Guillermo Álvarez-Charvel, el arte de la obsesión

Guillermo Álvarez-Charvel retratado en Madrid. felipe hernández

LO QUE TIENEN en común el brécol romanesco, un rayo, las plumas de un pavo real o el arte de Guillermo Álvarez-Charvel son las matemáticas. Concretamente los fractales, objetos geométricos cuya estructura se basa en una reproducción de los mismos patrones a diferentes escalas. La obsesión del creador (Ciudad de México, 1975) por este tipo de formas autosimilares (a veces, simplemente, repetitivas) se remonta a 2009, cuando, a partir de la idea de la iteración, comenzó a dar forma a módulos de papel. “Los replico y ensamblo para configurar estructuras orgánicas”. A base de crecer y expandirse c...

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LO QUE TIENEN en común el brécol romanesco, un rayo, las plumas de un pavo real o el arte de Guillermo Álvarez-Charvel son las matemáticas. Concretamente los fractales, objetos geométricos cuya estructura se basa en una reproducción de los mismos patrones a diferentes escalas. La obsesión del creador (Ciudad de México, 1975) por este tipo de formas autosimilares (a veces, simplemente, repetitivas) se remonta a 2009, cuando, a partir de la idea de la iteración, comenzó a dar forma a módulos de papel. “Los replico y ensamblo para configurar estructuras orgánicas”. A base de crecer y expandirse como lo hacen los ríos o las nubes, Álvarez-Charvel terminó alzándose finalista del prestigioso certamen de artesanía Loewe Craft Prize, celebrado hace unos meses. La obra con la que el mexicano voló a España, Animal Print, cumple con esos requisitos de multiplicación y fabricación en papel de los que él mismo hablaba. Pero en su catálogo figuran también piezas de fibra de vidrio, madera, piedras o incluso carne. “No me caso con una sola técnica o medio”, explica. “Lo que me interesa sobre todo es la experimentación con la materia y la forma a través de la tridimensionalidad”.

La pieza finalista del premio Loewe: Animal Print.

Aunque él se define como artista —y de vocación temprana—, no se extraña de haber triunfado en un concurso que en realidad no premia a su gremio, sino al de los artesanos. “La línea que nos separa a ambos es muy delgada”, subraya. “La artesanía se produce en masa y tiene una intención diferente. No obstante, se habla de una funcionalidad de la artesanía que no siempre es real. Por ejemplo, Animal Print es un contenedor, pero solo en teoría”. Lo que sí pone en práctica este mexicano es la búsqueda de una cierta verdad a través de lo natural. Por eso evita el uso de plásticos y otro tipo de materiales sintéticos, y recurre siempre que puede al reciclaje.

'Maderas', un objeto fabricado con pinzas de la ropa; y 'Cordero de Dios', obra realizada con carne.

Quizá algo abrumado y a la vez claramente emocionado a su paso por Madrid, el creador aprovechó la ocasión de su viaje transatlántico para visitar también otras ciudades de Europa en un periplo de varias semanas. Su producción normalmente puede verse en espacios de su país como el Museo de Arte Moderno o el Instituto Nacional de Bellas Artes, aunque para él se trata de una obra más universalmente humana que mexicana en particular. “Tiene más de sentimiento minimalista y de trabajar con la simplicidad de las formas naturales”, apunta. “Aunque es cierto que eso es algo que caracteriza a los mexicanos: la cercanía con la tierra”.

Códice, repetición de páginas de papel dobladas.

Durante mucho tiempo trabajó en la capital, pero actualmente su estudio se encuentra en Oaxtepec, en el Estado de Morelos, donde reside con su familia. “Vivo en el campo, en un lugar más seguro y tranquilo”, explica el artista, que se lamenta de la valía infrautilizada de muchos de sus compatriotas. “En México hay gente muy buena que no tiene oportunidad”, protesta, “pero más tarde o más temprano todo cae por su propio peso”.

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