Una mirada turbia

Este sujeto, que es el presidente de la Comunidad de Madrid, para los madrileños es un “señor” en el sentido de un extraño.

VICTOR R. CAIVANO

Este sujeto, que es el presidente de la Comunidad de Madrid, para los madrileños es un “señor” en el sentido de un extraño. Como ese hombre que aparece un día por tu casa y del que tu madre te dice:

–Desde ahora este señor será tu padre.

Y tú le miras al señor los zapatos, y el bigote, y el botón a punto de desprenderse de la chaqueta negra, y te parece un extraño total, un tipo venido de otro mundo, un marciano. A los que vivimos en Madrid un día nos dijeron:

–Desde ahora este señor será vuestro presidente.

Y nosotros nos fijamos en el cuello de iguana de su camisa...

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Este sujeto, que es el presidente de la Comunidad de Madrid, para los madrileños es un “señor” en el sentido de un extraño. Como ese hombre que aparece un día por tu casa y del que tu madre te dice:

–Desde ahora este señor será tu padre.

Y tú le miras al señor los zapatos, y el bigote, y el botón a punto de desprenderse de la chaqueta negra, y te parece un extraño total, un tipo venido de otro mundo, un marciano. A los que vivimos en Madrid un día nos dijeron:

–Desde ahora este señor será vuestro presidente.

Y nosotros nos fijamos en el cuello de iguana de su camisa, y en las dificultades del cuello de su cuerpo para sobrevivir a las estrechuras del cuello de la iguana, y le miramos a los ojos y nos devolvió una mirada turbia, muy, muy turbia, y le contamos las pulseritas que llevaba, tan mayor, en la muñeca, y vimos luego las fotografías del piso de Marbella que le trajeron los Reyes, y el conjunto nos recordó a un maniquí que de pequeños nos daba mucho miedo.

Total, que no nos pareció nuestro presidente, sino un señor. Y no era solo porque no le hubiéramos votado, no, pues en Madrid estamos acostumbrados a que la gente no pase por las urnas. Fíjense en Ana Botella, de la que un día nos dijeron:

–Esta señora es vuestra alcaldesa.

Y su cara era idéntica a la de la madrastra de Blancanieves, es decir, otra señora en el peor sentido de la palabra. Así que no era porque no hubiéramos votado a González, sino porque intuimos que había en él algo profundamente ajeno a nuestros intereses. Y coño, qué olfato, porque va a lo suyo.

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