Sergio Díaz-Granados: “La crisis silenciosa de Latinoamérica es la educación”

El presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina asumió el cargo el pasado 1 de septiembre y ya ha logrado una recapitalización récord para este organismo multilateral

Sergio Díaz-Granados dirige el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.

Sergio Díaz-Granados (Santa Marta, Colombia, 53 años) ha visitado 14 países en 120 días. Desde que asumió el pasado 1 de septiembre el cargo de presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina se ha reunido con presidentes y ministros en la búsqueda de un consenso en una región cada vez más polarizada. Sus esfuerzos cristalizaron el pasado diciembre con el acuerdo de todos los miembros para lograr la mayor capitalización ...

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Sergio Díaz-Granados (Santa Marta, Colombia, 53 años) ha visitado 14 países en 120 días. Desde que asumió el pasado 1 de septiembre el cargo de presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina se ha reunido con presidentes y ministros en la búsqueda de un consenso en una región cada vez más polarizada. Sus esfuerzos cristalizaron el pasado diciembre con el acuerdo de todos los miembros para lograr la mayor capitalización del banco desde su nacimiento en 1968. Un aumento de capital de 7.000 millones de dólares, que ahora es la base sobre la que Díaz-Granados quiere construir su mandato para los próximos cinco años. Con el acento puesto en la lucha contra el cambio climático, el presidente expone desde su oficina en Panamá los desafíos de la región.

Pregunta. ¿Cómo han sido estos primeros meses?

Respuesta. A pesar de la pandemia he tenido la oportunidad de visitar ya 14 países en América Latina y el Caribe, España e Italia. Ha habido diálogos con equipos económicos en toda la región para tener un panorama directo y tratar de forjar un consenso. El primer fruto de ese trabajo fue el apoyo, en diciembre, a la capitalización de CAF, la mayor en la historia del banco. En un contexto de crisis, de estrechez fiscal, hay una gran apuesta de los países por fortalecer el banco y que se trabaje para apoyar la salida a la crisis.

P. Fue un aumento de capital de 7.000 millones. ¿Cómo se logró?

R. Este banco nació en 1968 en un contexto de crisis. En el momento que más difícil estuvo la situación en América Latina fue cuando más apostamos por los organismos multilaterales para que ayudaran a la recuperación. Tenía sentido hacer esta apuesta ahora porque estábamos entrando en una fase en la que el banco no iba a poder crecer en los próximos años. Sabemos que tenemos por delante un gran desafío, por eso había que hacer el esfuerzo. El análisis fue bien comprendido por todos los países.

P. ¿Qué temas quiere impulsar?

R. La primera gran apuesta es que CAF se convierta en un factor que ayude a cumplir las metas de Glasgow, donde todos los socios firmaron un compromiso para reducir en 2030 la emisión de gases de efecto invernadero. De aquí a 2026, esperamos que nuestras operaciones sean de 18.000 millones de dólares, y que el 40% de ellas se destinen a financiación verde. Otro indicador de aquí a 2026 es que el 15% de nuestra cartera vaya de la mano del sector privado, con prioridad en la acción climática: más reforestación, transición energética, renovables no convencionales, ayudar a la reducción de emisiones en ciudades con movilidad eléctrica, transporte masivo o soluciones basadas en la naturaleza.

P. ¿A qué desafíos se enfrenta el banco a corto plazo?

R. Tenemos que comenzar a incubar un nuevo banco, en Montevideo presentamos una nueva estructura para CAF, con gerencias especializadas para ciudades, acción climática y biodiversidad positiva y desarrollo social y humano. Eso va a ser un gran desafío, con los equipos que tenemos, ya que no podemos crecer más. También hacer nuevas alianzas. Me refiero en particular a la banca nacional de desarrollo de los distintos países, para aumentar la capacidad de estructurar proyectos y poder financiarlos. El gran desafío para América Latina hoy es traducir la meta de Glasgow a proyectos que efectivamente produzcan reducción de gases de efecto invernadero. Hay que vencer la inercia que traíamos y acomodar el banco a esta exigencia. Tenemos los años contados de aquí a 2030 y necesitamos resultados.

P. ¿Cuál cree que es la mayor emergencia de la región?

R. La crisis silenciosa que hay es la de la educación. En una región que ya acumulaba problemas en 2019 de informalidad, de baja productividad, y que sabíamos que el problema estaba en el empleo y la educación, sumergimos durante dos años a 150 millones de personas sin educación. El planteamiento que hacemos en CAF es que tenemos que entrar en áreas de mayor especialidad y poner el foco en educación para reponer esos dos años perdidos.

P. Los multilaterales sufren la polarización de los distintos países de la región. ¿Cómo evitarlo?

R. Mucho diálogo, no hay otra alternativa, y reconocer las diferencias de los socios. Hay que tratar que el banco preserve la capacidad que tiene desde 1970 de ser un común denominador, de encontrar en el lenguaje la capacidad para incluir a todos. Hemos dispuesto también que un porcentaje de nuestra cartera trabaje en proyectos de integración regional. Hay que empezar a moverse a zonas que nos acerquen, a actividades y sectores que nos unan y no nos dividan, como la protección de los ecosistemas o de la gente que está en las fronteras, que necesita una voz y un apoyo. Queremos que el banco haga ese papel, ir cosiendo de alguna manera esas características que son comunes. Hay un gran desafío en la América Latina, un actor clave para la acción climática global, aspecto en el que la región está muy rezagada. Ahí podemos construir y alejarnos de discursos polarizados.

P. ¿Hay un compromiso decidido de todos los países?

R. He tenido la oportunidad de hablar con casi todos los ministros de Economía, con muchos de los presidentes, y veo elementos comunes en todos ellos: la gran sensibilidad por lo fronterizo, una gran preocupación porque América Latina no se vuelva irrelevante después de esta crisis y que logremos consolidar una lista de los temas que son urgentes. Hay consenso acerca de que no va a haber solución global al problema de cambio climático sin América Latina. Esos temas están uniendo la vocación de los países de actuar coordinadamente. Yo no diría un discurso unificador, pero sí coordinado para responder a los problemas que más nos afectan.

P. ¿Sigue decidido a mantener la sede de CAF en Venezuela?

R. La CAF nació en 1968 como un acuerdo andino, con sede en Caracas y oficinas en otros países. A lo largo de estos años se ha ido transformando en un banco continental de América Latina y el Caribe. Se han abierto oficinas en los distintos países y hace 10 años se decidió que la presidencia ejecutiva se instalara en cualquiera de ellos. Yo planteé que, por razones de logística, donde convenía tener la presidencia ejecutiva era en Panamá, pero la sede seguirá siendo Caracas como lo manda el Tratado. Tenemos allá casi un tercio de nuestra fuerza laboral, es la sede histórica, y yo trato de ir todos los meses a Caracas.

P. ¿Cuál es el papel de España y Portugal como socios?

R. Es una relación de una sociedad que tiene que dar mucho más. Este año celebramos los 20 años de España en CAF, y queremos hacerlo a lo grande, no solo celebrar lo logrado sino imaginarnos muchas más décadas de trabajo común. Hay gran cantidad de desafíos en la región que podemos trabajar conjuntamente.

P. También hay 60 millones de latinoamericanos en EE UU.

R. Hay un tesoro que tiene Hispanoamérica y es esta gran mayoría presente en EE UU, que es ya uno de los países hispanohablantes más importantes del mundo. Sabemos que tenemos ahí un gran activo y nos hemos preguntado qué debe pasar con este activo, cómo podemos volvernos un puente adicional entre ellos y la región. Estamos buscando esas conexiones para posicionar los mensajes que nos interesan desde la región, como el compromiso de la filantropía americana, particularmente en los temas medioambientales, y la capacidad exportadora de la pequeña y mediana empresa de América Latina y el Caribe hacia Estados Unidos. Vemos en las tensiones del comercio global una oportunidad para la región. Pero para lograr que esa oportunidad cristalice necesitaremos probablemente de adecuaciones en normas aduaneras, fitosanitarias y otros esfuerzos en los que va a ser fundamental la conexión con esos 60 millones de latinoamericanos y caribeños que están presentes en Estados Unidos.

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