El FMI advierte del riesgo de un corte del gas ruso para la recuperación europea
“Poniéndonos en lo peor, puede suponer una reducción del PIB del 3%”, según el director del Fondo para Europa, Alfred Kammer
Habría sido más rápido agrupar las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebradas esta semana en Washington, bajo el título de La recuperación que no pudo ser. Cuando las economías avanzadas andaban levantándose tras el puñetazo del coronavirus, llegó la invasión rusa en Ucrania y nuevos confinamientos en China, decretados para contener una nueva ola de covid, y volvieron a tumbar cualquier aspiración de volver a lo de antes. Y en eso, Europa no es ni mucho menos una ...
Habría sido más rápido agrupar las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebradas esta semana en Washington, bajo el título de La recuperación que no pudo ser. Cuando las economías avanzadas andaban levantándose tras el puñetazo del coronavirus, llegó la invasión rusa en Ucrania y nuevos confinamientos en China, decretados para contener una nueva ola de covid, y volvieron a tumbar cualquier aspiración de volver a lo de antes. Y en eso, Europa no es ni mucho menos una excepción. El organismo advierte en su informe regional de previsiones presentado este viernes que “el riesgo más preocupante es una interrupción repentina de los flujos de energía de Rusia, que conduciría a pérdidas de producción significativas”. El impacto sería especialmente fuerte en Europa central y del Este. Los pronósticos oficiales apuntan de momento a que las economías europeas avanzadas crecerán un 3% en 2022, un punto menos que la anterior previsión, y las emergentes un 3,2%, un punto y medio menos.
“La guerra ha supuesto un serio revés para la fuerte pero incompleta recuperación de la pandemia en el continente, que ha dependido demasiado de la inversión pública”, explicó esta semana Alfred Kammer, director del departamento europeo del FMI en una entrevista con EL PAÍS y periodistas de Le Figaro, La Repubblica y Die Welt, diarios asociados en la alianza de medios LENA. “Con incompleta queremos decir que dejó el consumo privado muy por debajo de los niveles previos a la crisis, y eso que el apoyo fiscal y monetario impulsó un repunte impresionante del empleo. El aumento de los precios de la energía y de los alimentos [causado por la guerra] está afectando profundamente el consumo de los hogares, y la incertidumbre económica amenaza a la inversión. Al mismo tiempo, esta crisis es un recordatorio de que Europa debe hacer más para mejorar la seguridad energética mediante la apuesta por las renovables y por mejorar la eficiencia”. Las previsiones para Rusia y Ucrania son negativas: sus economías se encogerán un 35% y un 8%, respectivamente, según Kammer.
Preguntado Kammer si la institución teme un futuro de racionamiento energético en Europa si la guerra se prolonga y aumentan las sanciones contra Rusia, este detalló “varios escenarios” que maneja el Fondo “en los que podrían producirse cortes de energía, en particular de gas”. “Creemos que en los primeros seis meses, la situación sería manejable recurriendo a fuentes alternativas de suministro. Si la interrupción se prolongara hasta meterse en el invierno, las medidas serían entonces insuficientes. La escasez podría rondar en ese caso el 20%. Poniéndonos en lo peor, si el shock fuera global, podría suponer una reducción del PIB europeo del 3%. Urge dar con suministros de energía alternativa, y el gas natural licuado es uno de ellos. Los Gobiernos están en eso: buscando oleoductos, acudiendo a la alternativa de Argelia, construyendo infraestructuras, trabajando en las energías renovables... También existe la necesidad de desarrollar planes de contingencia. Porque uno de los grandes problemas de esos cortes es que no solo afectarían a la calefacción, sino también a la industria y a la producción”.
A una pregunta sobre el caso español y su menor dependencia directa de Rusia, y sobre las aspiraciones de que el Gobierno consiga que la Comisión Europea apruebe una “execpión ibérica”, Kammer reconoce que estos reveses energéticos no afectarán a todos por igual, y por eso alienta los “acuerdos de solidaridad entre países”. Sobre medidas como las aplicadas por España para bajar el precio de la gasolina, el director europeo del FMI recuerda que si se introducen reducciones fiscales “siempre deben ser temporales, y conviene dejar de aplicarlas cuanto antes”. “Calculamos que los costes fiscales de esas medidas estarán en torno del 0,5% en el caso español, una cifra que no puede considerarse excesiva en una situación como esta”.
Una de las principales amenazas es la inflación, que crecerá un 5,5% en los países avanzados y un 9,1% en los emergentes en 2022, y será peor en economías en cuya cesta de consumo pesan especialmente la energía y los alimentos. Lugares como, según advierte el FMI en su informe, España, Rumania y Eslovaquia. “Si bien gran parte de la presión la ponen fuerzas que escapan al control de los bancos centrales, los responsables de la política monetaria deben seguir normalizando las condiciones crediticias para ayudar a contener la inflación. Recomendamos a los Gobiernos que trabajen con los interlocutores sociales para incrementar los sueldos y acotar los beneficios empresariales mientras dure la crisis para, así, evitar espirales de salarios y precios. También, que apoyen a los hogares y a las empresas en su lucha contra la escalada en el coste los productos básicos, y que hagan crecer la asignación por desempleo, al tiempo que bajan los impuestos. Estas medidas ampliarán los déficits fiscales mientras se debilitan las perspectivas de crecimiento”.
Para lograr esos objetivos, el informe presentado este viernes establece que “la política fiscal es más adecuada que la política monetaria. Se debe permitir que los estabilizadores fiscales automáticos operen libremente, mientras se asignan gastos adicionales para la ayuda humanitaria” a los cinco millones de refugiados que ya ha empujado la guerra fuera de Ucrania. “El ritmo de retirada de los estímulos monetarios debería variar según las circunstancias económicas”, concluye el FMI.
Para España, el FMI rebaja las expectativas para 2022 un punto y medio punto para 2023, con respecto a las proyecciones hechas por el fondo en enero. La buena noticia es que el ajuste para 2024 augura un 0,8% más de crecimiento, la cifra más alta de Europa.