¿Máster de secundaria virtual?
En lugar de solucionar los problemas en la estructura, contenido y forma de impartición de estos estudios imprescindibles para la formación del profesorado, la reforma anunciada los hará más graves
Vemos con estupor la noticia de que el Gobierno prevé incrementar la carga online del máster para acceder a la profesión de profesorado de secundaria, reduciendo la presencialidad del 80% al 40% del tiempo de formación inicial, de preparación para la docencia a futuros profesores y profesoras que van a educar y formar a jóvenes adolescentes. ...
Vemos con estupor la noticia de que el Gobierno prevé incrementar la carga online del máster para acceder a la profesión de profesorado de secundaria, reduciendo la presencialidad del 80% al 40% del tiempo de formación inicial, de preparación para la docencia a futuros profesores y profesoras que van a educar y formar a jóvenes adolescentes. En lugar de solucionar los problemas que plantea la estructura, el contenido y la forma de impartición del máster, se agravan esa formación imprescindible en el sistema educativo.
Desde nuestro punto de vista, el máster nació con graves problemas. No se tuvo en cuenta lo que ya se sabía sobre la formación del profesorado: que la manera más adecuada es organizar y pivotar toda la formación del máster sobre la práctica real en centros y, a partir de ella, generar un currículum y una formación/investigación/reflexión más adecuada al contexto y a la experiencia práctica que están desarrollando. Es decir, formarse desde la práctica. Si a lo anterior se añade que, en la propuesta ahora presentada, una gran parte de este programa se hace virtual, esta formación pedagógica y didáctica vital para ser docente en secundaria no solo se degrada, sino que puede convertirse en un simple trámite burocrático y que, por diseño, no podrá proporcionar la base de experiencia directa con la profesión que requiere dicha titulación.
Enseñar a enseñar no se puede hacer sin relación presencial, sin conexión y trabajo conjunto y cooperativo, sin experimentar directamente en la formación aquello de lo que se está hablando, sin interacción y emoción, sin interlocución directa y empatía, poniéndose en el lugar del otro. ¿El futuro profesorado de secundaria aprenderá a resolver conflictos online?, ¿aprenderá a manejar un grupo mediante lectura de instrucciones online?, ¿aprenderá cómo atender a la diversidad y organizar una educación inclusiva con un manual de instrucciones online o con videotutoriales?
La medida de virtualizar la formación del profesorado de educación secundaria sólo responde a la presión del lobby del negocio privado de fondos buitre que han aterrizado recientemente en las universidades privadas y que han visto cómo este máster obligatorio para acceder a la función de profesorado es un lucrativo negocio en expansión que quieren explotar al mínimo coste posible.
Enseñar en secundaria se ha convertido en una profesión difícil en una sociedad con tantos aspectos cambiantes y cada vez más complejos. Los adelantos de la ciencia, de la psicopedagogía, el cambio de las estructuras sociales y del alumnado, la influencia de las redes y los nuevos valores, repercuten en una profesión que se siente incómoda en un marco de incertidumbre y cambio, y en clases con adolescentes muy diferentes de cuando los profesores y las profesoras lo eran. ¿Y todo ello se podrá tratar virtualmente? Trabajar con adolescentes, en una sociedad en permanente cambio y con tantos conflictos, no es fácil. Formar al profesorado que se va a encargar de su proceso de aprendizaje y acompañamiento exige una política educativa de formación no solo presencial sino con recursos y medios suficientes para apoyarles en esa labor crucial. En vez de organizarse en función de abaratar costes para dar mayor cuota de mercado a las universidades privadas que van a hacer su agosto con esta medida.
Es obvio que el profesorado de secundaria tiene que dominar los contenidos, y por eso se establece un sistema que le permita estudiar durante años las áreas de conocimiento, pero también es cierto que necesita asimilar unos conocimientos psico-socio-pedagógicos, que precisamente serán los que necesitará más en su etapa profesional como docente. Y la virtualización del máster va en sentido completamente opuesto a ello. Es crucial replantear este máster con este currículum y ese procedimiento de impartición.
Tampoco se forma a un docente, a través de una pantalla, hablando de la enseñanza de un concepto matemático, o físico… sino llevándolo a la acción, en condiciones de co-descubrimiento, en el aula o en un escenario presencial de estudiantes con motivaciones diferentes, a las de dominar un determinado conocimiento, en un entorno relacional complejo. Un aprendiz, que siente la presión de un futuro incierto y el deseo de experimentar presencialmente con los demás el gusto de conocer y la capacidad de actuar.
Es necesario garantizar que el alumnado que accede a estudios para la profesión docente cuente con determinadas cualidades: empatía, capacidad de trabajar en equipo, habilidades comunicativas, facilidad para establecer relaciones interpersonales y con clara predisposición hacia la enseñanza y la comprensión del mundo. Todo ello no lo aprende un futuro docente en una formación cuyo 60% sea virtual. Una cosa sí hay que reconocer: es más barata y más fácil de ser privatizada, aunque no se asegure para nada su calidad.
Como profesionales con experiencia en la formación del profesorado nos oponemos rotundamente a virtualizarlo. Lo que se tendría que hacer, por el contrario, es dar en las universidades más flexibilidad para construir un currículum que pivote de manera adecuada sobre la relación teoría y la práctica educativa en los centros docentes e impedir que muchas universidades privadas lo conviertan en un simple negocio. La alternancia de unos módulos teóricos y prácticos permitiría un conocimiento de la enseñanza secundaria y la elaboración de un proyecto de trabajo de fin de máster de intervención educativa (diseño, experimentación y evaluación), todo esto en un trabajo conjunto y coordinado entre el profesorado universitario y el de enseñanza secundaria.
En resumen, la solución de los problemas actuales del máster no pasa por su virtualización, sino por más desarrollo en la práctica y más adecuado al siglo XXI. Ha de haber una mayor coordinación entre el profesorado y asignaturas, una selección del profesorado que imparte clase en el máster, así como del alumnado que accede, una selección cuidadosa de los centros de prácticas y de los tutores y tutoras, compensando su trabajo. Finalmente, aprovechar el trabajo de máster para reflexionar en profundidad sobre la práctica de la enseñanza. Pero parece que esta no es la línea de revisar el máster de secundaria cuando se propone virtualizarlo en su mayoría.
Una vez más, un gobierno adopta el marco de ideas de las derechas, formulando soluciones simples a problemas complejos y revelando un tic autoritario al ignorar los resultados de la investigación y los dictámenes de agencias e instituciones representativas consultadas. Por eso pedimos al ministerio que reconsidere esta “ocurrencia” sin fundamento y considere las indicaciones no solo de los expertos, sino de la propia Conferencia de Decanos y Decanas de las Facultades de Educación de las Universidades y del informe de la Comisión para la reforma del Máster de Formación del Profesorado que el Ministerio de Educación encargó en su momento a través de Aneca. No se pueden hacer “reformas” para el negocio privado; se ha de atender a las propuestas de los propios responsables, la investigación y las comisiones que han estudiado y evaluado este máster.
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