Columna

Se equivocó la paloma, se equivocaba…

Puigdemont no era presidente ni legal ni legítimo

Un manifestante independentista pide la liberación de "su presidente", Carles Puigdemont, detenido en Alemania, el pasado 25 de marzo en Barcelona.Manu Fernandez (AP)

El error más grave de los dos grandes partidos nacionalistas catalanes, Convergència y ERC, que en 2012 pactaron una hoja de ruta para separarse de España y construir un Estado propio ha sido menospreciar el derecho, las leyes, las sentencias. Cataluña forma parte de España que, a su vez, forma parte de la UE, cuyos países son Estados de derecho que se obligan a cumplir las normas jurídicas y respetar a los tribunales.

“Democracia es votar”. Esa afirmación produce escalofríos entre los juri...

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El error más grave de los dos grandes partidos nacionalistas catalanes, Convergència y ERC, que en 2012 pactaron una hoja de ruta para separarse de España y construir un Estado propio ha sido menospreciar el derecho, las leyes, las sentencias. Cataluña forma parte de España que, a su vez, forma parte de la UE, cuyos países son Estados de derecho que se obligan a cumplir las normas jurídicas y respetar a los tribunales.

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“Democracia es votar”. Esa afirmación produce escalofríos entre los juristas, así no se puede ir por el mundo, al menos por el mundo de culturas políticas afines a la nuestra. Puigdemont ha estado viviendo en Bruselas sin que nadie le hiciera el menor caso: ¿se ha preguntado por qué? Porque no era el presidente “legítimo” de Cataluña, como decía, sino un fugitivo de la justicia española. Nadie, excepto cuatro nacionalistas afines, lo ha tomado en serio porque en un Estado de derecho legalidad y legitimidad se confunden, la una es exactamente igual que la otra: esta es la esencia misma de un Estado de derecho. Puigdemont no era presidente ni legal ni legítimo. Seguramente esto lo ignoraba Puigdemont, lo cual es injustificable, pero también han parecido ignorarlo los otros líderes nacionalistas, empezando por Mas y Junqueras, todos ellos rodeados de asesores jurídicos, y esto ya no es creíble. No ha habido, pues, ignorancia sino mala fe y, sobre todo, error, un gran error: creer que mediante la presión de la pura fuerza se doblegaría al Estado de derecho es una forma de pensar no democrática.

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Pero de repente, Puigdemont se ha dado de bruces con la realidad: lo ha detenido la policía alemana, cumpliendo órdenes de un juez español. La UE existe, señor Puigdemont, y se trata de un territorio donde se cumplen las leyes y se acatan las órdenes judiciales porque se respeta el Estado de derecho y España lo es, como ha recordado el portavoz del Ministerio de Justicia alemán. Ni la Guardia Civil, ni la Policía Nacional, ni los Mossos d’Esquadra lo han detenido, señor Puigdemont. Lo han detenido quienes tenían competencia para ello conforme a las reglas de derecho. Esto no es España contra Puigdemont, ni siquiera Alemania contra Puigdemont. Es el derecho válido y vigente, español, europeo y alemán, contra un presunto delincuente que si es el caso será sometido a un juicio con todas las garantías jurídicas. Como dijo Alberti: “Se equivocó la paloma, se equivocaba, por ir al norte fue al sur…” Siga escuchando la canción, señor Puigdemont.

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