Análisis:ANÁLISIS

Nuevas parejas de baile

Lo que se vislumbraba ya es carne de análisis: que, en tiempos duros, a la Cultura le sobra parné. También a las demás materias de gobierno -vale, todos los ministerios sufren apretón- pero ¿cómo diantres quitarle dinero a los bienes del espíritu? Pues sacando de la chistera, ¡zas!, nuevas parejas de baile. Nuevas y menos numerosas, a poder ser. Por ejemplo, en vez de tres direcciones generales, pongamos dos. Nadie va a escandalizarse, y menos si, como va pareciendo, hay un siesnoés de síndrome de Estocolmo del personal cultural ante el tándem Wert-Lassalle. Que, dicho sea con todas las pruden...

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Lo que se vislumbraba ya es carne de análisis: que, en tiempos duros, a la Cultura le sobra parné. También a las demás materias de gobierno -vale, todos los ministerios sufren apretón- pero ¿cómo diantres quitarle dinero a los bienes del espíritu? Pues sacando de la chistera, ¡zas!, nuevas parejas de baile. Nuevas y menos numerosas, a poder ser. Por ejemplo, en vez de tres direcciones generales, pongamos dos. Nadie va a escandalizarse, y menos si, como va pareciendo, hay un siesnoés de síndrome de Estocolmo del personal cultural ante el tándem Wert-Lassalle. Que, dicho sea con todas las prudencias, tienen todo el aspecto de una elección sensata por parte de Rajoy, vaya por Dios, aquí está otra vez el síndrome dichoso. Una primera leída al BOE dejaba perplejo: "Dirección General de Políticas e Industrias Culturales y del Libro", "Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas". ¿Dónde había ido a parar la vieja Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del eterno superviviente Rogelio Blanco? Al limbo de las nomenclaturas y, claro, de los ahorrillos. Que según el secretario de Estado de Cultura, pueden ser ahorrazos. ¿Y Bellas Artes? ¿Unida con pegamento Imedio a Archivos y Bibliotecas? Todo es cuestión, según el secretario de Estado, de racionalizar los recursos, y solo cabe esperar un tiempo razonable, darle el beneficio de la duda y comprobar qué resultados arroja este triple salto mortal (triple por lo de las tres exdirecciones generales, ahora reconvertidas en dos). Ahora bien, sonar raro, suena.

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Sí hay una intuición que casi huele huele a certidumbre: ese paquebote aglutinador de industrias, políticas y libros será el territorio preferente de actuación de este Gobierno en materia cultural. Mecenazgo, derechos de autor, propiedad intelectual, comercio digital del libro... una hidra administrativa cuyo coordinador se llamará... ah, esa es ya otra historia. Pero en su pupitre ya se amontonan los deberes.

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