Las elecciones a rector de la Universidad Rey Juan Carlos vuelven a jugarse en el fango
Acusaciones cruzadas y recursos ensucian la segunda vuelta de unos comicios en los que solo quedan dos candidatos: el rector y el consejero del ‘caso máster’
Desde su inauguración en 1996, en la Universidad Rey Juan Carlos no ha habido tregua. Se han sucedido pequeños escándalos de endogamia, amiguismo y clientelismo, pero su crisis reputacional tocó fondo el 21 de marzo de 2018 cuando eldiario.es informó de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, había obtenido el título de un máster que no había cursado. Este jueves se celebra la segunda vuelta de las elecciones a rector y entre los can...
Desde su inauguración en 1996, en la Universidad Rey Juan Carlos no ha habido tregua. Se han sucedido pequeños escándalos de endogamia, amiguismo y clientelismo, pero su crisis reputacional tocó fondo el 21 de marzo de 2018 cuando eldiario.es informó de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, había obtenido el título de un máster que no había cursado. Este jueves se celebra la segunda vuelta de las elecciones a rector y entre los candidatos para hacerse con el cargo solo quedan dos, y ambos indirectamente se vieron involucrados en la fabricación de un acta falsa del trabajo de fin de posgrado: el consejero de Educación de entonces y catedrático de la URJC, Rafael van Grieken, y el actual rector, Javier Ramos. En el juicio, Ramos acusó a Van Grieken ―ambos declararon en calidad de testigos― de haberle llamado insistentemente el día que se produjo el escándalo para presionarle, pero la tensión ha estallado del todo en esta recta final de la campaña, cuando el exconsejero ha representado un recurso ante la Junta Electoral Central por la presencia de jóvenes becarios ―a sueldo de la universidad y partidarios de Ramos― supuestamente controlando el voto anticipado. La juta ha resuelto que “no se aprecia causa de nulidad del voto anticipado”.
Hubo un tiempo en el que ambos tuvieron una buena relación. De hecho, Ramos, ingeniero, sacó en 2005 la cátedra en la URJC con un tribunal del que formaba parte Van Grieken, pese a ser este de otra especialidad muy distinta, químico. Se trataron mientras Van Grieken fue vicerrector de Investigación y los dos formaban parte de la órbita de Fernando Suárez, el rector que tuvo que dimitir por una veintena de plagios (entre ellos a su padre). Van Grieken, como consejero de Cifuentes, tuvo que lidiar con la resistencia de Suárez a abandonar el rectorado y Ramos, con el apoyo de su predecesor, se hizo con el poder y cerró la investigación del hurto intelectual. Ahora las tornas han cambiado y gran parte del entorno de Suárez ―Ramos fue deshaciéndose de los altos cargos― apoya a Van Grieken.
En primera ronda, Ramos logró el 34% de los votos pese a no tener aparentemente ningún núcleo duro que le apoye. “A mí me vota aquellos a quienes les mueve la academia, la investigación, y no los que piensan en hacer política”, asegura Ramos, convencido de su victoria porque “por fin se premia la meritocracia”. Sin embargo, que lo consiga es complicado porque su figura es muy controvertida y está por ver si hacen frente común contra él Van Grieken junto a los otros tres candidatos que cayeron en la primera ronda (Joaquín Rams, Marta Losa y Enrique Cabello) y que pretendían romper con el sistema clientelar que caracteriza desde su nacimiento a esta universidad pública, muy vinculada al Partido Popular, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. Ramos ha demostrado ser un superviviente nato. Hubo amago de presentarle una moción de censura, pero muchos claustrales no estuvieron dispuestos a dar la cara desde el principio.
“Dos de cada tres votantes quieren un cambio y uno que continúe este proyecto. Intento aglutinar estas posiciones hablando con los candidatos para aproximar posturas”, explica Van Grieken. El rector, por su parte, considera que su éxito estriba en que en su equipo de gobierno hay personas de todas las ideologías y así son sus electores.
¿Se puede refundar la universidad tras estar implicado en el caso Cifuentes? Ramos sostiene que sí porque ha hecho una labor de “cuatro años de luz y taquígrafos” y ya puede garantizar la “limpieza” de la institución. Sin embargo, le persiguen los escándalos. Se gastó 933 euros de dinero público en unas cañas en 2018 para celebrar su primer año en el cargo y ese mismo año la Fiscalía de Móstoles desestimó investigar el negocio que Ramos ideó con varios socios y que utilizaba gratis un hangar aeronáutico del centro construido con dinero público en Fuenlabrada.
En 2020, además, el Rectorado y Gerencia General ―insiste en dejar claro Ramos que no él― han sido condenados por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por haber “vulnerado los derechos fundamentales a la intimidad y al secreto de las comunicaciones” de cinco profesores. Ramos asegura que los ordenadores fueron requisados durante el transcurso de un proceso judicial ―tras destaparse una red de trapicheo de títulos, lo que también le costó el cargo a la ministra socialista Carmen Montón―, pero que no se ha visto la información que contienen. Además, la semana pasada Ramos tuvo que declarar como investigado por un posible delito de malversación de caudales públicos, falsedad en documento público y prevaricación por la auditoría económica y financiera de la URJC y las entidades dependientes que encargó en 2018. “Yo lo que le he dicho al juez es que encargué una auditoría y estaba bien”, explica.
La URJC tiene motivos para estar satisfecha, pero las buenas noticias se ocultan debajo de su enorme crisis reputacional. Sus grados tienen la mejor tasa de empleabilidad a los dos años de terminar la carrera de las seis universidades públicas de Madrid y ha logrado hace dos años entrar entre las 900 mejores universidades del mundo en el ranking de Shanghái. “Hay un gran problema de gestión de la comunicación, parece que es publicitar la agenda del rector. Cada vez hay más proyectos de investigación, de colaboraciones con empresas y ayuntamientos...”, recalca Van Grieken.
La URJC tiene un superávit que ronda los 250 millones de euros cuando el gasto por alumno es uno de los más bajos de las universidades públicas de España. Ramos explica que heredó un superávit que ha crecido por sentencias favorables a la universidad, pero que el plan es gastar, que este no siga creciendo. Van Grieken, por contra, cree que hay un problema de gestión importantísimo. “En investigación, nuestro talón de Aquiles, sobraron 25 millones de 160 millones del presupuesto total. Queda mucho por ejecutar. ¿Cómo se explica que sobren seis millones del capítulo 1, de gastos de personal? Se puede contratar a muchos profesores?”, argumenta. En los planes de Ramos no está invertir apenas en Vicálvaro, la semilla de la URJC y en la que cuenta con muchos detractores.
Este jueves por la noche se conocerá el desenlace de este nuevo sainete.
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