La maldición de los profesores de asturiano: “No podemos ser fijos, nos jubilamos o nos morimos siendo interinos”
Los docentes de lengua asturiana se rebelan contra un embrollo normativo que los condena a no poder conseguir plaza. Son 332 que enseñan a más de 25.000 alumnos desde infantil a bachillerato
Claudia Menéndez, 32 años, es maestra de lengua asturiana en Cancienes, en el centro del Principado. No es, admite, el típico pueblo bucólico asturiano. Pero a ella le gusta. La escuela es la misma en la que estudiaron sus padres, y el pueblo forma parte del concejo donde todavía viven sus abuelos. En su familia pasó lo mismo que en otros muchos lugares de España con lenguas minorizadas. Sus abuelos la hablaban. “Y lo siguen haciendo, salvo cuando les pones una grabadora o un móvil delante, entonces cambian de registro”, dice Menéndez. Pero en pleno franquismo decidieron no enseñársela a sus hijos. “Entendían que lo que ellos hablaban era castellano, pero mal. Y que a sus hijos tenían que enseñarles a hablar fino, como ellos dicen”. El asturiano desapareció de su familia una generación, y regresó, ya en democracia, con ella, que además decidió dedicarse a enseñar una lengua que más de 25.000 alumnos estudian hoy en colegios e institutos del Principado.
A Menéndez le gusta el trabajo, pero no tardó en descubrir que sobre el mismo pesa una especie de maldición. Ningún docente de asturiano puede conseguir un puesto fijo, porque no se pueden convocar plazas de la especialidad, así que están condenados a vagar de escuela en escuela, a veces hasta el día de su jubilación. “Nos exigen los mismos requisitos, la misma formación universitaria que al resto. Pero no tenemos plazas propias, y si nos presentamos a las oposiciones de otra especialidad, la experiencia nos cuenta la mitad. Yo llevo siete años trabajando y he pasado por siete colegios distintos. Y hay quienes llevan así décadas”, denuncia.
Ahora, más de un centenar de profesores —la mayoría mujeres relativamente jóvenes—, agrupados en la Asociación de Docentes d’Asturianu y Eonaviego/Gallego-asturiano, se han rebelado contra esa situación, y han emprendido una campaña, reuniéndose con sindicatos, partidos políticos y representantes públicos para exigir una solución. Menéndez es su presidenta.
El embrollo normativo que mantiene como interinos perpetuos a los 332 profesores de asturiano que están activos este curso tiene dos causas. Primero, que la lengua goza de protección legal en el territorio, pero no de rango oficial. Las formaciones de izquierda lo han intentado sin éxito, porque los partidos de derecha se oponen, y modificar el Estatuto de Autonomía requiere una mayoría de tres quintos en el Parlamento autonómico. Y segundo, que la normativa estatal es rígida, y solo permite convocar plazas de profesores de una lista fija de especialidades (Matemáticas, Filosofía, Física y Química, Portugués…), además de aquellas que se correspondan con una lengua cooficial en la respectiva comunidad autónoma.
La Consejería de Educación, dirigida por el PSOE, asegura, a través de una portavoz, que hace “todo lo que está en su mano” para que se cree la especialidad de asturiano y el profesorado pueda estabilizarse. Para conseguirlo han pedido al Ministerio de Educación que modifique su normativa para permitir que, además del caso de las lenguas cooficiales, también puedan convocarse plazas de lenguas protegidas legalmente en un territorio (como el asturiano) que formen parte del currículo de dicha comunidad autónoma. El ministerio, dirigido también por el PSOE, sin embargo, lo descarta. “Sigue vigente la apelación a la reforma estatutaria. Es Asturias quien debe decidir si hacerlo o no. No es competencia del Estado ni del Ministerio de Educación”, zanja un portavoz.
Un problema chocante derivado de la situación precaria en que se encuentra el colectivo de docentes de asturiano es que la normativa que rige para todo el profesorado establece que sus méritos se actualizan cuando hay un proceso de oposición. “Y, en nuestro caso, como no hay oposiciones, no podemos actualizarlos. Lo único que cuenta es cuándo entraste en la bolsa. Así que hay personas que entraron en su día, llevan 20 años fuera de la enseñanza, trabajando de otras cosas, y si este año les apetece dar clase, pasan por delante de todos los que llevamos tiempo trabajando, formándonos…”. La parálisis de la bolsa también hace difícil orientarse sobre la verdadera posición que cada uno ocupa, y da lugar a algunas situaciones penosas. “Hay gente en la bolsa que está jubilada. O incluso muerta, porque ni siquiera se quita a los fallecidos, salvo solicitud expresa de algún familiar. Unas compañeras me decían hace poco que se les pone la piel de gallina cada vez que nos convocan y ven que una compañera, que murió bastante joven, sigue apareciendo con ellas en las listas”.
El asturiano empezó a enseñarse en las escuelas de forma piloto en 1984. Desde entonces, ha ido ampliando lentamente su presencia en el sistema educativo del Principado hasta superar los 25.000 alumnos, entre el segundo ciclo de infantil y el bachillerato. La materia es optativa. Y su demanda varía mucho entre etapas y entre la escuela pública (muy mayoritaria en el Principado) y la privada. La mayor se da en los centros públicos de infantil y primaria, donde la estudia algo más de la mitad del alumnado. Este curso, el asturiano se ha implantado, además, en la Escuela Oficial de Idiomas.
La salud de la lengua
Hay distintos informes sobre la salud del asturiano. En 2022 el INE publicó una encuesta sobre el uso de las lenguas que fue polémica en Asturias porque no preguntó a los ciudadanos si hablaban bien asturiano, como sí lo hacía en las comunidades con lengua cooficial, y pese a ello un 2,8% de los encuestados registró el idioma de forma espontánea. Y dicho porcentaje saltó a los medios de comunicación, dando la impresión de que su uso era ínfimo. Xosé Antón González, presidente de la Academia de la Llingua Asturiana, señala que según el tercer estudio sociolingüístico publicado por su entidad (en 2018, el próximo verá la luz en 2028), el 25% de la población asturiana, en torno a 250.000 personas, “dominan las cuatro habilidades básicas de la lengua: entender, hablar, leer y escribir”. Lo cual no quiere decir, añade González, que las pongan en práctica habitualmente, sino que son capaces de hacerlo.
Sobre el asturiano operan dos fuerzas, prosigue el también catedrático de la Universidad de Oviedo. Por una parte, un impulso de recuperación a partir del fin de la dictadura. La lengua ha entrado en el sistema educativo, y hasta cierto punto en los medios de comunicación, se ha publicado un diccionario normativo, reglas gramaticales y ortográficas, y hoy se crea “música, poesía, narrativa y teatro en asturiano de una calidad que no tiene precedentes históricos”. Al mismo tiempo, sin embargo, como otras lenguas minorizadas, el asturiano se enfrenta “al peso de las grandes lenguas de comunicación internacional, el castellano y el inglés”, y a la desaparición del mundo rural que le sirvió de refugio durante siglos. De ahí, afirma, González, que su enseñanza reglada en el sistema educativo sea crucial para su futuro. Y que la gran precariedad del profesorado, cuya rotación constante les impide “poner en práctica un proyecto educativo”, y conocer y establecer lazos sólidos con sus alumnos, represente un gran obstáculo.
Paz García, 57 años, empezó a enseñar asturiano a funcionarios en clases organizadas por los ayuntamientos en los años noventa. En 2000, con 32 años, la edad que ahora tiene su colega Claudia Menéndez, se convirtió en profesora interina en secundaria. Y solo hacia el final de su carrera ha logrado cierta continuidad (lleva seis cursos) en un instituto de la cuenca minera. “Cuando empecé a trabajar”, lamenta, “no pensé que iba a acabar jubilándome así”.