Un retroceso de ciencia ficción

A la persona de esta fotografía le costó un ojo manifestarse durante la huelga general del 14-N en Barcelona. Lo que veníamos llamando "espíritu de las leyes" ha desaparecido

Massimiliano Minocri

A Ester Quintana, la persona de la imagen, le costó un ojo de la cara manifestarse durante la huelga general del 14-N en Barcelona. Lo del ojo de la cara no es un chiste fácil, ojalá fuera eso, un chiste idiota y no un ejemplo más de la deriva del pensamiento figurado hacia las costas del pensamiento literal. Significa que vivimos momentos de implosión filosófica. Lo que veníamos llamando, por ejemplo, “espíritu de las leyes” ha desaparecido. Las leyes se han quedado en el mero cuerpo, en su literalidad más prosaica, de la que se beneficia la peña de guante blanco, un modo de decir los ricos, ...

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A Ester Quintana, la persona de la imagen, le costó un ojo de la cara manifestarse durante la huelga general del 14-N en Barcelona. Lo del ojo de la cara no es un chiste fácil, ojalá fuera eso, un chiste idiota y no un ejemplo más de la deriva del pensamiento figurado hacia las costas del pensamiento literal. Significa que vivimos momentos de implosión filosófica. Lo que veníamos llamando, por ejemplo, “espíritu de las leyes” ha desaparecido. Las leyes se han quedado en el mero cuerpo, en su literalidad más prosaica, de la que se beneficia la peña de guante blanco, un modo de decir los ricos, los políticos, los parientes del Rey. Según el espíritu de las leyes, por poner un ejemplo, un militante del PP, o de otro partido, no debería presidir el Tribunal Constitucional. ¿Qué hacemos? Pues nos agarramos como a un clavo ardiendo a su literalidad, y nada por aquí, nada por allá, ahí tienen a Pérez de los Cobos instalado en la silla. La implosión, que decíamos, el regreso a las formas más primitivas del pensamiento, la muerte de la metáfora. Pongamos la subida de las tasas universitarias. Podríamos decir, en sentido figurado, que cuestan un riñón. Eso era antes: ahora mismo hay chicas que las están pagando con la venta de sus óvulos. Estudiar les cuesta un óvulo, pero un óvulo literal. Mientras se lo extraen, quizá el nuevo tesorero del PP siga, como Bárcenas, trasladando de un sitio a otro el dinero a espuertas. A espuertas literales, es decir, en esos canastos de dos asas que en las obras utilizan para mover los escombros. Un retroceso de ciencia ficción.

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