Análisis:Desafío en la Red

Libertad y seguridad

Estos últimos días, el Gobierno chino ha preparado esta crisis con la emisión reiterada de un mensaje: quien pierde en esta guerra es Google, China puede vivir sin él. Si bien es cierto que perder Google.cn supondrá una merma en las expectativas y la cartera de ingresos de la empresa en el país, la imagen de una China abriéndose a las nuevas tecnologías queda seriamente lesionada al presentar un Gobierno que, en realidad, las teme por el espacio de libertad que abren.

Si la imagen de China se deteriora, ofreciendo su lado más ruin y liberticida, la de Google se agiganta ante la comunida...

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Estos últimos días, el Gobierno chino ha preparado esta crisis con la emisión reiterada de un mensaje: quien pierde en esta guerra es Google, China puede vivir sin él. Si bien es cierto que perder Google.cn supondrá una merma en las expectativas y la cartera de ingresos de la empresa en el país, la imagen de una China abriéndose a las nuevas tecnologías queda seriamente lesionada al presentar un Gobierno que, en realidad, las teme por el espacio de libertad que abren.

Si la imagen de China se deteriora, ofreciendo su lado más ruin y liberticida, la de Google se agiganta ante la comunidad internauta mundial y, particularmente, deja en una posición incómoda a otras compañías estadounidenses que, sometidas igualmente a la censura, cohabitan sin reproches con ella en aquel país. Google deja de censurar su buscador en China y ante la probable respuesta del Gobierno, redirige las consultas a su buscador en Hong Kong. Ahora toma más importancia la inversión de Google en un cable submarino entre Estados Unidos y Japón que le permitirá agilizar la gestión de sus servicios en la zona.

China ofrece su cara liberticida; Google se agiganta ante los internautas
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Pero no sólo se trata de la libertad de expresión. Cuando Google anunció que se iría de China dio dos argumentos: la censura y la inseguridad informática. El que un ciberataque desde China a su servicio de correo Gmail hubiera alcanzado a importantes empresas estadounidenses evidenciaba la fragilidad de la propuesta, entre otros de Google, de que las empresas y los ciudadanos emigren a la nube de Internet y dejen de residenciar en sus ordenadores documentos, archivos y mensajes. Una nube que gestiona, entre otros, Google y para la que lanzará un sistema operativo propio. Una nube que no puede ser vulnerable.

Pero en esta crisis hay un importante perdedor: los ciudadanos chinos a quien su Gobierno les impone un Internet censurado e intenta tapar todas sus fisuras. Una batalla ciudadana que, sin embargo, no termina hoy.

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