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17 historias en 17 lugares donde el matrimonio homosexual es posible

El País Semanal introdujo una serie de cambios de diseño en octubre de 2013, entre ellos la portada. La primera estuvo dedicada al matrimonio homosexual. 17 parejas de países donde se permite casarse a personas del mismo sexo contaron su historia.

España. Trapo, el perro de Emilio Menéndez y Carlos Baturín, recibe a los extraños ladrando y haciendo amago de dar un mordisco. A veces, incluso, los da. Entonces Emilio, por el que el can siente debilidad, lo coge en brazos y te invita a acariciarlo. Tras esa presentación, estarás a salvo de sus malas pulgas… O eso dicen. La pareja –asturiana por parte de Emilio y estadounidense por la de Carlos– recibe en su ático de la céntrica calle de Fuencarral (Madrid), aunque retrasan el momento de hacerse la foto porque el sol baña su terraza y, para colmo, se les ha averiado el aire acondicionado. Así que bajamos a una terraza a charlar. Al preguntarles su edad, Emilio dice: “59… bueno, no, 58. Voy siempre un año adelantado porque quiero jubilarme”, dice este escaparatista. Carlos ya está jubilado y calla su edad, aunque concede que son bastantes más que los de su marido. Pura coquetería. La pareja se conoció el 15 de febrero de 1975 en una cafetería y entonces ya Carlos calló su edad. “Para cuando me enteré, ya era tarde”, sonríe Emilio.

Año 2005. El PSOE está a punto de aprobar el matrimonio homosexual. Ambos están pendientes. La ley se aprueba un domingo y el lunes, 4 de julio (Día de la Independencia de Estados Unidos), Carlos va al registro a presentar la documentación. “Y el lunes siguiente nos casamos. Fuimos los primeros en España por casualidad”, dice Emilio. El día de la boda se presentaron en Tres Cantos un centenar de periodistas y se asustaron. “No sabes si te estás exponiendo a los insultos”, cuentan. Pero al final se animaron a dar la cara “por responsabilidad”. La madre de Emilio, de 88 años, vivió el momento sentada a su vera. Falleció tres años más tarde. “Nuestra vida no ha cambiado”, empieza Emilio. “Tenemos conciencia de que somos una pareja legal. A veces mis familiares no sabían cómo presentar a Carlos. Ahora dicen: ‘El marido de mi hermano’. Es una sensación muy agradable. Casarse es la solución definitiva”. Muchos de sus amigos se han casado y ven con alegría cómo cada vez más países aprueban el matrimonio homosexual. Cuando el PP llegó al poder, temieron que les arrebataran lo conseguido. “Hasta que un amigo juez me contó que el Constitucional había confirmado la norma”, dice Carlos, el más dominante de los dos. Emilio lo lleva con comprensión y cariño. Y confiesa una espina: el rechazo a su matrimonio por parte de la Iglesia. Ha intentado apostatar sin éxito. “En fin, lo ha aprobado todo el mundo menos los obispos”, termina con sorna.

Texto: Carmen Pérez-Lanzac

James Rajotte

Francia. Vincent Autin, de 40 años, diplomado en la Escuela de Comercio, militante socialista, trabajador en la oficina de turismo de Montpellier y presidente de la Asociación Orgullo Lésbico y Gay de esta ciudad, se casó con su pareja, Bruno Boileau, de 30 años, funcionario, el 29 de mayo pasado. Su boda fue el primer matrimonio gay celebrado en la historia de Francia. Tras muchos meses de agitación callejera, de maratonianas sesiones parlamentarias marcadas por el filibusterismo de la derecha, que presentó cerca de cinco mil enmiendas, la ofensiva orquestada por la Iglesia católica y amplificada por los medios de comunicación conservadores contra las bodas gais acabó generando una oleada de ataques violentos. Pero el 29 de mayo Vincent y Bruno se convirtieron en el símbolo de la ley Matrimonio para todos, una promesa electoral del socialista François Hollande a la que dio forma la ministra de Justicia, Christine Taubira. En los primeros tres meses, 600 parejas homosexuales se han casado en 50 ciudades distintas. “Francia sigue siendo un país laico, pero se vio que la cultura tradicionalista católica prefiere la Biblia a la República, la religión a los derechos”, explica Vincent Autin. “Las protestas han creado muchos niños y jóvenes homófobos”.

Texto: Miguel Mora

James Rajotte

Portugal. En un bonito, alto y luminoso piso del centro de Lisboa viven Mariana Martins (de 36 años) y Marta Morgado (de 37), casadas en 2011, un año después de que en Portugal, en enero de 2010, se aprobara la ley que permitía el matrimonio para personas del mismo sexo. No fue fácil. Toda la izquierda parlamentaria, que entonces contaba con mayoría en la Asamblea, votó a favor; el centro-derecha que actualmente gobierna Portugal lo hizo en contra. La ley necesitó además una consulta previa al Tribunal Constitucional para saltar a la calle. Pero lo hizo el 5 de junio de ese año. Dos días después comenzaban las bodas.

Hoy también es junio. Por la tarde hace mucho calor en Lisboa. Al lado de sus dos madres, incansable, persigue coches y balones Matías, un chico de un año que aprende con esa facilidad que solo tienen los niños los dos idiomas que se usan en la casa: el portugués y el de sordos, ya que Marta no oye. Viven juntas desde 2005. Pero necesitaban dar ese paso legal antes de comenzar a tener hijos. No solo para reducir trampas legales y burocracias. También, como asegura Mariana, era una simple cuestión de derechos. “Se casa el que quiere. Pero el que quiere y no puede, simplemente es objeto de una discriminación”, añade tajante. Marta asiente en silencio.  

Se casaron. Es verdad que son matrimonio. Es verdad, como dice Mariana, que la sociedad lusa las acepta ya sin mucho problema, que su vida cotidiana discurre con placidez, y pone como ejemplo la reciente inscripción del niño en la guardería: “El empleado no puso ninguna cara rara. Con toda la normalidad del mundo, escribió los nombres de las dos madres”, explica. Pero también es verdad que aún faltan cosas: Matías es solo hijo legal de Mariana, ya que aún no se ha aprobado la ley que permita que las parejas del mismo sexo adopten conjuntamente o compartan los niños. El texto se encuentra en el Parlamento, pero estas dos mujeres desconfían y temen que se retrase indefinidamente.

Y el tiempo juega en su contra. Siempre lo ha hecho. Mientras, enseñan a Matías los dos idiomas de la casa y las dos palabras que en portugués se usan para decir madre: una es mai, y es la que el niño emplea para dirigirse a Marta; la otra es mamã, y Matías la reserva para Mariana.

Texto: Antonio Jiménez Barca

Pedro Guimarães

Dinamarca. Ole Santos (de 41 años) y su esposo, Michael (de 43), se casaron en 2012, el mismo año en el que el matrimonio entre personas del mismo sexo se convirtió en legal en Dinamarca. La aprobación de la ley, que permitía las ceremonias civiles y religiosas, celebradas por la Iglesia evangélica luterana danesa, se llevó a cabo el 15 de junio de 2012 y convirtió a Dinamarca en el undécimo país del mundo en legalizarlo. Pero Dinamarca había sido pionera en la materia al reconocer legalmente a las parejas del mismo sexo, a las que garantizaba derechos jurídicos, fiscales y obligaciones desde 1989, cuando aprobó una ley de uniones civiles. Entre otros, incluía el derecho de adoptar en forma conjunta, en vigor desde 2010.

Desde 2006 se venían sucediendo las peticiones por parte de diputados del Partido Social Liberal para aprobar una ley de matrimonio neutral al género, pero, como recuerdan Ole y Michael, no sería hasta finales de 2011, con la entrada en escena del nuevo ministro de Igualdad y de Asuntos Eclesiásticos de Dinamarca, Manu Sareen, cuando se dio un impulso definitivo a su aprobación, que contó con 85 votos a favor y 24 en contra.

Después de tres años juntos, conocer a una sacerdote danesa lesbiana influyó en Ole y Michael en su elección a la hora de celebrar una ceremonia religiosa oficiada por ella. Nunca han ocultado su homosexualidad a su familia, quienes apoyaron su decisión, felices y convencidos de que estaban haciendo lo correcto, y han sido los primeros de su círculo de amigos en contraer matrimonio en una ceremonia religiosa, y no civil, entre dos personas del mismo sexo.

Están felices de que, finalmente, en 2012 se haya reconocido por ley el matrimonio neutral de género, pero consideran que aún queda camino por recorrer para reconocer completamente los derechos de las parejas del mismo sexo, especialmente en materia de adopción. Algo que no se plantean a nivel personal, pero que afecta a muchos de los matrimonios que quieren adoptar en Dinamarca. Un país en el que, nos cuentan, no se aprecian diferencias significativas entre la capital y el resto en materia de aceptación de los matrimonios del mismo sexo por parte de la sociedad. Ole y Michael se establecieron en un entorno alejado del centro de Copenhague y su adaptación y aceptación ha sido total por parte de sus nuevos vecinos.

Texto: M. Carmen Voces

Martin Dyrlov

Holanda. “Vivía con una chica y un día me dije que ese no era yo. Había llevado una vida heterosexual, de modo que pensé que lo mejor sería acudir a un bar de gais. Me disponía a marchar cuando entró él: un hombre hermoso, especial. Nos miramos, se sentó y hablamos y hablamos. De cine, música, arte… De eso hace 31 años. Y seguimos juntos”. El que recuerda es Boris Dittrich, de 58 años, jurista, antiguo líder de los liberales de izquierda holandeses y actual embajador de Human Rights Watch para las minorías sexuales. El que apareció en su vida en el momento oportuno es el escultor Jehoshua Rozenman, nacido en Israel, que llegó con 21 años a Holanda para estudiar en la Real Academia de Arte. Tras 24 años de convivencia, la pareja contrajo matrimonio en 2006 en Ámsterdam. Cinco años antes, el 1 de abril de 2001, había entrado en vigor la Ley del Matrimonio Gay, la primera del mundo y que recorrió un largo camino. “Aunque los heterosexuales creen que una ley así lo arregla todo, hay que trabajar para evitar violaciones de los derechos humanos”, dice Dittrich. “Pienso en los gais residentes en asilos, los ingresados en psiquiátricos o dependientes por su salud. La tolerancia precisa de la participación activa de todos”.

Texto de Isabel Ferrer

Marc Driessen

Argentina. Claudia Castrosín es activista lesbiana. Tiene 38 años y desde hace 15 coordina La Fulana, un grupo de mujeres con su misma orientación sexual que se reúnen para divertirse y compartir “herramientas para defenderse en la escuela, el trabajo, la familia”. Allí, hace ocho años, en 2005, conoció a su actual esposa, Flavia Massenzio, una abogada que ahora tiene 37. “Ella estaba en pareja y yo también, era medio complicado, pero había algo fuerte que nos impulsaba a estar juntas”, cuenta Claudia. Cada una se separó y a los seis meses estaban viviendo bajo el mismo techo y soñando con casarse. El entonces diputado y expresidente argentino Néstor Kirchner fue quien en 2010 impulsó la ley del llamado matrimonio igualitario. Desde entonces, más de 7.000 parejas del mismo sexo se han casado en Argentina. Claudia y Flavia querían contraer matrimonio por militantes y por su deseo de ser madres. El 18 de noviembre de 2010 se casaron, y cuando Flavia estaba en tratamiento de inseminación artificial, unos familiares les pidieron que se hicieran cargo de su bebé. En septiembre de 2011 recibieron la guarda judicial. Estefi ya cumplió dos años. Llama “mamá” a Claudia y “mami” a Flavia, que ha reanudado el tratamiento en búsqueda del segundo hijo.

Texto: Alejandro Rebossio

Mariana Eliano

Nueva York (Estados Unidos). George Constantinou (Nueva York, de 37 años) y Farid Ali (Bogotá, de 48) se conocieron en 2001 a través de una web de citas; en 2002 decidieron comprometerse. “Yo trabajaba para el Departamento de Tecnología de Nueva York y George era gerente de un restaurante en Brooklyn. Entonces surgió la idea de abrir un negocio juntos”, explica Farid. Tras hacer varios cursos de negocios, en 2005 decidieron abrir el Bogotá Latin Bistro. En 2009, después de ocho años de relación y cuando diversos Estados en el país comenzaron a permitir el matrimonio homosexual, la pareja se planteó casarse, pero no lo hicieron. “Sentimos que no era justo, no se respetaba esta unión si nos casábamos en otro Estado, mientras que en el que vivimos, Nueva York, no lo reconocía aún”, explica. Dos años después comenzaron las reivindicaciones en este Estado, y George y Farid se implicaron en la campaña y aparecieron en un vídeo defendiendo “la equidad”. “Después de estos años de lucha, te puedes imaginar que la decisión del Tribunal Supremo de resolver que la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA) es inconstitucional ha sido una gran victoria. El Supremo ha conseguido que podamos mirar al mundo y decirle: ‘Mira, soy igual que tú”.

Texto: Carolina García

James Rajotte

Suecia. Stian Raneke, de 35 años, y Jonas, de 33, se casaron en Estocolmo en 2011, dos años después de que la ley que aprobaba el matrimonio entre personas del mismo sexo entrara en vigor en Suecia. Una aprobación que contó con el apoyo de seis de los siete partidos con representación parlamentaria, con la excepción del demócrata cristiano, y obtuvo el respaldo de la Iglesia evangélica luterana, la mayor en el país. Para ellos fue la culminación de algo a lo que aspiraban desde que en 1995 se creó un registro de uniones civiles en Suecia, el tercer país del mundo, tras Dinamarca y Noruega, en reconocerlas legalmente, y a las que se dio beneficios, protecciones y responsabilidades similares al matrimonio. Incluida la adopción, desde 2003, y la fertilización in vitro para las lesbianas, desde 2005. Aunque las uniones eran un asunto exclusivamente civil y no podían celebrarse por la iglesia, sí podían ser bendecidas por los sacerdotes de la Iglesia luterana de Suecia desde enero de 2007.

Jonas, que trabaja como abogado en la Agencia estatal de Impuestos de Suecia, y Stian, anestesista de ambulancia, siempre se han sentido integrados en sus respectivos entornos laborales y respaldados por sus compañeros, que ven con normalidad su relación y se interesan por ella.

Texto: M. Carmen Voces

Baldur Bragason

Sudáfrica. Declan Hughes y Kerry May se dieron el “sí, quiero” el 26 de octubre de 2007, apenas 11 meses después de que Sudáfrica legalizara los matrimonios del mismo sexo. La pareja reside en Ciudad del Cabo, el área tradicionalmente más tolerante con los homosexuales y destino de turismogay friendly. Ambos tienen 54 años y regentan sus negocios relacionados con la venta de alfombras de lujo y la pintura, respectivamente. Ahí terminan los puntos en común. Declan descubrió su homosexualidad en la adolescencia. Desde entonces, tuvo que driblar con comentarios jocosos e insultantes en su pequeña y cerrada localidad natal costera de Port Elizabeth. Kerry inició su vida adulta al lado de una mujer con la que tuvo tres hijos. “Sus amigos saben y aceptan que estos chicos tienen dos padres”, resume Hughes para enfatizar que la Sudáfrica democrática “no discrimina a las parejas del mismo sexo”, aunque reconoce que “los homosexuales negros que viven en guetos (townships)” aún sufren “muchos prejuicios”. En abril, los diarios sudafricanos informaron de la boda de dos zulúes de 27 años. El mérito es que se casaron en una ceremonia tradicional para romper barreras mentales. “Ser homosexual es igual de africano que ser negro”, dijeron.

Texto: Marta Rodríguez

Isabel Pinto

Noruega. Ane Emile (de 31 años), jefe de proyecto en una empresa escandinava de construcción y desarrollos, y su mujer, Marte Skogtrø (de 32), coordinadora de eventos y programas en una agencia de comunicación, forman uno de los 269 matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados el año pasado en Noruega. Una cifra anual que se ha mantenido estable desde que el proyecto de ley del matrimonio neutral al género fuera legalizado en el país el 1 de enero de 2009. Después de tres años de convivencia, Ane Emile y Marte cuentan que su decisión de casarse fue la más natural en una pareja que se quiere. Contaron con el respaldo de sus familias, felices de ver que daban el paso después de haber estado juntas un tiempo. Según varias encuestas, crece el apoyo de la sociedad noruega al matrimonio entre personas del mismo sexo, rondando el 70%.

Ane Emile y Marte se plantean tener hijos en el futuro, pero aún no han decidido si adoptarán o recurrirán a la inseminación artificial. En Noruega, cuando dos mujeres se casan y una queda embarazada, ambas tienen todos los derechos de maternidad desde el momento de la concepción.

Texto: M. Carmen Voces

Haakon Harris

Islandia. Raggy Gudmundsson tiene 35 años, y su esposo, Lloyd, 44. Se casaron en una ceremonia religiosa celebrada en Reikiavik durante la Noche de la Cultura de 2012. El enlace entre personas del mismo sexo en Islandia se había aprobado un par de años antes, el 23 de marzo de 2010. La llegada al poder en 2009 de un Gobierno de coalición entre los socialdemócratas y el Movimiento Izquierda-Verde impulsó la elaboración de una ley única de matrimonio, que fue aprobada por 49 votos a favor y ninguno en contra un año después. El mejor ejemplo de la naturalidad con que se aceptan estos enlaces en la sociedad islandesa, recuerda Raggy, lo protagonizaron la entonces primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttir, y su pareja, la escritora Jónína Leósdóttir, al casarse el mismo día en que entró en vigor la ley.

Ambos señalan el año 2001 como el punto de inflexión en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales, marcado por la aprobación del matrimonio neutral al género en Holanda. A partir de ese hito, todo ha ido más rápido. Creen que, a pesar del rechazo a las leyes que pretenden reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, la oposición es testimonial y existe un apoyo mayoritario de la sociedad.

Texto: M. Carmen Voces

Bragi Thor

México DF. Cuando, hace ocho años, Lol Kin Castañeda llegó al hospital en ambulancia, inconsciente y acompañada de su pareja, Judith Vázquez, la clínica aguardó tres horas hasta que llegara el primer familiar reconocido. “Usted no puede firmar, ni tomar decisiones’, le dijeron”, relata Lol Kin, de 37 años. “En esos momentos, un minuto podía decidir mi vida, y no había nadie más cercano que ella para mí”, pero tampoco existía ningún papel legal que lo acreditara, porque el matrimonio homosexual aún estaba prohibido en México. La mujer recuerda “con dolor” la escena en su casa del Distrito Federal, la primera ciudad de América Latina que reconoció, en noviembre de 2009, los matrimonios entre personas del mismo sexo. Lol Kin y Judith fueron la primera pareja lesbiana que contrajo matrimonio en Latinoamérica, y en gran medida gracias al trabajo de ambas. Se conocieron en 2001, cuando Judith (teóloga, de 48 años) era coordinadora de una pastoral de la diversidad sexual. Meses antes de la aprobación del matrimonio homosexual en la capital, aún hoy la única entidad del país donde está regulado, Castañeda aceptó pelear por la causa en la Asamblea Legislativa. Unas 2.000 parejas se han casado desde entonces.

Texto: Paula Chouza

Beto Adame

Bélgica. Un militar de alta graduación al que sus superiores felicitan tras casarse con otro hombre. Una niña de cuatro años que cuando un compañero le dice que su padre tiene un coche más grande, ella responde con orgullo: “Pues yo tengo dos papás”. La historia de amor de Joris Gilleir y Olivier Brouckaert anula los tópicos y muestra hasta qué punto la batalla por la igualdad parece ganada en lugares como Bélgica.

No son detalles demasiado extraños en un país donde el primer ministro es abiertamente gay, varios ministros están casados con hombres y en 2003 se convirtió en el segundo del mundo –después de Holanda– en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero, atención, avisa el comandante Gilleir. No todo está resuelto. “En los últimos meses, especialmente desde la aprobación del matrimonio para todos en Francia, ha habido un repunte de agresiones y actitudes homófobas”, asegura desde la terraza de su piso del centro de Bruselas.

Gilleir y Brouckaert (de 43 y 41 años, respectivamente) se conocieron a través de una página web de contactos en 2006, cuando el primero estaba destinado en Sarajevo y el segundo ocupaba su plaza en el Ministerio de Finanzas en la capital belga. Chatearon y se gustaron, pero la distancia impidió que la cosa fuera a más. Un día de 2007, ya los dos en Bruselas, se encontraron por casualidad en un acto en el Ayuntamiento, en la archifamosa Grand Place. A los dos años se casaban en ese mismo sitio. Si Joris y Olivier firmaron papeles para formalizar su relación es por la hija que los dos han tenido con una mujer que conocieron también a través de Internet. Ella quería ser madre y ellos padres, así que ahora la niña tiene dos hogares con tres progenitores a los que se les cae la baba con las gracias de la pequeña. 

Joris es el padre biológico. Tenía miedo de dejar desprotegido a Olivier si un día ocurría algo y no se le reconocía la paternidad de la niña que está educando. Dejó atrás sus reservas ideológicas en contra de la institución que tanto había criticado y pronunció aquello de “sí, quiero”. Hoy es feliz por haber dado el paso. ¿Por qué resulta importante que los Estados reconozcan que la unión entre dos hombres o dos mujeres es la misma que la de una pareja heterosexual? “Era indispensable. Solo así hemos salido del apartheid”, responde muy serio el militar. Su marido, más tímido, asiente. Solo así tienen la seguridad de que su familia merece la misma protección que las demás.

Texto: Luis Doncel

Natalie Hill

Uruguay. Sergio Miranda, de 45 años, y Rodrigo Borda, de 39, son reconocidos productores audiovisuales y editoriales de Uruguay y también constituyeron el segundo matrimonio entre personas del mismo sexo en su país, el pasado 22 de agosto. El primero se celebró in extremis porque uno de los integrantes de la pareja padecía un cáncer terminal. En cambio, la boda de Miranda y Borda fue la primera que se hizo pública. Ninguno de los dos anhelaba casarse, pero decidieron hacerlo como un apoyo a la ley de matrimonio gay que se aprobó en abril pasado en Uruguay, el país donde logró mayor respaldo parlamentario en el mundo, y también como un medio para naturalizarlo en su sociedad.

Se conocieron en 1999 en una discoteca gay de Montevideo. “Era tarde, la fiesta era medio fiasco y entonces vi a Rodrigo, charlamos y nunca más nos separamos”, cuenta Sergio. Según avanzaba este año el proyecto de ley de bodas homosexuales, a este se le despertó su “lado romántico”. Rodrigo dijo sí. A la ceremonia fueron sin traje y recibieron la bendición de un pastor evangélico gay. Nunca se imaginaron que iba a reunir a más de cien periodistas (de Uruguay y del resto del mundo). La fiesta será más adelante. No revelan fecha: quieren que sea íntima.

Texto: Alejandro Rebossio

Mariana Eliano

Nueva Zelanda. “Nuestra Iglesia no aprueba el matrimonio entre parejas del mismo sexo, así que vamos a cabrear al obispo”, asegura con una carcajada el reverendo neozelandés Bob Scott. A los 75 años, se casó el pasado 5 de octubre con Frantisek Riha, de 30, diseñador de moda de origen checo. El Parlamento neozelandés aprobó el matrimonio homosexual en abril de este año y la ley entró en vigor el 19 de agosto.

La pareja se conoció por Internet y comenzó una relación formal. La diferencia de edad no supuso un impedimento y, tras ocho años juntos, en marzo de 2012 decidieron formalizar lo que en Nueva Zelanda se conoce como una unión civil, el equivalente a la pareja de hecho. Pero Scott y Riha han ido más allá, llevando su unión al altar de la Iglesia anglicana. El pasado 5 de octubre, la pareja formalizó su matrimonio en el registro civil y acudió a la iglesia, donde tuvo lugar la ceremonia. A pesar de que la Iglesia anglicana no contempla el matrimonio homosexual, pronunciaron los votos nupciales frente al sacerdote. Scott ha asumido como un reto la defensa de los derechos de los homosexuales en la Iglesia anglicana: “No tengo ninguna intención de morirme antes de tiempo, esta es mi batalla y voy a lucharla”.

Texto: Laura M. Lombraña

Aaron K

Brasil. En noviembre de 2011, el estilista Carlos Tufvesson y el arquitecto André Piva vieron truncarse su sueño de casarse por la decisión de un juez de primera instancia que desestimó un pronunciamiento del Tribunal Supremo de Brasil a favor de que las parejas gais pudieran contraer matrimonio por lo civil. “Aquello nos dejó mal. Aun así, celebramos una boda para 700 invitados en la que mi madre dijo: ‘Por el poder que me otorga Dios y en virtud de las leyes del amor, os declaro casados”, recuerda Tufvesson conmovido. Dos años después del episodio, la pareja, que lleva 17 unida, pasó por la notaría el pasado 21 de septiembre, amparándose en la decisión del Consejo Nacional de Justicia (CNJ) del pasado 14 de mayo en la que se obliga a todas las notarías brasileñas a celebrar bodas civiles entre personas del mismo sexo y a equiparar las uniones estables homoafectivas a los matrimonios civiles. “Fue un día de ciudadanía”, explica. La decisión del CNJ supuso un paso más en la línea de lo dictaminado por el Supremo. Se puede decir que desde este año el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en Brasil. Pero el Congreso no se pronuncia al respecto, generando una gran contradicción jurídica.

Texto: Francho Barón

Rafael Fabrés