Así han cambiado los precios en 2023: pagamos más por comer y viajar, pero menos por calentar la casa
El aceite de oliva es el producto que más se ha encarecido en un año en el que la inflación se ha moderado casi a la mitad. La cesta de la compra de alimentos junto a combustibles, vuelos y reservas de hoteles subieron más que la media. Los gastos de calefacción y electricidad se moderaron
Seguir la evolución de los precios se ha convertido en una rutina agotadora para quienes de verdad se hayan entregado a ello en estos casi tres años de despegue inflacionista. Los brokers bursátiles están habituados a las oscilaciones diarias de todo tipo de activos en los mercados, pero el ciudadano de a pie estaba poco acostumbrado a cambios bruscos en los productos y servicios básicos que consume, desde reservar un hotel en vacaciones, llenar el depósito del coche o la compra semanal en el supermercado. Esas fluctuaciones han convertido en una odisea la planificación de las finanzas ...
Seguir la evolución de los precios se ha convertido en una rutina agotadora para quienes de verdad se hayan entregado a ello en estos casi tres años de despegue inflacionista. Los brokers bursátiles están habituados a las oscilaciones diarias de todo tipo de activos en los mercados, pero el ciudadano de a pie estaba poco acostumbrado a cambios bruscos en los productos y servicios básicos que consume, desde reservar un hotel en vacaciones, llenar el depósito del coche o la compra semanal en el supermercado. Esas fluctuaciones han convertido en una odisea la planificación de las finanzas personales, en un entorno que si bien ha mejorado —la inflación cerró noviembre en el 3,2% frente al 5,7% con el que cerró diciembre—, aún no se ha normalizado: en 31 de los últimos 32 meses el IPC español ha superado el umbral del 2% recomendado por el Banco Central Europeo.
El índice busca ser una radiografía del coste de la vida. El Instituto Nacional de Estadística recoge una ingente cantidad de datos, cerca de 210.000 precios de unos 29.000 establecimientos en 177 municipios. Se analizan 462 artículos acudiendo personalmente al vendedor o contactándole por teléfono o correo electrónico. Y en medio de la creciente importancia del comercio electrónico, otros se extraen de páginas web.
El resultado de toda esa montaña de información sitúa claramente a un producto al frente de la clasificación de los que más se han encarecido: el aceite de oliva, que sube un 53,8% desde enero. No es una sorpresa. Es visible para cualquiera que lo haya adquirido recientemente. Ya fue protagonista en 2022 de alzas sorprendentes. Y hace tiempo que los agricultores advierten de que la sequía no deja de mermar las cosechas, reduciendo la producción y tirando hacia arriba los precios por la menor oferta.
No está ni mucho menos solo. Aunque ningún encarecimiento ha sido tan pronunciado, solo 31 de las 199 subclases de productos y servicios que estudia el INE son más económicas que al comenzar 2023. A falta de conocer los datos de diciembre, así se han comportado los precios este ejercicio que ahora termina.
Alimentación y bebidas no alcohólicas. Es el gran dolor de cabeza para el Ejecutivo, que no ha conseguido doblegar los precios pese a su decisión de rebajar el IVA. Hay señales positivas: en octubre, el IPC de los alimentos bajó del 10% por primera vez en 18 meses. Y en noviembre perdió otras cinco décimas. Pero el 7,3% de subida que acumula este año habla por sí solo de cómo la inflación se ha cebado especialmente con la cesta de la compra. Y aún llevará meses alcanzar una cierta estabilidad.
Junto al mencionado aceite de oliva, los productos que superan el doble dígito de subida este 2023 son las frutas, los productos de confitería, los helados, la carne de cerdo, las legumbres y hortalizas, las salsas, el pescado y el marisco, y los zumos de frutas y vegetales. Llevando la contraria, se han abaratado este año los aceites alimenticios de otro tipo (girasol, soja, algodón, colza, maíz, cacahuete, palma, almendra, coco y copra), las pastas alimenticias y el cuscús, las harinas y otros cereales, la leche y el yogur.
Bebidas alcohólicas y tabaco. Por encima de la inflación (7,1% más) crecen este año los precios de bebidas espirituosas, licores, vinos y cervezas. Bosco Torremocha, director ejecutivo de la patronal Espirituosos España, reconoce que el sector ha subido precios al elevarse sus costes de energía y transporte. Y cree que la presión de los precios ha influido en el consumo de bebidas alcohólicas. “No se han cambiado tanto los hábitos, pero hay menos frecuencia. Si antes te tomabas dos, ahora te tomas una. Miramos más lo que podemos gastar”, analiza.
David Palacios, presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas, insiste en que la inflación se sigue haciendo notar. ”Y afecta mucho a nuestro sector, tanto a nivel de producción de uva, porque los costes de producción siguen siendo muy elevados (fertilizantes, fitosanitarios, gasoil…), como a nivel de elaboración de vino, con precios de la energía muy elevados, pero también los de otros insumos necesarios, como el vidrio, el cartón, el corcho...”. Más moderada fue la subida de precio del tabaco (1,9%).
Vestido y calzado. El empujón de noviembre, cuando salen al mercado muchas prendas de abrigo para el invierno, ha sacado de terreno negativo al vestido y al calzado, que sube un 2,6% en lo que va de año, aún por debajo de la inflación media general. La fuerte competencia —a la que se suma cada vez más la segunda mano—, y la expansión de periodos promocionales como el Black Friday han presionado los precios a la baja. “Si tu competencia hace un descuento y los clientes no van a tu tienda, tú haces un descuento mayor. Ya no hay pistoletazos de salida de rebajas oficiales. Estás toda la temporada con promociones. Es una espada de Damocles, porque el cliente espera un descuento y si no, no compra”, lamenta Eduardo Zamácola, presidente de la patronal Acotex.
Zamácola cree que la inflación está afectando a los márgenes de su sector. “Incrementa los costes para las empresas y los consumidores, que pagan más por sus créditos, la gasolina o la electricidad, y tienen menos disponibilidad para gastar. Estamos entre la espada y la pared. Por incremento de costes tendríamos que vender más caro, pero el que nos compra exige precios más baratos. O tienes una marca fuerte y aceptan pagar el sobreprecio o te ves obligado a hacer un descuento”, resume.
Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles. Esta partida ha dado la mayor alegría al bolsillo de quienes viven en España en 2023. De los grandes grupos que analiza el INE, es el único que se abarata. El precio de la electricidad ha sido clave. Se ha relajado un 19,3% tras un 2022 para olvidar. Por aquel entonces, incluso amenazó la rentabilidad de la industria, muy castigada por la escalada que siguió al comienzo de la guerra en Ucrania, y empujó a muchos hogares a seguir con angustia los precios diarios del mercado mayorista para decidir a qué hora poner la lavadora. El incesante crecimiento de las renovables ha dado un vuelco a esa situación, al reducir al mínimo la generación fósil, más cara. Además, en un entorno de menor demanda y reservas elevadas, tanto el gas natural como los derechos de CO₂ han caído con fuerza en los mercados internacionales, lo cual ayuda a reducir la factura de la luz.
El suministro de agua no ha seguido esa tendencia y se ha encarecido ligeramente, igual que la cuota de la comunidad, la recogida de basuras y la contratación de otros servicios para mantener la vivienda, como el de pintores, carpinteros, fontaneros o electricistas, pero el ahorro del gas, la electricidad, el butano y otras fuentes de energía lo compensa con creces.
Muebles y artículos para el hogar. En conjunto se encarecieron un 1,9%, pero no hay uniformidad. Mientras los artículos de cristalería, vajillas, vidrio, cerámica y porcelana han subido a doble dígito —algunos de ellos requieren de un gran consumo de energía para su fabricación, y aunque se ha abaratado, pueden tardar en trasladar el descenso—, otros como las cocinas, los frigoríficos, lavadoras, la tapicería o la ropa de cama bajaron de precio. En medio, los productos de limpieza se encarecieron por encima de la inflación, y con alzas más leves se movieron el servicio doméstico, los calentadores y los aires acondicionados.
Sanidad. Solo reculan levemente las gafas graduadas y lentes de contacto. El resto, todos se encarecen, desde los productos farmacéuticos, audífonos, servicios de médicos especialistas, los dentales, paramédicos y hospitalarios, aunque ninguno por encima de la inflación.
Transporte. Los carburantes llevan dos meses consecutivos abaratándose, y la tendencia invita al optimismo para 2024. Sin embargo, este 2023 repostar ha sido más caro, concretamente los conductores pagaron un 14,3% más por la gasolina y un 7,5% más por el diésel, convirtiendo al transporte en la tercera categoría que más sube.
Más allá de los combustibles, llaman la atención los encarecimientos de los coches de segunda mano (8,3%), mucho más acentuados que los de los vehículos nuevos (prácticamente sin cambios). Así como las subidas por encima de la inflación del taxi, los peajes y aparcamientos, neumáticos y piezas de repuesto. En sentido contrario han tirado los fuertes descuentos al uso del transporte público, que han tenido su reflejo en las caídas de los billetes de metro, autobús y tranvía. Y el abaratamiento de los vuelos nacionales (-5,5%).
Comunicaciones. Aquí el resumen es claro: los aparatos bajan de precio y los servicios suben. La feroz competencia de marcas asiáticas lleva años abaratando la compra de teléfonos móviles inteligentes, y eso se ha seguido notando este 2023. Mientras tanto, los servicios de telefonía, tanto móvil como fija, aumentan de precio en un contexto en que las grandes telecos intentan recuperar parte de la rentabilidad perdida en plena irrupción de nuevas operadoras de bajo coste. Algunas, como Vodafone, han tirado ya la toalla y se han desprendido de su negocio en España. Otras, como Telefónica, han visto irrumpir en su accionariado a inversores extranjeros como los saudíes de STC. El incremento de los precios, en todo caso, no es exagerado, y ronda tasas similares a las de la inflación.
Ocio y cultura. Declive del soporte físico y auge de la experiencia. Las ventas de ordenadores llevan tiempo cayendo en todo el mundo, y en España también lo hacen sus precios (-4,5%). En cambio, las suscripciones de televisión, los espectáculos deportivos y los paquetes turísticos nacionales suben. También los cines, teatros, museos y zoológicos. Algunos expertos ven un cambio de hábitos tras la pandemia que prima las vivencias frente a la acumulación de objetos. Está por ver la solidez de esas nuevas rutinas.
Enseñanza. Sube el precio de la enseñanza en todos los niveles educativos, especialmente en la secundaria (5,4%) y la primaria (4,3%), ambas por encima de la inflación.
Restaurantes y hoteles. Como resultado de esa dinámica que prioriza la experiencia por encima de la acumulación puede enmarcarse la evolución de la hostelería. Los hoteles, hostales, pensiones y servicios de alojamiento similares se han encarecido con fuerza en 2023 (un 11,6%). El repunte no parece haber afectado a la ocupación por ahora, en un año muy positivo para el sector turístico. Más moderada, aunque por encima de la inflación, es la subida de precios en los restaurantes (4,8%) y los servicios de comida rápida y para llevar (6%), así como en campings y albergues (5,7%).
Otros bienes y servicios. En esta última categoría hay fenómenos a destacar. Los seguros privados de salud suben el doble que la inflación. Los seguros de coche repuntan un 6,5%, algo por encima de los servicios funerarios y las residencias de mayores, cada vez más demandadas por el envejecimiento de la población. Siguiendo la tendencia contraria, la de una tasa de natalidad cada vez menor, bajan los precios de los artículos para bebé. Y la joyería y bisutería, con el precio del oro cerca de máximos históricos, sube cerca del 5%.
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