El personaje ‘gourmet’

“Prefiero una buena mortadela a un mal jamón”

Al actor Pepón Nieto le gusta invitar a comer a los amigos y se declara fan del aceite de oliva

El actor Pepón Nieto.Carlos Rosillo

Se crio en el restaurante de sus padres, con una abuela paterna, Isabel, cocinera profesional en casa de una familia noble. No es que Pepón Nieto (San Pedro de Alcántara, Málaga, 1967) tenga algún recuerdo de niñez entre fogones, es que su infancia transcurrió alrededor de una cocina, de la que se le han quedado grabados, sobre todo, los olores. Se le dan bien los platos de cuchara, fideos, gazpachuelo, papas con choco, arroz. Y la tarta de chocolate con mascarpone, aunque, para rematar, él prefiere un licor digestivo a un post...

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Se crio en el restaurante de sus padres, con una abuela paterna, Isabel, cocinera profesional en casa de una familia noble. No es que Pepón Nieto (San Pedro de Alcántara, Málaga, 1967) tenga algún recuerdo de niñez entre fogones, es que su infancia transcurrió alrededor de una cocina, de la que se le han quedado grabados, sobre todo, los olores. Se le dan bien los platos de cuchara, fideos, gazpachuelo, papas con choco, arroz. Y la tarta de chocolate con mascarpone, aunque, para rematar, él prefiere un licor digestivo a un postre. “Me encanta que los colegas vengan a comer a casa”, asegura. Pero sin pinches. “Ya lo hago yo, es mi territorio”. Su faceta cocinillas lo llevó a participar en Master Chef Celebrity 2017. Ahora Álex de la Iglesia lo sienta a una cena de amigos en su última película, Perfectos desconocidos, con los móviles encima de la mesa y a punto de descubrir los secretos que encierran.

Pregunta. ¿A qué olía su abuela Isabel?

Respuesta. Cuando llegaba Navidad hacía los dulces típicos, roscos, bolitas de coco, borrachuelos, y olía a matalauva, a anís, a canela… ¡Se me hace la boca agua! [risas]. Nos cocinaba canelones y cosas especiales que nadie comía en los años setenta.

P. En la cena dePerfectos desconocidos, la pareja anfitriona sirve trufa negra, redondo de ternera y tiramisú. ¿Aprueba el menú?

R. Había ensalada también. Sí, y además estaba muy bueno todo… Doy fe porque comimos durante todo el rodaje.

P. Para que una mesa esté completa, ¿qué ha de tener encima?

R. Más importante que lo de encima es lo de alrededor, la gente que se sienta a esa mesa. Hay cenas estupendas con una pizza en una caja de cartón, y otras muy sofisticadas de las que te vas con la sensación de que habrías preferido un bocadillo.

P. ¿Sibarita?

R. Tengo buena boca, me adapto a lo que haya, aunque a todo el mundo le gusta comerse un buen jamón. Prefiero una buena mortadela a un mal jamón.

P. Compra gourmet reciente.

R. Cafés aromáticos para cafetera italiana.

P. ¿Y alguna tienda de referencia?

R. Casa Ruiz, en Madrid, vende al peso y en bolsas de papel: legumbres, chocolates, tés… Tiene aire de ultramarinos, con sacos grandes y estanterías de madera.

P. ¿Le suelen regalar cosas para la cocina?

R. Sí, mis amigos saben que es un tipo de regalo que me gusta. Platos, una ensaladera bonita, también pequeños electrodomésticos, para hacer gofres, algodón de azúcar… ¡Los hay para todo!

P. ¿Fogones o vitrocerámica?

R. Yo soy de fogones, pero la casa en la que vivo ahora, que es alquilada, tiene vitro, y me estoy acostumbrando, aunque me pone un poco nervioso.

P. Ingrediente fetiche en su cocina.

R. Un buen aceite de oliva. Y ahora estoy descubriendo las sales de sabores en escamas: haces una carne a la parrilla, le pones una sal de carbón y parece hecha en barbacoa.

P. ¿Es de los que se pasan o de los que no llegan con la sal?

R. Probablemente tienda a pasarme, no me gusta la comida sosa.

P. ¿Usa gadgets?

R. No, tengo los utensilios de toda la vida, salvo un soplete para quemar el azúcar. Cuando hace años Ferran Adrià sacó el sifón para espumas me lo compré, pero no se me dio bien. Ahora, con Master Chef Celebrity, he aprendido más.

P. ¿Cómo fue la experiencia?

R. Me lo he pasado muy bien, aunque me echaron muy pronto [fue el quinto eliminado] porque no podía asistir a las clases. Yo estaba con la obra de teatro La comedia de las mentiras, y estrenábamos en Mérida; grababa el programa y me iba a ensayar. Ahí aprendí que no se pueden hacer dos cosas a la vez.

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