José Manuel Ballester, hacia el camino más recto

David González (EFE)

IMPONENTES laberintos de metal cuyos tubos y soportes se entremezclan en fachadas de caminos enmarañados. Modernos templos de la creación en serie, huecos habitables en el espacio del tiempo contemporáneo. Conocido por sus retratos de arquitecturas vacías, el premio Nacional de Fotografía de 2010, José Manuel Ballester, regresa a un arte, la pintura, que en realidad nunca ha abandonado. Concebidos con una exquisitez minimalista y orientalizante, el artista madrileño (1960) presenta una serie de 12 dibujos de gran for...

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IMPONENTES laberintos de metal cuyos tubos y soportes se entremezclan en fachadas de caminos enmarañados. Modernos templos de la creación en serie, huecos habitables en el espacio del tiempo contemporáneo. Conocido por sus retratos de arquitecturas vacías, el premio Nacional de Fotografía de 2010, José Manuel Ballester, regresa a un arte, la pintura, que en realidad nunca ha abandonado. Concebidos con una exquisitez minimalista y orientalizante, el artista madrileño (1960) presenta una serie de 12 dibujos de gran formato realizados con pincel y tinta china, que pueden verse hasta finales de mayo en la galería de la capital Tiempos Modernos. Para la filosofía taoísta, muy presente en el arte de China, la realidad es una y toda. Esa idea cabe dentro de estas Ramas, también ríos, venas y caminos en su transcurso por la montaña.

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