Columna

Vox en la brecha (de género)

Lejos de fracturar a liberales y conservadores por su posición sobre el género, la polarización les puede acabar arrastrando fuera

Manifestación feminista convocada en Sevilla frente al Parlamento andaluz, el pasado 15 de enero.ALEJANDRO RUESGA

Una fractura extendida en Europa es la división entre sociedades abiertas y cerradas. Tal brecha se basa esencialmente en valores; ecologistas, alternativos, feministas o libertarios de un lado y tradicionalistas, autoritarios o nacionalistas del otro. Esto hace que, aunque tenga bases estructurales en términos de clase, educación o generaciones, no sean tan sólidos como otras fracturas y tengan cierto parecido a las divisiones religiosas.

En esta división se ubica a los nuevos movimientos ...

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Una fractura extendida en Europa es la división entre sociedades abiertas y cerradas. Tal brecha se basa esencialmente en valores; ecologistas, alternativos, feministas o libertarios de un lado y tradicionalistas, autoritarios o nacionalistas del otro. Esto hace que, aunque tenga bases estructurales en términos de clase, educación o generaciones, no sean tan sólidos como otras fracturas y tengan cierto parecido a las divisiones religiosas.

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En esta división se ubica a los nuevos movimientos sociales, partidos de Nueva Izquierda y Verdes en una extremo y a la derecha populista radical en el otro. Pero no solo, ya que su emergencia habría afectado también a los partidos tradicionales. Los socialdemócratas abrazando los derechos de mujeres y minorías, convergiendo las izquierdas más entre sí, y las derechas tradicionales dividiéndose por esta cuestión —además de sobre la Unión Europea o la globalización—.

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En nuestro país la idea más extendida es que esta fractura abierto-cerrado está muy solapada con la económica. Es decir, que los partidos de izquierda son más tolerantes social y culturalmente mientras que, los de derecha, más cerrados y tradicionalistas. El politólogo Guillem Vidal ha constatado esa idea y es probable que incluso con la emergencia de Vox siga siendo así, dado que tiene elementos que le anclan en ese sentido. A diferencia de otras extremas derechas, es muy liberal en lo económico, neocatólico y centralista.

Sin embargo, incluso así, la cuestión puede cambiar si nos centramos en el contenido y no en la etiqueta. He aquí una hipótesis. El movimiento feminista, descentralizado, tenderá a ser reactivo frente a Vox. En parte por la lógica alarma que causa, en parte para movilizar contra sus propuestas reaccionarias en temas de género. Podemos y PSOE también atacarán con dureza a este partido justamente para activar a la izquierda en las urnas, amalgamándolo con PP y Ciudadanos, y más tras el acuerdo de Andalucía. Esto implicará convertir a Vox en el partido focal de la derecha, con el potencial de hacerlo más fuerte y tener mas poder de arrastre en su bloque.

De este modo, lejos de fracturar a liberales y conservadores por su posición sobre el género, explotar sus contradicciones y atar a una parte de ellos al consenso feminista, la polarización les puede acabar arrastrando fuera. Incluso cuanto más se centre el debate en lo que Vox quiere que se hable sobre el feminismo (violencia de género) y menos en lo que no (brecha salarial o conciliación), más fácil lo tendrá para imponer su marco. Y de ser así no terminaría emergiendo una fractura diferente, pero el feminismo se volvería menos transversal en España, teniéndolo más difícil para ser un “suelo moral” compartido por hombres y mujeres. Mismo eje; punto para Vox.

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