España tiende puentes de seda con China para captar inversiones multimillonarias
La lista de proyectos crece de mes a mes pese a que hasta el 2022 la inversión asiática en el país solo ascendía a 11.000 millones de euros
Lo dicen los números: China es muy importante para España. Es su segundo proveedor de bienes y el duodécimo cliente —el primero en Asia— para sus exportaciones. Al revés, los números no dicen lo mismo. Según los datos del think tank Rhodium Group, España, la cuarta economía de la UE, sólo es el octavo país en inversiones de China en Europa. Una posición discreta. El Instituto Nacional de Estadística (IN...
Lo dicen los números: China es muy importante para España. Es su segundo proveedor de bienes y el duodécimo cliente —el primero en Asia— para sus exportaciones. Al revés, los números no dicen lo mismo. Según los datos del think tank Rhodium Group, España, la cuarta economía de la UE, sólo es el octavo país en inversiones de China en Europa. Una posición discreta. El Instituto Nacional de Estadística (INE) detalla que entre las 14.761 filiales de empresas extranjeras en el país, apenas un centenar son chinas. Hasta 2010 la presencia de empresas chinas en España era casi inexistente, y fue solo a partir de 2013 cuando las grandes compañías vieron la oportunidad de entrar en la península Ibérica. Lo hicieron con cautela. También lo dicen los números. La Fundación Consejo España-China, impulsada por el Ministerio de Exteriores, estima que la inversión china acumulada en España hasta 2022 sumaba 11.347 millones de euros. Por enmarcar la cifra, es apenas la octava parte del valor en Bolsa de la eléctrica Iberdrola.
Hay mucho campo libre. Infraestructuras, energías renovables, turismo y hostelería, manufacturas y automoción esperan a los señores del yuan. La ubicación geográfica —puerta hacia América Latina y África—, el tamaño de mercado, los costes laborales, la apuesta por las energías sostenibles y la cualificación de la mano de obra suman puntos. Desde 2012, la mayor parte de las inversiones chinas han ido a parar de forma destacada a tres sectores: el energético, el inmobiliario y los servicios a edificios, con aldabonazos en forma de adquisiciones como la de Madrileña Red de Gas (Gingko Tree Investment), el Edificio España (Grupo Wanda, Madrid) o NH Hoteles (HNA) con distinta suerte. Equipos de fútbol como el RCD Español o el Atlético de Madrid han lucido en sus camisetas patrocinadores orientales. Pero en los últimos años el proceso inversor ha ganado en calidad y cantidad.
Los anuncios de inversiones en la visita oficial del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a China van en esa dirección. El fabricante de baterías chino Envision se ha comprometido a invertir más de 1.000 millones de dólares (más de 900 millones de euros al cambio actual) en España para levantar una fábrica de electrolizadores, necesarios para romper las moléculas de agua y producir hidrógeno. El proyecto se sumará a los que Envision puso en marcha el pasado año con una inversión estimada de 2.500 millones: una planta de baterías en Navalmoral de la Mata (Cáceres) y una fábrica de turbinas eólicas en Nava del Marqués (Ávila). Envision acompaña en la ruta inversora del hidrógeno a otra grande, Hygreen Energy, que trabaja en tres proyectos en Huelva, Málaga y Sevilla y que ha firmado alianzas con Cox Abengoa y la onubense Kemtecnia.
El negocio renovable ha sido especialmente atractivo para los grandes grupos. China Three Gorges es uno de los que más ha invertido en la península Ibérica en renovables: entró en 2011 en plena crisis financiera, adquiriendo el 21% de las acciones de EDP, Energias de Portugal; casi una década después realizó su primera operación en el mercado español: compró a X-Elio activos solares por 500 MW. En 2021 apostó por la eólica, con la compra de 400 MW del grupo Masaveu y la adquisición del 100% de una cartera de 181 MW de energía eólica de EDP Renováveis, filial de la propia EDP.
El Gobierno ha tendido un puente de seda a la inversión china en un país que ha hecho de la energía verde una de sus bazas para competir y atraer industria. Hay una prueba reciente del interés de China en la transición energética: en la última gran feria de las renovables, Genera 2024, hasta 111 empresas chinas desplegaron sus avances en materia de energía fotovoltaica. Pero el gran objetivo es que los fabricantes chinos de automóviles eléctricos se instalen en España —un país que ya es el segundo gran fabricante de automóviles de combustión en Europa—.
Y ha habido avances. El fabricante chino Chery participa en minoría en una joint venture con Ebro para fabricar coches marca Omoda en la planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona. En principio, la empresa iba a arrancar la producción de los Omoda 5 este mismo año, pero se retrasará hasta el otoño de 2025. En Andalucía, la Junta negocia con las firmas Coronet y Desay SV, para que fabriquen componentes en la planta de Santana Motor de Linares (Jaén). Con Desay, dedicada a la fabricación de sistemas de visualización e interacción para automóviles, ya existe un memorándum de entendimiento (MOU) con la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento linarense.
Para España es una carrera. Hungría y Chequia también tienden puentes de seda —costes laborales mediante— y están en todas las planillas de la inversión china. España, con una economía enganchada al turismo, también necesita industria. De ahí las expectativas creadas alrededor de la entrevista reciente entre Pedro Sánchez y Wang Xiaouqiu, presidente de SAIC Motor, fabricante de la marca automovilística MG, la que más éxito ha tenido en España hasta el momento. Sánchez quiere que la planta europea del fabricante chino esté en España. Otros fabricantes ya han decidido. BYD (el mayor productor de vehículos enchufables del mundo) ha elegido Hungría para sus planes en Europa.
Competencia
Hay competencia, pero la lista de inversiones crece mes a mes. Las empresas chinas se mueven con (más) decisión: Aerogeneradores (Zhensi, Puerto Real); productos textiles (Shangai Jingquingrong Garmet, Ripollet); autoconsumo para la industria (CGE con Forestalia); parques fotovoltaicos (Huadian en Antequera). “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”, dice el proverbio oriental. Y quien dice árbol, dice fábricas; o constructoras. En infraestructuras, las empresas chinas han cerrado operaciones significativas como la compra (75%) de la madrileña Aldesa por la China Railway Construction Corporation (CRCC) o la adquisición por China Road and Bridge Corporation (CRBC) de la mayoría del grupo gallego Puente.
La ola llega en un momento delicado para la economía china y con sombras por las disputas comerciales con la UE. El Real Instituto Elcano destaca en sus análisis que estamos “en un periodo de redefinición de la estrategia de la UE y de sus Estados miembros hacia China”. Con una dificultad: evitar tanto los costes derivados de una excesiva “segurización” de los vínculos con Pekín “como los peligros derivados de obviar los riesgos asociados a actividades aparentemente benignas”. Porque, entre otras cosas, la apuesta china en España entraña desafíos para las empresas locales. No sólo en costes, sino también en capacidad de innovación. Más fábricas suponen también más presión sobre los recursos, las infraestructuras y los servicios, por no hablar de lo que puede implicar el desembarco de gigantes —actores globales— en la cadena de valor configurada en y para España. Pelillos a la mar. Manda la inversión y el empleo y distintas cerraduras se abren con diferentes llaves. Filosofía oriental.