Crema solar gratis en los colegios de Países Bajos para frenar el aumento de cáncer de piel
Los casos de la enfermedad se han duplicado en el país en la última década, sobre todo en mayores 50 años que se quemaron en la infancia porque sus familias empezaron a veranear en zonas soleadas
“Hay que convertir en un hábito la aplicación de protector solar. Como lavarse los dientes”. Lo dice la dermatóloga holandesa Karen van Poppelen, impulsora de una campaña de prevención del cáncer de piel que se ha traducido en la distribución de 720 envases de crema en los 120 colegios de primaria del norte de la provincia de Limburgo. Es la primera vez que algo así ocurre a escala escolar, y la especialista, sorprendida...
“Hay que convertir en un hábito la aplicación de protector solar. Como lavarse los dientes”. Lo dice la dermatóloga holandesa Karen van Poppelen, impulsora de una campaña de prevención del cáncer de piel que se ha traducido en la distribución de 720 envases de crema en los 120 colegios de primaria del norte de la provincia de Limburgo. Es la primera vez que algo así ocurre a escala escolar, y la especialista, sorprendida y encantada a la vez del éxito de su iniciativa, recuerda que la enfermedad es la más común en Países Bajos y uno de cada cinco compatriotas la desarrollará a lo largo de su vida. La mayoría, por no haberse cuidado bien de los rayos solares durante la infancia. Con temperaturas que han llegado estos días hasta 31 grados, otros municipios y empresas han instalado por su cuenta dispensadores de crema en puntos estratégicos: desde festivales musicales y deportivos a playas y piscinas.
La idea de ofrecer crema solar a los pacientes, personal y los visitantes del hospital VieCuri, de Venlo (al sur del país) se le ocurrió el año pasado a Van Poppelen. Pensó que los recipientes usados para el gel desinfectante durante la pandemia podían adaptarse y puso manos a la obra. Por motivos de higiene, rehicieron los postes de sujeción y cambiaron los contenedores por otros nuevos. Después, los llenaron de loción con un factor de protección 30 ―considerado suficiente para la intensidad del sol en Países Bajos― y el éxito fue inmediato. Como empezaron a interesarse otros colegas y diversas firmas, decidió llamar a la puerta de las escuelas. La campaña actual lleva una semana en marcha en la primaria regional, con la colaboración de los municipios de la zona y una de las mayores compañías aseguradoras del país. “Es la primera vez que pasa algo así, pero la mejor manera de prevenir la aparición del cáncer de piel es tener cuidado en la infancia. Hasta los 18 años, técnicamente. Luego, es preciso no perder el hábito que tratamos de crear con este proyecto”, explica, en conversación telefónica.
El dispensador remitido a las escuelas ―se han repartido seis por centro― está fijado a la pared en el interior del edificio. Los niños tienen entre 4 y 12 años, y usan la crema al salir al patio a jugar. Los mayores lo hacen solos. Los más pequeños necesitan algo de ayuda, y la respuesta ha sido entusiasta. Tanto los padres como los maestros están igualmente comprometidos, y a la dermatóloga le gustaría llegar en el futuro a todos los clubes deportivos, ya sean de fútbol, golf o tenis. “Se podrían instalar a su vez en los centros de secundaria, la entrada de los parques… Lo importante es trabajar con los Ayuntamientos porque ellos son los responsables de los espacios públicos. Esta es una labor de grupo”, asevera.
Aumento de casos
Las cifras del cáncer de piel se han duplicado en la última década en Países Bajos, debido, sobre todo, a las quemaduras solares padecidas en la niñez. “Hace cincuenta años, la gente no viajaba tanto en vacaciones. Luego se puso de moda ir a lugares lejanos y muy calurosos, como África, Tailandia o Bali”, indica la especialista. Entre los pacientes que trata ahora hay dos franjas mayoritarias de edad: los que tienen entre 70 y 80 años, y trabajaron en el campo o en labores al aire libre, y los de 50 o 60, que fueron de vacaciones a edades tempranas sin cuidarse del sol. “Hace dos décadas, cuando yo tenía 15 años, usaba un factor 10 de protección solar. Más o menos. Ahora sabemos que no es suficiente, pero lo importante es recordar que la crema no solo debe aplicarse en la playa o llevarla en la maleta cuando salimos de vacaciones. Se precisa en una terraza, al ir en bici o de paseo. Al aire libre”, sigue diciendo Van Poppelen. En su opinión, los efectos del cambio de clima en la incidencia de la enfermedad “podrán verse con el paso de tiempo, cuando los niños de ahora cumplan años”.
La campaña escolar derivada de su iniciativa va acompañada de un programa educativo elaborado por la Fundación de Control del Cáncer destinado a maestros y alumnos. “Los niños aprenden a disfrutar al aire libre protegiéndose del sol, con juegos e información adaptada para ellos. No se trata de evitarlo, sino de saber manejarse”, dice Linda Sumner, su portavoz. El material incluye juegos y canciones para los más pequeños sobre cómo pasarlo bien estando al sol y la búsqueda de sombra para evitar quemaduras. A medida que avanzan los cursos, se incluye información sobre los cuidados necesarios para cada tipo de piel, el efecto de los ratos solares y proyectos para trabajar este tema. La factura de los vídeos es profesional y los niños son los protagonistas.
La crema de los dispensadores escolares es servida por una empresa especializada. Su compra “corre a cargo del hospital VieCuri, los Ayuntamientos involucrados en el programa y la compañía de seguros”, indica Liset Spreuwenberg, portavoz del centro médico. En otros lugares del país el enfoque es similar, aunque la iniciativa es distinta. En Hoek van Holland, por ejemplo, una concurrida playa cercana a Róterdam, se instalaron el pasado abril en todos los accesos. Este mayo, han aparecido en la provincia de Zelanda, al suroeste de Países Bajos. Allí, el promedio del carcinoma de células escamosas de la piel es superior al resto del territorio nacional, según el Atlas del Cáncer, publicado en enero pasado por el instituto independiente especializado en cuidados oncológicos y paliativos (IKNL, según sus siglas en neerlandés). Hay además empresas que fabrican este tipo de recipientes, sujetos a un pilar, provistos de paneles solares y conectados a Internet para calcular el consumo. “Hay que conseguir que ponerse protector solar sea tan cotidiano como lavarse las manos antes de comer”, concluye Karen van Poppelen.
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