Temperaturas muy por debajo de cero grados en la calle, más trabajo en casa y un notable incremento del precio de la luz. En esta temporada aciaga, estos tres elementos conjuran para engordar los próximos recibos de muchos hogares y poner en peligro sus economías domésticas. Pero, ¿existe alguna manera de encarar el invierno sin que la calefacción vacíe del todo el bolsillo de los usuarios? Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se dicen convencidos de que sí, es posible, siempre y cuando se adopten buenos hábitos.
No obstante, esta vez la tarea es especialmente complicada. Por un lado, la reducción de la movilidad por las intensas nevadas —y, posteriormente, por la ola de frío que ha dejado heladas amplias zonas de España— ha obligado a muchos empleados a volver a aquel teletrabajo que habían dejado con la llegada de la nueva normalidad, y a sumarse a los que nunca volvieron a la oficina desde que estalló la pandemia, hace casi un año. Por el otro, la inclemencia de esta estación del año tan dura obliga a un uso intensivo de la calefacción y por un tiempo mayor, a lo que se suma el reciente encarecimiento de la luz.
El coste mayorista de la electricidad subió el miércoles un 6,7%, hasta alcanzar casi los 90 euros de media diaria por megavatio hora, según datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE). El 8 de enero se situó muy cerca de los 95 euros, el pico más alto después de los 103,76 euros que marcó el 11 de enero de 2002. Estos incrementos se traducirán en una subida de entre el 20% y el 30% en la factura de la luz de los usuarios que estén en el mercado regulado (alrededor de un 40%).
Si desde la OCU estiman que el gasto mensual medio en calefacción por el tiempo de teletrabajo es de 53 euros al mes para un sistema a gas, 96 euros si este funciona con gasóleo, y 114 euros en el caso de aparatos eléctricos, su portavoz, Ileana Izverniceanu, admite que “el consumo es mayor en estos meses más fríos”.
Ojo con el termostato
Las claves para resolver el enigma son “un mantenimiento, una temperatura y un aislamiento adecuados”, resume Izverniceanu. Antes de todo, se tendrían que revisar los radiadores para comprobar que el agua circula sin problemas y observar la presión de la caldera cuando esté en frío. Por lo general, esta debe estar entre 1 y 1,5 bares. Asimismo, si la caldera sirve también para calentar el agua sanitaria, hay que cambiarla a modo inverno o calefacción más ACS y ajustar su temperatura de trabajo a 40 o 50 grados, en el caso de un sistema instantáneo, y 55 o 60 grados, si el aparato tiene un acumulador incorporado. Esta última temperatura está recomendada también en el caso de una caldera de condensación.
Otro elemento importante que tiene que funcionar correctamente es el termostato, ya que se trata del dispositivo encargado de regular el encendido y el apagado del sistema de calefacción. Por ello, se puede subir la temperatura y comprobar si la caldera se pone en funcionamiento. Posteriormente, se bajará la temperatura del termostato y se averiguará si el sistema se apaga. Si el termostato es digital, será mejor revisar también el estado de las pilas.
Ahorro de hasta el 20%
“Ya solo con estos gestos se puede reducir el gasto en un 10%”, asegura Izverniceanu. “Pero, sin duda, el mayor ahorro se produce vigilando la temperatura”, añade. En lugar de ir en manga corta y tener la casa a 24 grados, la portavoz de la organización aconseja cubrirse con más ropa y bajar el termostato hasta los 21 grados. En sus palabras, “algo tan sencillo permite ahorrar hasta un 20%”. Izverniceanu subraya también que una temperatura en casa de entre 19 grados y 21 grados es razonable, y que cada grado de más supone un incremento del 7% en el consumo. Por la noche, es aconsejable que en los dormitorios baje entre 15 grados y 17 grados, lo que evita gastar otro 13%.
Tampoco se deberá pasar por alto el hecho de que abrir los radiadores que no se van a utilizar o calentar estancias vacías representa un importante despilfarro. Izverniceanu sugiere también instalar válvulas termostáticas en los radiadores para poder regular la temperatura de cada uno de ellos según las necesidades de la habitación en la que se encuentre.
En lo que a aislamiento se refiere, una de las medidas más efectivas es el cambio de las ventanas, para que tengan rotura de puente térmico (es decir, que estén construidas para impedir que la temperatura fría del exterior se transmita al interior de la vivienda) y doble cristal. Sin embargo, “esta inversión generalmente es muy alta, no se recupera de una forma muy rápida, y es más interesante de acometer cuando se va a hacer algún tipo de reforma en la casa”, según Izverniceanu.
Medidas sencillas
Al respecto, desde la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) estiman que “una vivienda de 90 metros cuadrados reduciría su consumo energético entre un 40% y un 80% gracias a ciertas obras de mejora y mantenimiento, que podrían abaratar 750 euros anuales su factura eléctrica”. Estas serían aislar por el exterior del edificio, sustituir las carpinterías por unas de madera o de PVC (más aislantes que el aluminio), y cambiar los vidrios por unos de mayor espesor, con cámara de aire.
Aun así, existen algunas medidas que pueden ayudar a ahorrar en calefacción y que requieren solo una inversión pequeña, como colocar burletes en puertas y ventanas, es decir, unas sencillas tiras de plástico que, una vez fijadas en las rendijas y en las juntas, taponan la entrada de aire y ayudan a mantener la temperatura interior.
Se evitará también cubrir los radiadores con elementos decorativos o usarlos como secadoras para la ropa, para que la calefacción no tenga que hacer un mayor esfuerzo al ofrecer la temperatura a la que está configurado el sistema, lo que conllevaría un mayor consumo de energía.
Asimismo, no está demás colocar un panel reflectante entre el radiador y la pared para aprovechar y distribuir mejor el calor, y recuperar de esta forma entre un 10% y un 20 % del que se pierde hacia el muro. Utilizar alfombras y cortinas de color oscuro para que absorban la radiación solar, además, ayudará a mantener e, incluso, subir la temperatura de la vivienda. También lo hará usar cortinas dobles como, por ejemplo, una fina que permita a la luz y al calor del sol entrar, y otra más gruesa que no deje pasar el frío nocturno.