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Los pasos perdidos de Idomeni

Crónica del cierre del campo griego y del traslado de los refugiados a nuevos campamentos oficiales

“El gobierno griego llevan días estrangulando la llegada de suministros al campo”, dice una médico voluntaria española. La estrategia de desgaste daba frutos, y muchas familias ya se preparaban para marcharse del campo la noche antes del desalojo. Ignacio Marín
El martes 24 de mayo, tras la movilización sin precedentes de más de 700 efectivos policiales traídos desde todo el país, el Gobierno griego acordonaba el campo y se disponía a desalojar y cerrar definitivamente el asentamiento.Ignacio Marín
Durante el primer día del desalojo, partieron desde el campamento 42 autobuses que trasladaron a casi 2.000 personas hasta los nuevos campos oficiales gestionados por el Ejecutivo de Atenas. “Seamos claros, esto no puede considerarse una reubicación voluntaria: esta gente no tenía otra alternativa, no se le dio información adecuada y la asistencia en el campo fue cortada drásticamente”, declara Loïc Jaeger, jefe de misión en Grecia de Médicos Sin Fronteras.Ignacio Marín
Muchos refugiados abandonaron el campo por sus propios medios para esconderse en las montañas por miedo a que la policía les deportara, y otros intentaron cruzar la frontera con Macedonia de forma ilegal.Ignacio Marín
Aspecto del campo una vez concluido el desalojo, el jueves 26 de mayo: tiendas destrozadas y objetos personales tirados por el suelo.Ignacio Marín
Los campos oficiales a los que fueron trasladados los refugiados (en la imagen, el de Sindos, son almacenes viejos, naves industriales y fábricas abandonadas dentro de las cuales se han instalado tiendas de campaña sin apenas espacio entre ellas.Ignacio Marín
Las condiciones de los nuevos campos están “muy por debajo de los estándares mínimos”, según denuncia Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. Ignacio Marín
Un refugiado se afeita en el campo de Sindos. En muchos campos, el número de duchas, letrinas y lugares de aseo personal son insuficientes para el cantidad de personas que viven en ellos.Ignacio Marín
Campo de Kordelia-Softex, donde fueron trasladados cerca de 1.200 refugiados procedentes de Idomeni. Está situado en un polígono industrial a las afueras de Salónica, rodeado por una cárcel y un mar de chimeneas industriales. Ignacio Marín
Una médico voluntaria se ve obligada a pasar consulta fuera del campo de Kordelia-Softex tras la negativa por parte de los militares que gestionan el recinto a permitirle acceso. Ignacio Marín
Una refugiada se agarra a la vaya del campo de Kalachori. “Cuando salimos de Idomeni nadie nos informó de adonde nos llevaban”. Ignacio Marín
Campo de Oreokastro, donde viven hacinadas 1.500 personas. El estado anímico entre los refugiados es una mezcla de angustia y desesperación. Muchos llevan meses varados en Grecia, y algunos tienen verdadera urgencia por llegar a su destino en Europa. Ignacio Marín
A Najib, habitante de Oreokastro, la metralla le arrancó un ojo en Alepo. Más tarde, ya en Idomeni, los gases lacrimógenos lanzados por la policía macedonia durante unos disturbios en el campo, hicieron reacción dañándole la prótesis ocular, que tuvo que ser retirada de urgencia. Ignacio Marín