española, en la Universidad de Harvard. Y volvió a ello el pasado 18 de enero.

Fue en un tuit orate, donde ampliaba la comparación a regímenes que bombardean a su gente con armas químicas: España, escribió, “ya está por debajo de Venezuela, Turquía o Siria” (¡!).

La manifa del sábado tuvo entre sus virtudes la de contradecirl...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Al valiente fugitivo de Waterloo le deleita comparar la democracia española con la semidictadura turca, por “actuar contra sus propios ciudadanos”. Lo hizo por vez primera en marzo de 2017, como president de una institución de la democracia española, en la Universidad de Harvard. Y volvió a ello el pasado 18 de enero.

Más información

Fue en un tuit orate, donde ampliaba la comparación a regímenes que bombardean a su gente con armas químicas: España, escribió, “ya está por debajo de Venezuela, Turquía o Siria” (¡!).

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La manifa del sábado tuvo entre sus virtudes la de contradecirle, al evidenciar que Madrid no es Ankara, ni Damasco. Que España es un régimen liberal donde, si lo hacen pacíficamente, se manifiestan libremente y con protección policial tanto los ultras de Vox como los enemigos secesionistas de su democracia.

También fue bonito que esta nación de naciones recuperase su nombre de labios de los intervinientes —España—, quizá como cortesía hacia la ciudad anfitriona. El abuso del seudónimo “Estado español”, una vieja manía de Francisco Franco, es grotesca ley hasta en los medios de la Generalitat, TV-3 y Catalunya Ràdio, que hablan de un futbolista como “el deportista del Estado” o se refieren al tiempo como la “climatología estatal”.

Como no hay dos alegrías sin tres, la manifa de Cibeles recuperó el espíritu pacifista de las concentraciones de la Diada, en vez de las salutíferas quemas de neumáticos, simpáticos escraches y agradables asaltos a trenes con que nos distraen desde hace al menos un año los CDR tan amados por Quim Torra.

Ahora bien, todavía falta mucho aprendizaje. Es una lástima que no luciesen más que banderas estrelladas (así se traduce estelades en castellano), propias de solo una facción ciudadana. Y no la senyera, que es (además de la oficial) la de todos los catalanes. ¿Acaso no se presentaba el acto como una protesta universal “contra el juicio”, y no solo de indepes? Quizá en días de purga a los dialogantes —como acaba de suceder con los parlamentarios Carles Campuzano y Jordi Xuclà, borrados de la foto por las prácticas estalinistas de Waterloo— es lo que corresponde.

Como también sintoniza con este tiempo amargo otra purga: la que hizo la portavoz de la Associació Catalana pels Drets Civils, Meritxell Lluís (esposa de un preso, Josep Rull, y por ello merecedora de calor humano), al mencionar solidariamente a todos los “exiliados” y reos y olvidó —ay, memoria selectiva— a Santi Vila. Muy propio de los regímenes inclusivos. El que hay.

Archivado En