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Un pasado afgano para un futuro alemán

Los miles de niños y adolescentes que llegaron en 2015 a Alemania solos, sin sus familias, poco a poco van echando raíces en un país que les es ajeno. Aunque añoran Siria, Afganistán, Eritrea... son conscientes de que su futuro está en este país y hacen lo que está en su mano para sentirse al 100% integrados

Los Beck son un matrimonio que ya lo ha visto casi todo. Después de tener un hijo y vivir durante los últimos diez años en Afganistán, esta pareja ha decidido volver a Altensteig (a las puertas de la Selva Negra alemana) para convertirse en los nuevos padres de siete niños, todos ellos refugiados; una siria, cuatro eritreos y dos afganos. "Es todo un desafío", repite ella.B. D. C
Thomas Röhm, líder del proyecto "Casas de la Esperanza" camina en el jardín que comparten 15 familias -alemanas y de refugiados- en Leonberg, una pequeña localidad al oeste de Stuttgart (Alemania). Se trata del primer proyecto de convivencia tan extrema con refugiados en el país. Y él se siente muy orgulloso: "Al final los alemanes tendrán que entender que tendremos que convivir con refugiados sí o sí", sentencia.B. D. C
Dos afganos menores de 18 años cocinan en una de las casas de acogida a las afueras de Bremen (norte de Alemania). Llegaron solos a la ciudada federal en 2015 y poco a poco se han ido integrando con los vecinos y la población local. Ahora estudian en un colegio para alemanes y están aprendiendo el idioma a toda velocidad. En la foto, ambos jóvenes bromean mientras cocinan para el resto de compañeros de hogar.B. D. C
"Por favor, apoyen a este pequeño hombre y asístanle para que pueda vivir a salvo". Así terminaba una carta de uno de los maestros de Bismillah Amiri, un joven afgano de 16 años. En la misiva, dirigida claramente a alguna autoridad de la UE, se explican las amenazas y presiones que Bismillah soportaba en su país por pertenecer a una etnia poco adecuada para el momento y el lugar donde vivía. Es hazarí, y huyó sólo, sin su familia, en 2015 por las amenazas de muerte que recibía constantemente de grupos talibanes y extremistas en Afganistán. Ahora se evade de un pasado tenebroso mientras dibuja en un taller de pintura que los voluntarios de Bremen (al norte de Alemania) han organizado en el interior de una fábrica abandonada. "Aquí me siento seguro", asegura.B. D. C
El metro en Stuttgart (sur de Alemania) está lleno de carteles informativos sobre qué está pasando en Irak y Siria, por qué cientos de miles de personas están huyendo hacia Alemania y cuáles son las consecuencias.B. D. C
El metro en Stuttgart (sur de Alemania) está lleno de carteles informativos sobre qué está pasando en Irak y Siria, por qué cientos de miles de personas están huyendo hacia Alemania y cuáles son las consecuencias.B. D. C
Los voluntarios de Bremen (norte de Alemania) han habilitado una de las enormes salas de una fábrica cercana al puerto para abrir un taller de pintura. Unas cinco alemanas hablan con ellos mientras pintan y se olvidan del pasado oscuro y turbulento que estos jóvenes han podido atravesar. "Pintando se evaden", comentan las voluntarias.B. D. C
María y Kerim, de la organización de voluntarios Marhawan, acaban de ganar un premio de 25.000 euros por un proyecto con refugiados jóvenes. La organización ofrece apoyo a una decena de voluntarios locales que, tres o cuatro días a la semana, planifica actividades culturales para realizar con los menores extranjeros. Desde ir al cine, visitar un museo, pasear, ir a un restaurante... El dinero ahora lo utilizarán para elaborar un mapa con los lugares interesantes donde los propios refugiados se sienten a gusto en Stuttgart.B. D. C