Hojas de piña para vestir a la moda

Una emprendedora española desarrolla Piñatex, un material sostenible y alternativo al cuero para el sector textil

Filipinas es el tercer productor de piña del mundo.

Cuando la española Carmen Hijosa destacaba en el diseño, la manufactura y la exportación de productos de cuero, lo dejó todo. Tras 15 años curtida en el sector, ideó un material procedente del filamento de las hojas de piña para lanzar un producto ecológico e innovador. “Respeto la tierra y a las personas”, dice esta asturiana afincada en Londres, desde donde dirige Ananas Anam. La empresa ha desarrollado Piñatex, un tejido alternativo al cuero y que ha impulsado la economía local de diversas comunidades empobrecidas...

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Cuando la española Carmen Hijosa destacaba en el diseño, la manufactura y la exportación de productos de cuero, lo dejó todo. Tras 15 años curtida en el sector, ideó un material procedente del filamento de las hojas de piña para lanzar un producto ecológico e innovador. “Respeto la tierra y a las personas”, dice esta asturiana afincada en Londres, desde donde dirige Ananas Anam. La empresa ha desarrollado Piñatex, un tejido alternativo al cuero y que ha impulsado la economía local de diversas comunidades empobrecidas de Filipinas, el tercer productor de piña del mundo. Con una facturación de 275.000 libras esterlinas (306.166 euros), es el único distribuidor y fabricante de este material. Su oficina central se encuentra en Londres y da trabajo a 15 personas. El año pasado sus pérdidas fueron cuantiosas en relación a su facturación, de 451.000 euros por los costes operativos y gastos administrativos.

Tras el mango, la piña es la segunda fruta tropical de mayor producción mundial con más de 25 millones de toneladas. Por cada 16 unidades se acumulan casi 500 hojas, según los cálculos de Ananas Anam. Esto equivale a un metro cuadrado de Piñatex. “Hemos creado una industria que era inexistente, usando métodos industriales de bajo impacto para dar un mayor valor a la vida de los agricultores”, apunta. Y el resultado es un material suave y flexible, pero muy duradero y que se aplica al calzado, ropa, accesorios de moda, mobiliario de interiores y tapicería para automóviles. La compañía, fundada en 2013, se encarga de la extracción y el tratamiento de la fibra de la hoja de la piña en Filipinas y de su traslado hasta Barcelona, donde se lleva a cabo el proceso de acabado. El metro lineal de producto ronda los 50 euros, algo más si el tejido se termina en color plateado u oro.

Hijosa, que cuenta con la patente, intenta sensibilizar sobre los problemas de la producción textil masiva y es la primera en enseñar su producto, venderlo y, sobre todo, explicarlo. Ananas Anam dice apostar por modelos sostenibles para las personas y contra la destrucción del medio ambiente por parte de la industria textil. Con esta carta de presentación ha colaborado, sin embargo, con Puma y Hugo Boss. “No ha sido difícil convencer a las grandes marcas. Hay tanta concienciación que están buscando alternativas, aunque eso no significa que vayan a cambiar [su forma de hacer negocio], pero están intentándolo”, asegura Hijosa.

Carmen Hijosa, emprendedora.

La aparición de Piñatex se ha convertido en una nueva fuente de ingresos para algunos campesinos filipinos que ya no sólo dependen de la cosecha estacional de la piña y de las condiciones climáticas. “Es necesario que se sigan unos tiempos, unas proyecciones, unas pruebas… Si queremos que tengan mejores ingresos debemos ayudarlos para que puedan generar un mayor volumen de producto”, explica Hijosa. Estas comunidades vieron, de un día para otro, que podían sacar partido a una materia prima que antes se pudría al sol. Los agricultores son ahora parte esencial de esta alternativa sostenible al cuero.

“Tenemos la capacidad de ayudar a la gente en todos los escalafones, empezando por el agricultor y finalizando en el consumidor”. La industria textil ya no es ajena a las preguntas sobre trazabilidad. Se quiere conocer de dónde viene el producto, “la gente paga más si cree en él”, apunta.

Hijosa quiere promover su marca sin comprometer sus estrategias ecológicas, sociales y culturales en un mercado definido por la acumulación de poder. “No trabajo por el dinero, sino por la visión. Y cuando la gente se dé cuenta de eso, llegará el cambio”.

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