La factura del paro entre jóvenes: el 54% estudiaría otra cosa si tuviera salida laboral garantizada
Solo el 18% de los desfavorecidos elige la titulación por vocación, frente al 29% de los más ricos, según un estudio de la Fundación SM
Los jóvenes españoles se han criado en medio de dos crisis económicas que han dañado especialmente el empleo juvenil, y ello tiene su reflejo a la hora de elegir en qué se matriculan (FP o universidad). El 54% de ellos habría escogido otros estudios si hubiera tenido asegurado su futuro económico, según una encuesta de la Fundación SM titulada ...
Los jóvenes españoles se han criado en medio de dos crisis económicas que han dañado especialmente el empleo juvenil, y ello tiene su reflejo a la hora de elegir en qué se matriculan (FP o universidad). El 54% de ellos habría escogido otros estudios si hubiera tenido asegurado su futuro económico, según una encuesta de la Fundación SM titulada Por qué estudiamos. Y, aunque hay diferencias por su condición socioeconómica, son minoría los que afirman que la vocación es el principal motivo de su selección. El 18% de los jóvenes con menos recursos cita como razón la vocación, frente al 29% de los más ricos. A la mitad (53%) le preocupa haber elegido una profesión o un itinerario formativo que en el futuro vaya a ser sustituido por la tecnología. Este jueves, mientras en Andalucía y Castilla-La Mancha terminan de examinarse de la EVAU, en la mayoría de las comunidades empiezan a conocerse las notas. La competencia en determinados grados de ciencias de la salud y técnicos con alta empleabilidad es a la centésima.
La Fundación SM presentó su estudio en el colegio religioso y concertado Corazón Inmaculado, enclavado en un barrio de clase media-alta de Madrid y con un alumnado en su mayoría sin problemas de recursos. Entre sus alumnos de primero de Bachillerato (16 y 17 años) son muchos ―también chicas― los que estudian muchas horas para lograr entrar en una ingeniería de endiablada nota de corte. Es el caso de Covadonga Murillo, que quiere ingresar en Ingeniería Mecánica. “Toda mi vida he tenido claro que quería hacer Magisterio, hasta ahora, que me he dado cuenta de que, a largo plazo, tampoco lo veo. Por el dinero y eso”, reconoce, aunque le “encanta” la mecánica.
El 16% de los jóvenes con pocos recursos reconoce que el motivo más importante para decantarse por un estudio y no por otro es la facilidad de aprobar el título, una condición que solo condiciona al 5% de los más adinerados. Alberto Meroño, que necesita un 13,2 sobre 14 en la nota final para entrar en la Politécnica de Madrid a estudiar Ingeniería Industrial, podría permitirse matricularse en una universidad privada, pero no entra en sus planes, gracias a sus notas. “Lo puedo alcanzar, no me han faltado nunca el esfuerzo y el trabajo. Las asignaturas me gustan y mis padres y mi primo son ingenieros industriales. Ellos no me lo han aconsejado, yo veo que es un grado muy completo y me he informado bastante”. Por eso Alberto no duda en decantarse por la Politécnica “más tradicional”, frente a la Universidad Carlos III, más enfocada en la innovación y las nuevas tecnologías.
“El empleo es la segunda preocupación de la juventud, por detrás del medio ambiente. Después de haber vivido varias crisis seguidas, no debe sorprendernos”, sostiene Ariana Pérez Coutado, directora del estudio. “En los contextos económicos más bajos emerge la facilidad del título, se da menos importancia a la educación. Sus itinerarios son más complicados, por el tiempo y la dedicación que requiere un título que muchas veces tienen que compatibilizar con el trabajo. Miran el coste de estar cuatro o cinco años estudiando una carrera. La necesidad de insertarse al mercado laboral es más urgente para ellos, para apoyar así a sus familias o para mantenerse por sí mismos”, prosigue.
Un estudio de la Universidad Complutense demostró que sus alumnos de pocos recursos optan en mayor número por Óptica o Podología ―antiguas diplomaturas―, de empleo rápido, frente a Medicina, que exige seis años de carrera y una especialidad de otros seis; o descartan estudiar un doble grado que obliga a matricularse al menos seis años a tiempo completo.
Cuatro de cada cinco jóvenes, según el estudio de 40dB. para la Fundación SM, sostienen que la sociedad da más importancia a tener un título que a ser una persona formada, y solo el 45% opina que la formación profesional tiene el mismo reconocimiento social que la universitaria. Los encuestados son 1.200 jóvenes de 15 a 29 años de cuatro países, entre ellos España. Denuncian la titulitis ―sin un diploma, no se reconocen unas habilidades, opina un 61%―, pero ellos caen en ella; a juicio del 67%, lo más importante para el éxito profesional es estar bien relacionado (sube al 71% entre los más desfavorecidos). “Los alumnos no miran todo el catálogo de grados, se fijan en los que tienen salidas laborales”, señala Pérez Coutado. Un pragmatismo que choca con la necesidad de afrontar retos climáticos o sociales.
El pragmatismo entre los jóvenes es tan grande que el 79% de los de clases altas creen que la oferta de plazas académicas debe ajustarse a las demandas del mercado, un porcentaje que baja al 66% entre los de clase media-baja. Pérez Coutado sostiene que los más desfavorecidos temen más no tener una plaza en un instituto o universidad pública, mientras que los de clase media-alta pueden permitirse matricularse en una institución privada.
El servicio de orientación de los centros educativos, que pueden ayudar al joven a decantarse por uno u otro estudio, es una gran asignatura pendiente, en especial en los públicos. Los orientadores atienden en los institutos a cuatro veces más alumnos de los recomendados por la Unesco. El 41% de los estudiantes desfavorecidos considera que ha recibido un asesoramiento demasiado generalista, una percepción que solo tienen el 25% de los más ricos, que en muchas ocasiones acuden a colegios de pago. Tampoco se muestran satisfechos con las técnicas de estudio que les han enseñado: solo convencen al 12% de los alumnos con pocos medios económicos y a un 26% de los adinerados.
Jimena Bretón y Paula Reilón, alumnas del Bachillerato tecnológico, están contentas con la orientación recibida en el colegio Corazón Inmaculado. “Gracias a los profesores de Matemáticas he descubierto que el mundo de la tecnología me gusta bastante. Y luego el colegio nos ha ofrecido charlas sobre las ingenierías. Vienen padres o nos llevan a universidades”, cuenta Jimena, que necesita una nota altísima para entrar en Industriales o Informática. En otros entornos, no tienen esa suerte. A su lado, Paula, que pretende matricularse en Ingeniería Aeroespacial, asiente: “Gracias a las charlas que hemos tenido, sabemos diferenciar las distintas ingenierías, porque algunas comparten muchos conceptos. Nos centran, sabemos a qué se dedica cada una”. Muchos alumnos se inscriben en una ingeniería a ciegas y se defraudan, por eso universidades como la Politécnica de Valencia visitan centros para explicar las diferencias entre las titulaciones. En el Corazón Inmaculado, pueden resolverlo ellos.
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