Columna

Por qué se crece más sin Gobierno

El déficit aumenta, no disminuye. Por eso, los ‘hombres de negro’ vendrán a Madrid

El pasado miércoles, a punto de morir la primera parte del debate de investidura, se conoció el dato de la evolución del déficit público de los siete primeros meses del año: el desequilibrio de las cuentas públicas se ha disparado un 20% más que en el mismo periodo de 2015. El déficit aumenta, no disminuye: lo contrario de lo que presume el Gobierno. Por eso éste no lo hizo público hasta una hora en la que la cifra no podía ser utilizada parlamentariamente por la oposición (como 48 horas después hizo...

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El pasado miércoles, a punto de morir la primera parte del debate de investidura, se conoció el dato de la evolución del déficit público de los siete primeros meses del año: el desequilibrio de las cuentas públicas se ha disparado un 20% más que en el mismo periodo de 2015. El déficit aumenta, no disminuye: lo contrario de lo que presume el Gobierno. Por eso éste no lo hizo público hasta una hora en la que la cifra no podía ser utilizada parlamentariamente por la oposición (como 48 horas después hizo con la propuesta de José Manuel Soria para el Banco Mundial). Pero sobre todo he aquí una explicación (hay otros factores) de por qué la economía española crece más que la media europea y genera empleo: porque no está tan embridada como la de los demás países. Porque tiene más déficit público.

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España es uno de los países que más crece y el segundo de la eurozona (detrás de Grecia) que más déficit público practica. Como el Gobierno está en funciones y existe la posibilidad de una tercera tanda electoral, no aprieta tanto como Luis de Guindos se comprometió con Bruselas. Eso se lo deja, irresponsablemente, al próximo Ejecutivo sea del signo que sea. Tantas palabras del candidato a presidente, Mariano Rajoy, sobre la evolución de la economía española, sin decir las más importantes: España crece más porque tiene más déficit. Este ha llegado al 2,6% del PIB en el periodo enero a julio, mucho más de lo que se aprobó en los Presupuestos Generales del Estado 2016 para todo el año.

Sea cual sea el próximo Ejecutivo, no podrá aplicar el programa electoral con el que acudió a las elecciones del 20 de diciembre, que era prácticamente similar al de las elecciones del 26 de junio. ¿Por qué? Porque unos días después de éstas cambiaron las reglas del juego con Bruselas. A cambio de librarse de una multa por los continuos incumplimientos de los objetivos de déficit (ni un solo año de la legislatura PP los gobiernos de Rajoy se ajustaron a lo previsto), la economía española entra en un sistema de vigilancia reforzada, con la política económica bajo tutela de la Comisión Europea. Algo así como los antiguos hombres de negro, de nuevo por Madrid. Además, ha de llegar a un objetivo de déficit del 2,2% del PIB a finales de 2018 (lo que significa que desde finales de este año hasta esa fecha, nuestro país habrá de hacer un esfuerzo fiscal —combinación de más ingresos y menos gastos— de unos 24.000 millones de euros). Y además es una obligación imperiosa: de no lograrlo, se congelarán fondos europeos por valor de 1.000 millones de euros y se pagará una multa, esta vez sin amnistía, de 5.500 millones, lo que agravaría todos nuestros problemas.

El Ejecutivo tiene que hacer las cuentas públicas de abajo arriba. Según Rajoy, de cada 100 euros de dinero público que se gasta el Estado, 63 corresponden a gasto social. Su distribución es la siguiente: 26 euros a pensiones (9,5 millones de pensionistas gastan anualmente 130.000 millones de euros), 14 euros a sanidad, nueve a educación, ocho a otros gastos sociales, y seis a la protección por desempleo. Cómo escuchar que van a bajar los impuestos sin tener una sensación de estafa.

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