Nacidos en 2007, los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS) son uno de los principales instrumentos pensados para acumular un capital a largo plazo que complemente la pensión de jubilación, aunque puedan ser empleados para cualquier otro fin. Estos seguros, que contaban con 1,2 millones de usuarios el año pasado —es decir, un 16,75% menos que el año anterior—, están dotados de ventajas interesantes, pero también de algunos importantes límites, por lo que los expertos aconsejan ahondar en su conocimiento, con el objetivo de establecer si de verdad son una herramienta útil en cada caso o si hay que orientarse más bien hacia opciones alternativas.
Los PIAS son seguros de ahorro en los que el usuario hace aportaciones periódicas que —a diferencia de productos parecidos, como los planes de pensiones o los planes de previsión asegurados (PPA)— pueden ser rescatadas en cualquier momento. La liquidez es, de hecho, el primer aspecto positivo de los PIAS que destaca el experto de finanzas del comparador bancario iAhorro, Antonio Gallardo. Por lo general, pedir la devolución del capital ahorrado en un PIAS no tiene coste. No obstante, “algunos productos tienen ciertas penalizaciones, más altas si el rescate se hace en los primeros años de contratación”, matiza Gallardo.
Habrá que tener en cuenta también que las aportaciones no pueden superar los 8.000 euros al año y que estas no dan derecho a ningún tipo de deducción en el IRPF, como sí ocurre en el caso de los planes de pensiones y de los PPA. El total del ahorro acumulado con un PIAS, además, no puede sobrepasar los 240.000 euros, y se puede aportar solo durante 30 años.
Rentabilidad
En los llamados PIAS garantizados el capital aportado no se pierde en ningún caso. A cambio, la aseguradora ofrece por ellos una rentabilidad extremadamente baja, muy parecida a la que se suele dar en los depósitos bancarios. “El techo de este tipo de interés es establecido anualmente por el Ministerio de Asuntos Económicos, a fin de que las aseguradoras no se comprometan por encima de sus posibilidades”, subraya Carlos Lluch, director técnico de la correduría de seguros Lluch y Juelich. Este año el límite se encuentra en el 0,54%.
Existen también PIAS que reinvierten las primas en fondos y se pueden adaptar al perfil de riesgo que puede asumir cada usuario, desde el más conservador al más agresivo. “Con riesgos tan dispares, su rentabilidad es muy variable”, apunta Gallardo. “Por ejemplo, el año pasado hubo bastantes PIAS con pérdidas anuales de más del 15%, pero esos mismos el año anterior superaron el 20% de ganancia”, añade.
Aún en el caso de un PIAS garantizado, Lluch aconseja fijarse bien en todo lo que la aseguradora descontará de la prima aportada antes de aplicar los intereses en favor del cliente, es decir, “los gastos de administración, el beneficio que espera obtener, las comisiones de venta, los recargos por fraccionamiento de pago y las primas correspondientes a las coberturas de riesgo (fallecimiento, en general) y al Consorcio de Compensación de Seguros por estas coberturas”, enumera. Si por estos conceptos el asegurado paga más de lo que recibe por el tipo de interés, su patrimonio se verá mermado. Un caso no tan inusual, según este bróker.
Ventajas
La segunda gran ventaja de los PIAS en la que hace hincapié Gallardo estriba en su tratamiento fiscal. Siempre y cuando el rescate del dinero vertido en este seguro se efectúe cuando hayan pasado más de cinco años después de la primera aportación, y este se realice en forma de renta vitalicia (es, decir, no de una vez), las plusvalías obtenidas no tributarán.
En ese momento, el capital acumulado con el PIAS será transferido a un seguro de renta vitalicia (un producto que a su vez tiene cierta rentabilidad), para que cada mes se le devuelva al asegurado una fracción, hasta su fallecimiento. El usuario que cobra la renta deberá tributar, pero solo por una parte de esta, que depende de la edad en la que se empieza a recibir el dinero. La proporción de la renta sujeta a IRPF va desde el 40% para quienes tengan menos de 40 años, al 8% para los mayores de 70 años. De esta forma, ya que el tipo de IRPF que se aplica es el 19%, de cada 100 euros de renta cobrada, en estos dos casos el usuario pagará a Hacienda 7,60 euros y 1,52 euros, respectivamente.
Recomendaciones
“Para una persona que quiera construir un capital a largo plazo, poco a poco desde bien temprano, orientado a complementar su pensión pública, el PIAS puede ser una extraordinaria herramienta”, sugiere el asesor financiero Rafael Velázquez Goya. Por la misma razón, Gallardo desaconseja este instrumento a quien quiera disponer de todo el capital acumulado a la vez y en un plazo demasiado breve, ya que en este caso las ventajas fiscales desaparecen. “Es interesante para que se vayan dejando pequeñas aportaciones, pero siempre teniendo en cuenta que hay que constituir un capital lo suficientemente alto para conseguir una renta vitalicia que sea un verdadero complemento a la pensión”, indica.
“Si solo ahorrase 10.000 euros y fuera a jubilarme a los 65 años, mi renta vitalicia sería de apenas unos 30 euros al mes”, explica Gallardo en este sentido. “Por el contrario, si quiero una renta mensual de unos 200 euros, tendría que conseguir ahorrar unos 70.000 euros”. Por ello, este experto sostiene que “los PIAS pueden ser recomendables para todos, pero solo viables para los que tengan una capacidad de ahorro alta”.
Pese a su visión positiva sobre este tipo de seguro de ahorro, Velázquez advierte: “En este país, lo que hoy es útil y ofrece determinados beneficios, mañana podría dejar de serlo por la inseguridad jurídica que, a veces, hace que se eliminen, y esto no puede ser”. En su opinión, “urge una visión de futuro para el ahorro a largo plazo orientado a la jubilación, y este producto con algún retoque y alguna ventaja fiscal adicional puede cumplir el objetivo”.
Sombras
Quien no solo no recomienda contratar un PIAS, sino que eliminó este producto de sus propuestas a los clientes hace ya muchos años, es Lluch. La primera razón que esgrime es una excesiva rigidez de este seguro a la hora de rescatarlo. “Lo lógico sería poder elegir dónde invertir el capital acumulado con el PIAS, pues nos podemos hallar ante distintas opciones de rentabilidad y seguridad de la inversión. Pero, al vencer el PIAS, el asegurador no buscará el producto más rentable, sino que colocará ese capital en su seguro de renta vitalicia”, subraya Lluch. Bien es cierto que el asegurado puede decidir contratar un seguro de renta vitalicia con otra compañía, pero en este caso se considerará que ha rescatado el capital de una vez y perderá las ventajas fiscales. En definitiva, si transforma el capital en renta vitalicia y lo hace con la misma aseguradora para beneficiarse de ellas, “pierde una oportunidad de mejora”, en palabras de Lluch.
Este bróker se muestra muy escéptico también a la hora de evaluar el tratamiento fiscal reservado a los PIAS, que, con sorna, define “fantástico”. “¿Cómo no van a tener buena fiscalidad si lo que realmente estamos haciendo es recuperar dinero por el que ya hemos pagado impuestos?”, se pregunta. Y hace este ejemplo: “Si el asegurado tiene 67 años y recibe 1.000 euros, tributará por el 20% de esta renta, es decir, deberá integrar en su IRPF 200 euros. Pero esos 1.000 euros no son intereses, sino una mera devolución fragmentada a lo largo del tiempo del dinero aportado que queda tras deducirle gastos e incrementado con los intereses; por tanto, si pagó impuestos al ganar ese dinero, el hecho de que le apliquen el IRPF de nuevo al recuperarlos, aunque solo sea sobre el 20%, supone una doble tributación”, zanja.
Menos asegurados, pero más ahorro
Pese a que el brillo de los PIAS, que se crearon hace 14 años, parece estar algo apagado, los expertos consultados creen que la disminución del número de tenedores de estos seguros de vida-ahorro es solo coyuntural. Si en 2016 los PIAS contaban con casi 1,8 millones de asegurados, esta cifra ha ido disminuyendo progresivamente —excepto un ligero repunte en 2018— hasta alcanzar 1,2 millones de usuarios el año pasado, con un decremento interanual del 16,75% que desde la patronal Unespa atribuyen a la crisis económica derivada de la pandemia y las necesidades de liquidez que esta ha generado en muchas familias. El dinero gestionado a través de estos instrumentos, sin embargo, se ha incrementado entre 2016 y 2019, aunque a un ritmo cada vez menor, y el año pasado se quedó prácticamente estable alrededor de los 14.500 millones de euros.
Este último dato “indica que los clientes que rescatan son aquellos que tenían acumuladas cantidades pequeñas de dinero en el producto. Al tratarse de asegurados que llevaban poco tiempo haciendo aportaciones al PIAS, la pérdida del incentivo fiscal por el rescate les afecta poco”, señala una fuente de la Unespa. “Entre tanto, permanecen los clientes que llevaban más tiempo haciendo aportaciones y que tienen más incentivos en mantener el producto, porque la pérdida de las ventajas fiscales como consecuencia del rescate sería más relevante”, concluye.