Columna

España depende, ay, de Trump, vía Berlín

Atención al pulso comercial entre China y Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una imagen de archivo.Evan Vucci (AP)

Atención, españolitos, al pulso comercial entre China y EE UU. Si en España hacemos mal nuestros deberes económicos, iremos a peor. Si los hacemos bien, la economía española tiene una oportunidad, de momento reconocida por los organismos internacionales. Y con ella, la recuperación de la cohesión social aún no recuperada.

Pero, al cabo, todo dependerá de las locuras proteccionistas de Donald Trump, cuyo impacto recibimos aquí a través, sobre todo, de Alemania.

Las exportaci...

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Atención, españolitos, al pulso comercial entre China y EE UU. Si en España hacemos mal nuestros deberes económicos, iremos a peor. Si los hacemos bien, la economía española tiene una oportunidad, de momento reconocida por los organismos internacionales. Y con ella, la recuperación de la cohesión social aún no recuperada.

Pero, al cabo, todo dependerá de las locuras proteccionistas de Donald Trump, cuyo impacto recibimos aquí a través, sobre todo, de Alemania.

Las exportaciones españolas a ese país suponen el 10,7% del total de lo que vendemos al exterior. Y un sector clave para ese flujo es la automoción, nuestro primer sector industrial, que supone el 10% del PIB local, solo superado por el turismo.

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De modo que cualquier resfriado serio de Alemania (con Francia, nuestros primeros clientes y proveedores) puede contagiar de neumonía a España. Atención, pues, a Alemania.

Su economía fue boyante en el primer semestre de 2018, pero acabó rozando la recesión en el cuarto trimestre. Por culpa de la débil demanda externa, sobre todo, china. Y por la incertidumbre geopolítica y algunas circunstancias específicas. Como la sequía o el consiguiente bajo nivel del Rin, que obstaculizó el enorme transporte comercial fluvial; o la ardua adaptación a la nueva normativa europea de certificaciones ecológicas.

Como potencia exportadora, Alemania es tributaria de la coyuntura comercial internacional: la exportación nutre la mitad de su PIB. Si se contrae, como se contrae ahora, la economía de China, las fábricas renanas sufren.

¿Y por qué se contrae la economía china? Porque algún día debía hacerlo, siquiera ligeramente, tras años de expansión galopante. La amenaza de Donald Trump de doblar sus aranceles a las importaciones chinas dispara ese momento. La negociación se reinició la semana pasada. La fecha clave es el 1 de marzo.

Aunque parecen percibirse mejores signos para ese pulso, nada es seguro. Lo seguro es que después de esa batalla viene la euroamericana, cuya fecha capital es el 18 de mayo. Washington amenazó con decuplicar, del 2,5% al 25%, sus aranceles a los coches europeos. Daimler-Benz vende un cuarto de su producción a EE UU; BMW, el 17%; Volkswagen, el 14,8%... Si el truhan proteccionista las atornilla, sus filiales y las fábricas de componentes españolas que les venden sufrirán. ¿Alguien necesita más pruebas de que el proteccionismo asfixia?

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