EMILIO BOTÍN | LA IMAGEN

El momento gallego de un cántabro

Botín casi siempre aparece en las fotos quitándose la chaqueta o bajándose del coche, quizá quitándose el coche o bajándose de la chaqueta, le estorba todo lo que disminuya su velocidad de crucero. A Botín le pones una camisa de fuerza y le vuelves loco. Sin embargo, tendríamos dificultades para decidir si en esta imagen se viste o se desviste, ya que el fotógrafo lo ha cogido en ese instante gallego, en el que incurrimos todos en algún momento de la vida, de duda patafísica. ¿Estábamos entrando o saliendo, subiendo o bajando, casándonos o divorciándonos, dando órdenes o recibiéndolas? ¿Estába...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Botín casi siempre aparece en las fotos quitándose la chaqueta o bajándose del coche, quizá quitándose el coche o bajándose de la chaqueta, le estorba todo lo que disminuya su velocidad de crucero. A Botín le pones una camisa de fuerza y le vuelves loco. Sin embargo, tendríamos dificultades para decidir si en esta imagen se viste o se desviste, ya que el fotógrafo lo ha cogido en ese instante gallego, en el que incurrimos todos en algún momento de la vida, de duda patafísica. ¿Estábamos entrando o saliendo, subiendo o bajando, casándonos o divorciándonos, dando órdenes o recibiéndolas? ¿Estábamos dormidos o despiertos? Cuesta imaginarse a Botín dormido. Después de todo, este señor es una concreción del mercado, y los mercados no duermen jamás; otra cosa es que adopten formas humanas para transmitir órdenes a los presidentes de los Gobiernos y ministros de Economía. Se encarnan, pues, se hacen carne, sí, al modo del verbo, y habitan entre nosotros, hasta nos crucifican. En lo de crucificarnos parecen cristos inversos, qué le vamos a hacer, esa es su misión en la Tierra. En todo caso, da envidia la energía con la que Botín se pone o se quita la chaqueta, como en un movimiento de yudo o de kung fu, a la velocidad con la que Alonso, su patrocinado, da una vuelta a la pista en el Ferrari. Hasta el fiel empleado que aparece a su espalda parece dudar de si debe ayudarle a cubrirse o a descubrirse. Tiene el pobre cara de qué hago, como si aún no fuera capaz, pese a la cantidad de trienios que lleva escritos en la frente, de adivinar los movimientos de su jefe.

Emilio Botín, banquero.PABLO HOJAS

Sobre la firma

Archivado En