Cartas al director

Puesta en escena

Realmente debo felicitar al Govern de la Generalitat por la magnífica puesta en escena soberanista que lleva protagonizando desde hace unas semanas y que ha logrado priorizar el objetivo de los catalanes hacia el futuro de Cataluña como nación, que sueñan con un Estado propio.

Después de escuchar las fórmulas de soberanía, como que no es necesario que sea una república (lo que da a entender que el mismo Rey de España podría ser jefe del nuevo Estado, como Canadá y la reina Isabel II), o un Estado Libre Asociado (como Puerto Rico y Estados Unidos), son encajes de bolillos tan innecesario...

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Realmente debo felicitar al Govern de la Generalitat por la magnífica puesta en escena soberanista que lleva protagonizando desde hace unas semanas y que ha logrado priorizar el objetivo de los catalanes hacia el futuro de Cataluña como nación, que sueñan con un Estado propio.

Después de escuchar las fórmulas de soberanía, como que no es necesario que sea una república (lo que da a entender que el mismo Rey de España podría ser jefe del nuevo Estado, como Canadá y la reina Isabel II), o un Estado Libre Asociado (como Puerto Rico y Estados Unidos), son encajes de bolillos tan innecesarios como absurdos.

Es la táctica de desviar la atención de los temas realmente importantes: degradación del Estado de bienestar, pérdida de calidad de vida, crisis, desempleo, sanidad y educación mermadas, sueldos paupérrimos y condiciones laborales más propios del norte de África que de Europa.

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Cataluña fue pionera de los recortes y medidas unilaterales absolutamente impresentables, fuimos el campo de pruebas y precedente de lo que se iba a cocer en el resto de España y aunque nos llamemos Puig, González o Zumalacárregui, debemos mantener la cabeza fría y valorar qué nos jugamos realmente si CiU obtiene una mayoría absoluta, que es el único propósito de toda esta movida para las próximas elecciones del 25-N. Ellos juegan con el corazón, pero auguro que el resultado final no será tan idílico como sueña ese millón y medio que salió a la calle el 11-S y desembocará en una frustración popular realmente apoteósica e imprevisible. Así que menos banderas (española incluida), menos fronteras y más sentido común, por el bien de nuestros hijos.— Jerónimo da Silva Matz.

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