El estudiante granadino de altas capacidades que ingresará en Oxford con 16 años: “Fui un autodidacta dentro de la clase”
El joven Miguel Donaire entrará en la universidad británica para estudiar un doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática con dos años de adelanto
La primera vez que Miguel Donaire Arcas-Saliot (Granada,15 años) preguntó en la Universidad de Oxford los requisitos de acceso, tenía 13 años y lo hizo por su cuenta, sin encomendarse a sus padres. En la universidad británica consideraron la petición un poco precipitada para esa edad y le sugirieron reconsiderarlo más adelante. Miguel no esperó mucho y dos años después, el verano pasado, volvió a darle vueltas al asunto. En septiembre, con 15 años, preguntó de nuevo. Recibió el visto bueno de la universidad para comenzar el proceso de selección. Varios exámenes, pruebas y entrevistas después, ...
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La primera vez que Miguel Donaire Arcas-Saliot (Granada,15 años) preguntó en la Universidad de Oxford los requisitos de acceso, tenía 13 años y lo hizo por su cuenta, sin encomendarse a sus padres. En la universidad británica consideraron la petición un poco precipitada para esa edad y le sugirieron reconsiderarlo más adelante. Miguel no esperó mucho y dos años después, el verano pasado, volvió a darle vueltas al asunto. En septiembre, con 15 años, preguntó de nuevo. Recibió el visto bueno de la universidad para comenzar el proceso de selección. Varios exámenes, pruebas y entrevistas después, está a punto de convertirse en un oxonian, un estudiante de la Universidad de Oxford, donde comenzará un doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática (ciencias de la computación, en su traducción más directa del inglés). En septiembre, con 16 años que cumplirá el próximo marzo, será estudiante en la Universidad de Oxford, como antes lo han sido, entre otros, 28 primeros ministros británicos, más de 30 líderes internacionales, 55 premios Nobel y 120 medallistas olímpicos, según la propia institución. También Hugh Grant, Tim Berners-Lee, inventor de la World Wide Web, o el filósofo y teólogo Guillermo de Ockham, allá por los inicios del siglo XIV.
“Miguel entiende el mundo a través de las matemáticas y su visión de él gira en torno a ellas”, explica Eloy López Trescantos, profesor de matemáticas y dibujo técnico del colegio La Presentación de Granada y responsable de la diversificación curricular con la que ha trabajado Miguel desde el primer curso de la ESO. “A veces, le estaba explicando alguna teoría matemática y Miguel era capaz de avanzar lo que venía después y deducir sobre la marcha fórmulas que aún no le había explicado”, asegura López. Llegó un punto, comenta, en que tuvo que tirar de apuntes de carrera para seguir ofreciendo estímulos y novedades a su estudiante.
La vida escolar de Miguel Donaire ha sido peculiar desde muy pequeño. Ya en cuarto de Primaria, explica María José, su madre, le detectaron altas capacidades. A partir de ahí, el centro le permitió avanzar en ciertas asignaturas sin atender a lo que se explicaba al resto de su clase, cuenta él. Eso, en realidad, suponía que estudiaba por su cuenta, con su libro y sus tareas específicas, pero a su aire. “Fui un autodidacta dentro de la clase”, resume Miguel. Eso duró toda la Primaria. En 1ª de la ESO, Eloy López llegó a la vida escolar de Miguel y desde entonces ha monitorizado periódicamente su desarrollo educativo. Aquel primer curso de Secundaria estudió ya las matemáticas de 3º y 4º de la ESO. En 2º, recuerda el estudiante, las de 1º y 2º de Bachillerato. Aquel segundo de la ESO había machacado ya todas las matemáticas del instituto y el curso transcurría entre el aburrimiento mortal y la búsqueda de soluciones.
Miguel se plantó ante sus padres: o lo subían de curso o dejaba de estudiar. El colegio aceptó y al terminar segundo no pasó a 3º, sino a 1º de Bachillerato. En España, por ejemplo, la edad en sí misma no tiene mayor valor a la hora del acceso a la universidad y no hay fijada una edad mínima. Se requieren otros requisitos como son tener el bachillerato o el grado superior de FP para quienes acceden en su adolescencia desde el instituto y, en el caso de mayores de 25, esos títulos o, si se carece de ellos, una prueba específica de acceso.
El salto suponía un problema, no académico, sino de relaciones sociales y, algo que a los mayores les preocupaba, de adaptación al nuevo grupo. Miguel debía dejar atrás a sus compañeros de clase y edad para integrarse en un grupo dos años mayor que él. “Afortunadamente, Miguel”, cuenta su tutor, “puede que sea algo tímido, pero no es un chico raro y tiene las habilidades sociales necesarias, así que se adaptó a su nuevo grupo en el primer trimestre”.
Las matemáticas, explica el estudiante granadino, no son su única pasión. “Me apasiona la informática”, añade, mientras recuerda su manejo del lenguaje de programación, “el equivalente a haberlo estudiado y practicado durante ocho años”. Llegó un momento, continúa, “en el que seguir avanzando requería ya contextos más avanzados a los de mi edad y no pude progresar más”. Y frente a las matemáticas, la informática, o la física, que también le apasiona, aparecen la lengua y la historia, que no le gustan nada. Lo que tampoco es obstáculo para que también saque un 10 tras otro en esas asignaturas.
Y así, entre notazas y victoria tras victoria en las Olimpiadas Matemáticas Españolas o en los concursos de la Sociedad Andaluza de Educación Matemáticas Thales, llegó septiembre de 2023, cuando la Universidad de Oxford le permite ya aspirar a ser su estudiante. Ha de cumplir ciertos requisitos previos ―notas máximas en ciertas asignaturas, nivel C1 de inglés y presentar el aval de un profesor―, tener el bachillerato terminado, lo que ocurrirá a final de este curso, y pasar diversas pruebas. La primera es el examen MAT, un examen específico de matemáticas para Oxford, que no usa el TMUA, mayoritario en las universidades británicas. El resultado fue rotundo: 96 de 100. “Es que me encantaron los problemas”, comenta entusiasmado. Y lo explica: “Giraban mucho alrededor de la recursividad, algo básico en programación, pero no tanto en matemáticas y lo disfruté”. Su padre, Miguel Ángel, interviene para recordar cómo estaba cuando lo recogieron al salir de la prueba: “Salió exultante del examen, acelerado. Era un día de lluvia y nos iba contando los problemas con un entusiasmo desbordado… Y tampoco es que yo me enterara de mucho”, dice su padre, que es ingeniero industrial y alguna matemática sabe.
Tras varias pruebas más desde casa, el 9 de enero su madre recibió el correo electrónico tan esperado: Miguel ha sido admitido en la Universidad de Oxford. Será en el St Hugh’s College donde estudiará los próximos cuatro años su doble grado con un modelo educativo centrado más en seminarios para grupos de pocos alumnos que en grandes aulas. Pero Miguel, muchacho sensato y precavido que durante la conversación con EL PAÍS ha mencionado en varias ocasiones la existencia de planes b para diversas tesituras, también tiene un plan b para el año próximo. Está convencido de que todo irá bien y, aunque ya admitido en la universidad británica no necesita la EVAU o antigua Selectividad, tiene previsto presentarse “aunque tenga que hacer las pruebas de Lengua e Historia, qué le vamos a hacer”, remata junto a su hermana Lucía, que este año ha comenzado su primer curso del doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Granada, tras haber sacado algo más del 13,795 (de un máximo de 14) que se requería para ese título. Los dos hermanos comparten buen hacer y magnífico rendimiento escolar.
En unos meses, Miguel, ya con 16, se marchará a Oxford. Sus padres se mueven ahora “entre la alegría y el corazón encogido”, dice su madre. El sistema británico, que tiene paradas de una semana cada mes o poco más, cuenta Miguel, le permitirá volver con frecuencia o que vaya su familia a verlo. En realidad, antes de que se dé cuenta, habrá terminado la carrera y, como concluye Eloy López, su tutor, “en el futuro, hablaremos de él como el descubridor de alguna teoría matemática”. Su esfuerzo, su capacidad de adaptación y el tiempo lo confirmarán.
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