Jerome Powell, el hombre al que Biden ha encomendado enfriar la inflación
La confirmación del republicano al frente de la Reserva Federal es recibida con satisfacción por el sector financiero y con críticas por parte de los demócratas progresistas
William McChesney Martin, que dirigió la Reserva Federal (Fed) en la década de los cincuenta, solía decir que su función consistía en retirar las bebidas justo cuando la fiesta empieza a animarse. Es decir, en subir las tasas de interés tan pronto como se constatan indicios de una inflación preocupante. A Jerome Powell, reconfirmado esta semana por el presidente Joe Biden al frente del banco central estadounidense a la espera de la aprobación...
William McChesney Martin, que dirigió la Reserva Federal (Fed) en la década de los cincuenta, solía decir que su función consistía en retirar las bebidas justo cuando la fiesta empieza a animarse. Es decir, en subir las tasas de interés tan pronto como se constatan indicios de una inflación preocupante. A Jerome Powell, reconfirmado esta semana por el presidente Joe Biden al frente del banco central estadounidense a la espera de la aprobación del Senado, también le tocará subir el precio del dinero para domeñar una inflación disparada (el 6,2% en octubre, la tasa más alta en tres décadas). Si el Senado le respalda, Jay Powell, nombrado por Donald Trump en 2017 y cuya idoneidad resulta por tanto dudosa para algunos demócratas, será el aguafiestas en la barra libre de la recuperación económica tras la pandemia.
Fue Trump el que rompió la regla no escrita de reconfirmar en el cargo al responsable de la Fed que se encontrara cada nuevo inquilino de la Casa Blanca, fuera cual fuese la filiación política de aquel. Trump designó a su correligionario Powell en lugar de revalidar a la demócrata Janet Yellen, actual secretaria del Tesoro. Apostando por el republicano que ha encarrilado la economía durante la travesía incierta de la covid, Biden reanuda la vieja costumbre. Con un programa de compra masiva de activos, a razón de 120.000 millones de dólares al mes, y amarrando el precio del dinero en torno al 0% desde marzo de 2020, Powell se ha granjeado el aplauso bipartidista.
Pero algunos demócratas, los de la facción más progresista, recelan de su gestión, temerosos de verse a expensas de un halcón. A la paulatina retirada de estímulos, a partir de este mes, seguirá la subida de los tipos de interés, que algunos expertos apuntan podría producirse tres veces el año próximo en vez de las dos habituales. Un momento delicado en el ciclo de la política monetaria de la Fed.
En la dupla propuesta por Biden, la vicepresidenta de la Fed será la demócrata Lael Brainard, partidaria de una regulación bancaria más estricta y la candidata favorita de los progresistas para dirigir la entidad. La apuesta del mandatario por Powell se explica en buena parte en función de la que puede ser su número dos, y viceversa; un equilibrio posibilista para salvar el trámite del Senado y contentar a los críticos. “Biden optó por la vía de la menor resistencia al nominar a Powell. Descartando a Brainard para el puesto principal, evita en teoría un proceso de confirmación del Senado del que podría salir magullado”, sostiene Will Denyer, de Gavekal Research. La aprobación requiere 60 votos del total de 100 y las dos bancadas están empatadas en escaños.
“Elegir a Powell es sensato, ya que se le considera una mano de hierro en guante de seda. En la política partidista de EE UU, ayuda que Barack Obama lo llevara a la junta de la Fed y Trump lo ascendiera a la presidencia. En estos momentos, habría sido una decisión política y económica osada reemplazarlo: la posibilidad de un accidente aumenta a medida que la Fed intenta controlar la alta inflación mientras mantiene la economía en marcha”, añade Denyer. La firmeza diplomática de su talante se ve corroborada por su fama de hombre de consenso y a la vez resolutivo. Tendrá que serlo en grado sumo para alcanzar los tres objetivos que le ha marcado Biden: mantener baja la inflación, los precios estables y el empleo al alza.
Hijo de un abogado y una matemática, Powell (Washington, 68 años), que se formó con los jesuitas y cuyo abuelo fue decano de la escuela de derecho de la Universidad Católica de América, se doctoró en leyes en Georgetown en 1979 tras hacerlo en Políticas en Princeton cuatro años antes. Fue entonces cuando vivió su primera experiencia política como asistente jurídico del senador republicano Richard Schweiker, que intentó sin éxito concurrir a la Casa Blanca en las primarias de 1976 como par de Ronald Reagan. Tras ese episodio se dedicó al mundo de las finanzas, como banquero de inversión, con una breve incursión en la Administración como subsecretario del Tesoro bajo el mandato de George Bush padre, en 1992. Tras ingresar en la junta de gobernadores de la Fed en 2012, en febrero de 2018 fue confirmado por el Senado como 16º presidente de la institución.
David Page, jefe de investigación macro de la gestora de fondos AXA Investment Managers, atribuye a Powell el mérito de la recuperación exprés de EE UU. “El apoyo [de la Fed] ha resultado muy exitoso y es uno de los factores que explican por qué EE UU recuperará su nivel prepandémico en poco tiempo. Ahora Powell afronta el desafío de la retirada de estímulos, pero no es el primero: antes de la pandemia, también vivió un reto considerable en los últimos años de la presidencia de Trump, con críticas y presión por parte del presidente. Jay Powell superó muy bien esa fase. Y la Fed hizo frente a presiones políticas que en otras economías podrían haber debilitado significativamente la institución”. Page se refiere a unos meses de nerviosismo en los mercados, entre 2018 y 2019, cuando Trump llegó a consultar a sus asesores la posibilidad de despedirlo, después de afirmar en Twitter que Powell era “el único problema” de la economía de EE UU. El aludido respondió al desplante asegurando que no dimitiría ni aunque el presidente se lo pidiera.
La unanimidad que concita Powell contrasta con las críticas del ala izquierdista demócrata. O las descalificaciones, como la que la senadora Elizabeth Warren, que ya ha anunciado su voto en contra, le ha dedicado: “Un hombre peligroso”. “Los cambios en la regulación bancaria han provocado las críticas de los demócratas más a la izquierda, pero por ahora ese no es un problema importante, ya que la estabilidad financiera ha mejorado sensiblemente”, continúa Page. Warren votó también en contra de Powell en su proceso de confirmación en un comité del Senado en 2017. El resultado de ese trámite fue un espaldarazo para Powell (22 votos favorables), pero dejó en evidencia a Warren, el único contrario.
Frente a las críticas negativas, el analista recuerda lo determinante que ha resultado en la apuesta de Biden el apoyo brindado a Powell por Janet Yellen. “Quién mejor que la secretaria del Tesoro para valorarlo, no sólo como responsable de Economía del país, sino también porque ocupó la presidencia de la Fed y conoce los roles, las responsabilidades y las funciones de ese cargo. Su respaldo tuvo un gran peso” en la decisión de Biden, añade el analista de AXA.
Page también valora la rapidez con que Powell actuó para zanjar el escándalo provocado por las operaciones bursátiles de dos presidentes regionales en 2020, un conflicto de intereses que empañó la credibilidad de la institución. “Los presidentes [implicados] ya no están en el cargo, y se está realizando una revisión [del código ético] a más largo plazo”.
Una coyuntura mudable (nuevas variantes del virus, gran atasco global, consumo acelerado y millones de empleos vacantes: distorsiones heredadas de la pandemia) puede complicar la hoja de ruta de Powell los próximos cuatro años. “Los mayores desafíos que afrontará serán los que no podemos prever. Pero la Fed con Powell ha demostrado que puede responder de manera bastante flexible a elementos extremos. Creo que otro de los retos será la formulación de políticas ante la evidencia de cambios estructurales, por ejemplo, en el mercado laboral”, subraya Page, quien señala otro factor desestabilizador: los cambios en los hábitos de consumo, con una demanda mayor que antes, superior en ocasiones a una oferta asfixiada por los cuellos de botella, con consecuencias en la inflación al menos en los dos próximos trimestres. Sobre todo si Powell se mantiene firme en su creencia de que la economía todavía tiene espacio para crecer y la inflación se desvanecerá.
Las actas de la última reunión de la Fed confirmaron que el escenario “temporal” sigue siendo la principal hipótesis de trabajo, pero también que la confianza en esa posibilidad ha disminuido desde el verano. Algo que el primer responsable de la Fed en 40 años que no es licenciado en Económicas, de carácter estoico como buen ciclista ―ha pedaleado incluso para ir al trabajo―, tiene más presente que nunca: si fue difícil navegar la procelosa pandemia, lo será también evitar que la gran locomotora que es la economía estadounidense coja demasiada velocidad y descarrile.