El presidente del Consejo Escolar del Estado: “El sistema funciona con los alumnos que van bien, pero se deja a una cuarta parte en el camino”
Enrique Roca propone reducir al mínimo la repetición de los estudiantes, suprimir el título de ESO y abrir una tercera vía alternativa al bachillerato y la FP
Enrique Roca, presidente del Consejo Escolar del Estado, hizo en junio una propuesta en apariencia chocante y en el fondo revolucionaria que pasó desapercibida, sepultada por la mayor crisis educativa que se recuerda. El plan, basado en el estudio de lo que funciona en nueve país...
Enrique Roca, presidente del Consejo Escolar del Estado, hizo en junio una propuesta en apariencia chocante y en el fondo revolucionaria que pasó desapercibida, sepultada por la mayor crisis educativa que se recuerda. El plan, basado en el estudio de lo que funciona en nueve países del entorno de España, consistía en reducir al mínimo las repeticiones (que ahora sufre casi una tercera parte del alumnado), sustituir el título de la ESO por un certificado en el que consten las calificaciones y obtengan todos los alumnos, y abrir una tercera vía formativa para los chavales cuyo nivel de éxito académico hace difícil que puedan estudiar el bachillerato o un ciclo formativo. Un camino adicional que él define como aprendizaje de un oficio y guarda similitudes, pero también diferencias, con la Formación Profesional Básica. La principal: esta nueva opción formativa no incluiría la parte académica (como matemáticas y lengua) que sí tiene la FP Básica.
Roca, nacido en Madrid hace 72 años, fue nombrado en 2018 presidente del Consejo Escolar del Estado, un organismo asesor del Gobierno en el que están representados los distintos actores educativos. El objetivo de su propuesta es, asegura, acabar con una “anomalía dramática de nuestro país”. “Aquí el estudiante de éxito no tiene ningún problema. Los jóvenes que van bien, van muy bien. Pero una cuarta parte del alumnado se queda por el camino. El 25% no obtiene el título de la ESO y se queda sin nada. Han estudiado, sin mucho éxito, materias académicas. Pero no han aprendido ningún oficio, ni han adquirido una cualificación ni experiencia profesional. En título actúa, además, como una barrera, y es muy complicado que sin él puedan continuar su trayectoria”.
Antiguo alto cargo del Ministerio de Educación en los Gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, Roca espera que algún grupo parlamentario pueda introducir una enmienda en la reforma de la ley educativa que tramita el Congreso que permita efectuar a medio plazo los cambios que propone. “No digo que se encuentre una solución satisfactoria a la primera, pero sí que se pueda abrir la puerta en la ley, que ahora mismo la mantiene cerrada”.
Repetición elevada
El planteamiento de Roca se basa en el informe El éxito en la educación primaria y secundaria, un estudio en el que el Consejo Escolar del Estado ha comparado la situación de española con la de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, los Países Bajos, Portugal, el Reino Unido y Suecia. La tasa de repetición en primaria alcanza en España al 14% del alumnado (cuando en siete de los otros nueve países analizados el porcentaje no pasa del 4%). Y la repetición en secundaria se dispara al 29% (mientras que en esta etapa ocho de los países analizados se sitúan entre el 2% del Reino Unido y el 17% de Alemania; solo el noveno, Portugal presenta una tasa comparable, del 25%).
Lo habitual en los países del entorno de España es que los estudiantes que no van bien pasen de curso, aunque no hayan aprobado parte de las asignaturas, y reciban en el siguiente apoyo específico. Y que al llegar al final de la secundaria obtengan un certificado con sus calificaciones acompañado de una orientación sobre qué opción formativa les conviene más hacer a continuación. Un proceso formal en el que suelen participar el centro y la familia, explica Roca. Las tres opciones que se les ofrecen son la académica (equivalente al bachillerato), la Formación Profesional, o la vía del aprendizaje (que existe en los nueve países analizados). Solo en España resulta obligatorio obtener un título de secundaria para poder seguir estudiando, y este, además, no va acompañado de un verdadero proceso de orientación.
Vía no académica
“Si en nuestro sistema la repetición fuera algo excepcional, los alumnos que no van bien pasarían de curso y se les intentaría recuperar. Al acabar la ESO obtendrían un certificado con sus calificaciones y a una parte de ellos se les ofrecería esta tercera vía de aprendizaje”, afirma Roca. ¿De qué oficios? “Tendría que estudiarse bien pero, de acuerdo con el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales, se trataría de aprendizajes correspondientes al nivel 1 de cualificación (los ciclos de grado medio proporcionan un nivel de cualificación dos), como los que existente en numerosas familias profesionales; por ejemplo, peluquería y estética o, en hostelería, alojamiento y lavandería. Si terminada esta vía el muchacho quiere una formación mayor, podría acceder a un ciclo formativo de nivel superior si reúne las condiciones adecuadas. Y, si no, al menos tendría una cualificación inicial”, explica.
¿Qué diferencia existe con la FP Básica? “Busca el mismo fin. Pero la FP Básica, que se les suele ofrecer a los alumnos que tienen 15 años, están en segundo de secundaria y van mal, sigue teniendo el objetivo de aprobar la ESO y mantiene una parte de formación académica. Esta tercera vía no tendría como objetivo obtener el título ni alcanzar una mayor formación matemática o de humanidades, sino que aprendan un oficio, como en otros países”.
La tradición de hacer repetir
“La Logse [la ley educativa aprobada por los socialistas en 1990] fue magnífica al extender la educación obligatoria hasta los 16 años, pero mantuvo el modelo de obtención de título, que a la postre ha sido una barrera infranqueable para muchos alumnos”, afirma Enrique Roca. “Hay tradiciones”, prosigue el presidente del Consejo Escolar del Estado en referencia a la elevadísima tasa española de repetición de curso, “que son difíciles de cambiar. En nuestro sistema educativo y en nuestra sociedad está arraigado que si un alumno se esfuerza, trabaja y va bien, estupendo, y si no, tiene que repetir. La formación básica debería ser absolutamente universal y no para formar ya desde los 10 o 12 años a los futuros científicos y técnicos cualificados, sino ciudadanos, con elementos básicos que les permitan seguir estudiando”.
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