El FMI alerta de que la deuda pública mundial superará este año los 100 billones de dólares
El organismo avisa de que se requerirán ajustes fiscales mucho mayores que los proyectados y pide a España revisar sus deducciones fiscales
La deuda pública crece sin parar. Tras la aceleración provocada por la pandemia, el pasivo del sector público sigue aumentando en buena parte del planeta, incluido Estados Unidos, la mayor economía del mundo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que a finales de este año supere los 100 billones de dólares (cerca de 92 billones de euros, al tipo de cambio actual), es decir, alrededor del 93% del producto interior bruto (PIB) mundial, y que se acerque al 100% del PIB en 2030, según un avance del Monitor Fiscal, el informe del organismo internacional sobre el estado de las cuentas públicas.
“El Monitor Fiscal de octubre de 2024 muestra que los niveles futuros de deuda podrían ser incluso superiores a los previstos y que se requieren ajustes fiscales mucho mayores que los proyectados actualmente para estabilizarla o reducirla con una alta probabilidad”, indican los expertos del Fondo que han elaborado el informe y que señalan en particular a Brasil, Francia, Italia, Sudáfrica, Reino Unido, China y Estados Unidos como los países donde se espera que la deuda aumente más.
El organismo que dirige Kristalina Georgieva ve numerosas razones para ser pesimistas. El discurso político sobre cuestiones fiscales se ha inclinado cada vez más hacia un mayor gasto público en las últimas décadas. Ha aumentado la incertidumbre sobre la política fiscal y se han afianzado las líneas rojas en materia tributaria. Además, aumentan las presiones sobre el gasto para hacer frente a las transiciones ecológicas, el envejecimiento de la población, los problemas de seguridad y los retos de desarrollo de larga data. A eso se unen deudas sin identificar, con frecuencia procedentes de empresas públicas y de otros pasivos y compromisos no contabilizados, que acaban aflorando.
El FMI señala en particular a los abultados déficits primarios de las dos mayores economías del mundo: Estados Unidos y China. Afirma que esos dos gigantes tienen un conjunto de opciones de política económica mucho más rico para aplicar políticas de saneamiento. Sin embargo, cualquiera que siga la campaña electoral de las elecciones de Estados Unidos puede apreciar que las promesas de rebajas de impuestos y de ayudas fiscales están a la orden del día. El FMI ya advirtió en abril del riesgo de que en todo el mundo el año electoral viniera acompañado de aumentos del déficit. El nuevo informe señala que los elevados niveles de deuda y la incertidumbre en torno a la política fiscal en esos dos países de importancia sistémica pueden generar importantes efectos de contagio en forma de mayores costes de endeudamiento y riesgos relacionados con la deuda en otras economías.
Además, indica el Fondo, la experiencia demuestra que las proyecciones tienden a subestimar sistemáticamente los niveles de deuda: los ratios deuda/PIB realizados a tres años vista son, por término medio, superiores a los proyectados en seis puntos porcentuales del PIB.
Con todos esos elementos, el FMI ha elaborado en esta ocasión un nuevo indicador de deuda en riesgo, que sirve como una especie de test de estrés de la deuda ante escenarios adversos desde el punto de vista macroeconómico, financiero y político. Con esa herramienta, avisa del riesgo de que la deuda se dispare en un escenario extremo hasta el 115% del PIB mundial en 2026, 20 puntos más de lo proyectado actualmente.
Los actuales planes de ajuste fiscal están muy por debajo de lo necesario para garantizar la estabilización o reducción de la deuda con una alta probabilidad, según el Fondo, que cree que ahora es el momento oportuno para sanear las cuentas. “Con la moderación de la inflación y la previsión de que los bancos centrales flexibilicen la política monetaria, las economías están en mejores condiciones para absorber el efecto económico del endurecimiento fiscal”, indica.
Además, el retraso es costoso: en los países en que se prevé que la deuda aumente aún más (como Brasil, Francia, Italia, Sudáfrica, el Reino Unido y los Estados Unidos), “retrasar la acción hará que el ajuste necesario sea aún mayor”. El Fondo recuerda que la experiencia de los países demuestra que una deuda elevada puede desencadenar reacciones adversas en los mercados y limitar el margen de maniobra presupuestaria ante perturbaciones negativas.
El informe sostiene que los países deben afrontar ahora los riesgos de la deuda con políticas fiscales cuidadosamente diseñadas que protejan el crecimiento y a los hogares vulnerables, aprovechando ese ciclo de relajación de la política monetaria que puede aliviar algo la carga de intereses.
Receta para España
Según el FMI, los ajustes en las economías avanzadas que ya tienen una elevada presión fiscal, como por ejemplo, Francia, deberían basarse más en la redefinición de las prioridades de gasto dentro de un recorte general del gasto público. “La reforma de las prestaciones es una prioridad clave en muchas economías avanzadas, ya que el gasto en prestaciones representa una parte importante y rígida de sus presupuestos”, dice el informe.
En los países en los que hay margen para aumentar los ingresos (por ejemplo, Reino Unido y Estados Unidos), para estabilizar o reducir la deuda puede ser necesario actuar tanto sobre el gasto como sobre los ingresos, indica el Fondo. Las medidas pueden incluir el aumento de los impuestos indirectos y el incremento progresivo de los impuestos sobre la renta (Estados Unidos), la eliminación de exenciones fiscales (como las exenciones del impuesto sobre el valor añadido en el Reino Unido) y la mejora de la eficiencia de los “gastos fiscales”, entendiendo por tal las deducciones, tipos reducidos y otros beneficios fiscales y poniendo en este caso a España como ejemplo.
El Fondo ya ha insistido en esa receta en sus informes anuales sobre la economía española. En el último, al referirse a las ineficiencias del sistema fiscal, hablaba en particular de eliminar exenciones y tipos reducidos en el IVA y compensar a las rentas más bajas con otras deducciones que incentivasen la actividad.