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Un museo en casa

Luz, espacio y arte. La casa del artista Damián Aquiles en La Habana es un museo. Sus obras decoran cada rincón de la vivienda conviviendo con lámparas y muebles reciclados que tienen un papel protagonista.

El pasillo que vertebra la casa, donde se integra el estilo colonial con la obra del artista.Mark Luscombe-Whyte
En familia. Damián Aquiles, Pamela Ruiz y su hijo Bastian Silvestre, a la entrada de su casa.Mark Luscombe-Whyte
Esencia cubana. La presencia de colores, texturas y materiales locales, que se reflejan también en la obra de Aquiles, están presentes en el interior. El papel estampado, el escritorio y el suelo de baldosas son originales de la casa. El sofá y los sillones son de los años cincuenta; el candelabro, de cristal de Bohemia; los ceniceros, de Murano, y el florero pertenece a la década de los cuarenta.Mark Luscombe-Whyte
Exterior. La presencia de una gran pared blanca rompe en el patio con el viejo estilo. La obra de Aquiles trae los colores de la isla; la naturaleza frondosa, el aire tropical.Mark Luscombe-Whyte
Tiempo para el descanso. El viejo estilo de La Habana se hace más patente en la habitación. La cama y el buró de principios del siglo XX son originales de la casa. En la pared, un cuadro del artista.Mark Luscombe-Whyte
Detalles. Obra de la serie Construyendo mi silencio, de Aquiles. Delante, una mesa con ceniceros de cristal de Murano.Mark Luscombe-Whyte
Entre fogones. La cocina es uno de los espacios más alegres de la casa. En las paredes afloran capas viejas de pintura que contrastan con el aire moderno de los estantes y de la lámpara, de Crate and Barrel. Los vasos y jarrones americanos son de los cincuenta, y las fotografías de la derecha son originales de Spencer Tunick.Mark Luscombe-Whyte
Inspiración. Todas las habitaciones tienen vistas al jardín, donde se ubica el estudio del artista.Mark Luscombe-Whyte
Mezcla de estilos. La pintura desconchada convive en este rincón del salón con lámparas de cristal de West Elm.Mark Luscombe-Whyte
El baño. El amplio espacio, la luminosidad y los techos altos hacen que parezca una habitación más. El mueble es de un barco del siglo XIX; la lámpara, de los años cuarenta, y el jarrón, chino.Mark Luscombe-Whyte