No nos dejan morir en paz

Que se lo digan a Harrison Ford, o más bien a Han Solo. Por más que pidió dejar de existir, su personaje está dando guerra. Y es que la vida sigue a pesar de la muerte

Por muy tentador que parezca, le aseguramos que ser Han Solo no compensa. El personaje de Star Wars tendrá muy hinchada la cuenta corriente, pero también está harto de vivir. Debe ser el personaje que más veces ha esquivado una muerte tan segura como poco rentable. Y esa ha sido su pócima de la inmortalidad: que producía más dinero vivo que muerto. Hemos contado con la ayuda de expertos en anatomía, vitrificación, neurofísica, inteligencia artificial, robótica y, por supuesto, en Star Wars. ¿Con qué fin? Con el de analizar las posibilidades de seguir viendo con vida al piloto...

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Por muy tentador que parezca, le aseguramos que ser Han Solo no compensa. El personaje de Star Wars tendrá muy hinchada la cuenta corriente, pero también está harto de vivir. Debe ser el personaje que más veces ha esquivado una muerte tan segura como poco rentable. Y esa ha sido su pócima de la inmortalidad: que producía más dinero vivo que muerto. Hemos contado con la ayuda de expertos en anatomía, vitrificación, neurofísica, inteligencia artificial, robótica y, por supuesto, en Star Wars. ¿Con qué fin? Con el de analizar las posibilidades de seguir viendo con vida al piloto del Halcón Milenario, si George Lucas le hubiese hecho caso cuando le dijo: “Dame una muerte épica, George”.

Así llegó Han Solo

Pongámonos en situación. Corría 1976 y un carpintero de 34 años aspirante a actor, llamado Harrison Ford, realizaba unos trabajos en casa del productor de cine George Lucas. Este le pidió que diera la réplica a los actores que participaban en el casting para su próxima película, una historia intergaláctica. De aquella prueba salió el actor que interpretó a Han Solo: Harry, el carpintero. La película, Star Wars. Una nueva esperanza, arrasó en taquilla en 1977. Tanto, que se rodó una secuela, El imperio contraataca (1980). Pero Harry ya no era el mismo, su fama era imparable y andaba rodando una cinta de aventuras: Indiana Jones, en busca del arca perdida. En previsión de que el actor no quisiera aparecer en la tercera entrega de Star Wars, debido al éxito de su nuevo personaje, Lucas decide congelar a Han Solo al final de El imperio contraataca. Así se cubría las espaldas: si el actor aceptaba lo descongelaba y si no, moriría. Finalmente… sobrevivió.

Recuperar un órgano congelado ya es posible gracias a una sofisticada técnica

¿Qué pasa cuando hace frío?

¿Cómo superó el personaje ese trance? Físicamente era (y es) imposible, pero, claro, hay que tener en cuenta que Han es piloto de una nave espacial y que su mejor amigo es un gigante peludo. Dosis de realidad, las mínimas. German Díaz, miembro de la asociación Star Wars Catalunya, y experto en la saga, cuenta: “Permaneció un año congelado y cuando lo liberaron la única secuela que presentaba era una pérdida temporal de la visión”. Lluís Estrada, médico especialista en Neurofísica y director médico de Crionica.org (organización para investigar y divulgar todos los aspectos relacionados con la criónica), nos pone los pies en la tierra y explica: “Aproximadamente, por debajo de los 5º bajo cero el ser humano no sobrevive a no ser que se tomen medidas crioprotectoras”. La razón es muy sencilla, añade Estrada: “En la mayoría de los elementos biológicos, órganos, tejidos…, hay agua y cuando se solidifica forma cristales de hielo”, que irremediablemente dañan lo que hay a su alrededor. “Pero podríamos conseguir mantenerlo en perfecto estado si se usa la técnica de la vitrificación en lugar de congelación”, continúa Estrada. “Esta técnica se consigue usando unas sustancias crioprotectoras que mezcladas con agua no se solidifican formando cristales de hielo, sino que crean otro tipo de sólidos amorfos. Habría que controlar la proporción y la velocidad de enfriamiento. Con esta técnica los embriones humanos son preservados vivos y sin alteraciones”. Afortunadamente, los guionistas, amparados por la (ciencia) ficción, echaron una mano a Han Solo y pudo volver a la vida en la tercera película: El retorno del Jedi (1983).

Larga vida virtual

Por fin en esta secuela Han sí que muere, en el guion así estaba contemplado... pero no lo hizo, George Lucas lo resucitó antes de morir. Y es que no nos imaginamos a una Leia triste añorando al piloto y a su socarronería … ¿o no lo añoraría? Teniendo en cuenta el gusto de los guionistas por las comunicaciones vía holograma y las recreaciones 3D hechas con láser, seguro que algo se les hubiera ocurrido para ayudar a la princesa a superar su duelo. Además, ahora existen posibilidades tecnológicas capaces de recrear compañeros virtuales que, en 1983, eran impensables. ¿Verdad que sí Siri? Veamos cuál sería el resultado.

¿Hablar con una máquina?

De entrada, sería complicado que un Han Solo virtual tuviese una conversación realista con Leia; en primer lugar, porque si no se trata de una charla previamente grabada, la voz no se le parecería. Julio Prada, director general en España de Inbenta (empresa de desarrollo de software y asistentes virtuales), aclara por qué: “Hay programas que partiendo de un texto son capaces de reproducir una voz humana. Se basan en una estructura fonética y son tecnologías que usamos en navegadores GPS o asistentes de voz tipo Siri, pero fíjese que es la misma voz para todos. Técnicamente, se pueden crear voces nuevas a partir de voces reales, pero es un proceso tedioso. Crear conversaciones nuevas a partir de audios y vídeos de escenas cotidianas complicaría mucho la tarea de crear un asistente”. Por lo tanto, Han Solo hablaría como el señor que hay dentro del GPS o lo que es aún peor, como la señora.

Hacer una réplica virtual de un ser cercano y hablar con él sin darnos cuenta de que no es real, es imposible. Podríamos chatear con un avanzado sistema de inteligencia artificial

¿Y qué cosas diría? ¿Podríamos tener una conversación normal con él? Responde Carlos Balaguer, catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática en Robotics Lab de la Universidad Carlos III. “Si nos comunicásemos con esa persona virtual por chat de texto se podría tener una conversación realista, pero siempre que haya habido un trabajo previo de aprendizaje de comportamiento, almacenamiento de ingentes cantidades de datos de la persona en cuestión y técnicas de inteligencia artificial que nos permitan usar de forma lógica todos esos datos. Para entablar un diálogo automático de voz el sistema podría memorizar miles y millones de palabras, pero la conversación sería más informativa que inteligente. Por ejemplo: ‘¿Qué tiempo hace? Frío’. Mantener con él diálogos más ingeniosos es difícil”.

Las arañas de las redes son legales

Con las fotos, vídeos y comentarios que usted ha diseminado por Twitter, Facebook, Instagram... cualquiera podría hacer un perfil suyo muy aproximado, pero no sería legal. “Google dispone de arañas que rastrean Internet para captar información, pero solo pueden recopilar la que es pública. En cuanto los datos estén en una página que requiera usuario y contraseña quedan automáticamente excluidos”, afirma Julio Prada, director de Inbenta. Aunque usted haya aireado su vida en las redes esa información no es pública.

Pedro Moreno, ingeniero y director del área de investigación de reconocimiento de voz de Google en Nueva York, añade: “Se trabaja en personalizar los asistentes de voz, pero no para que se parezcan más a una persona en cuanto al tono, sino para que realmente podamos conversar con ellos (tableta, ordenador…) y preguntarles: ‘¿Va a llover mañana?’ En lugar de: ‘Pronóstico del domingo, 12 de diciembre en Madrid”. En todo caso: “La voz es reflejo de la inteligencia, el carácter y personalidad de un individuo, así que una recreación virtual sonará parecida, nunca igual. Afortunadamente, replicar a un ser cercano e interactuar con él sin darnos cuenta de que no es él, es imposible”, razona Joaquín González-Rodríguez, catedrático de Teoría de la Señal y Comunicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid.

Conclusión. Leia podría charlar con Han como usted habla con uno de los asistentes telefónicos del 90% de las compañías de servicios: de forma muy concisa, repetitiva, desganada y con un final cantado: va a colgar (muy) cabreado.

El poder de unos muñecos

Aún no está claro el motivo por el que George Lucas se empeña una y otra vez en no darle sepultura al personaje, a pesar de la insistencia de este. El propio Harrison Ford nos da la respuesta en una entrevista concedida a la cadena americana ABC: “Yo debería haber muerto en el episodio VI, pero George pensó que no vendería juguetes de Han Solo muerto”. Y es que Lucas tenía un acuerdo por el que los derechos del merchandising de la saga eran suyos. Han vuelve a sobrevivir, esta vez gracias a un montón de muñecos. 37 años después ahí sigue, en la galaxia.

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