Una matiné memorable

Para conseguir despliegue mediático, todo vale. Lo nuevo es presentarse en un bar un domingo, en vaqueros y con chistes estudiados. Éxito asegurado si se garantiza público afín.

Santi Burgos

El Gobierno no cesa en su afán de experimentar nuevas formas de comunicación con los ciudadanos, a los que siente distantes. A la novedosa pantalla de plasma a través de la cual se manifiesta Rajoy se suma ahora esta especie de club del chiste inaugurado por el trío de la foto un domingo por la mañana. Pons y Soria se quitaron la corbata, Cospedal se puso unos vaqueros y los tres se acercaron con regocijo primaveral a un bar ocupado por militantes del PP. Una reunión de apariencia íntima, sin preguntas incómodas, que garantizaba, en cambio, un considerable despliegue mediático. Ahí los tienen ...

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El Gobierno no cesa en su afán de experimentar nuevas formas de comunicación con los ciudadanos, a los que siente distantes. A la novedosa pantalla de plasma a través de la cual se manifiesta Rajoy se suma ahora esta especie de club del chiste inaugurado por el trío de la foto un domingo por la mañana. Pons y Soria se quitaron la corbata, Cospedal se puso unos vaqueros y los tres se acercaron con regocijo primaveral a un bar ocupado por militantes del PP. Una reunión de apariencia íntima, sin preguntas incómodas, que garantizaba, en cambio, un considerable despliegue mediático. Ahí los tienen sentados de manera informal sobre los típicos taburetes de monologuista, dándose codazos cómplices. Un Soria cómicamente perplejo, que confunde el déficit tarifario con el público; un González Pons que ha recorrido todos los registros del ­humor, deviniendo en el gracioso oficial del partido, y una Cospedal cuya explicación acerca de la “indemnización en diferido” de Bárcenas solo ha sido superada hasta el momento por las empanadillas de Martes y Trece. El minuto de oro de la actuación se lo llevó la secretaria general al anunciar entre risas que se iba a atrever a nombrar al extesorero del partido. Nadie la creyó, claro, pero tras unos segundos de tensión festiva, espectacularmente administrados, lo hizo, dijo “Bárcenas”, con todas las letras, y el respetable rompió en risas y aplausos. Hacía tiempo que el Gobierno, prácticamente desaparecido, no lograba una comunión tan clara con su público. Una matiné memorable desde cualquier punto de vista que se mire.

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