Columna

Con el agua al cuello

"Grecia no está con el agua al cuello". Esta protesta de Christine Lagarde, ministra francesa de Economía, simboliza la reacción común frente al desarrollo de la crisis helena. En efecto, si comparamos las necesidades de financiación griegas (un poco más de 60.000 millones, este año) con el conjunto del producto interior de la UE, o incluso con el de la zona euro, queda claro que las sumas no justifican en absoluto la inquietud ante un posible impago por parte de Grecia. Siempre que entre en acción la solidaridad europea, claro está. Sin embargo, a través del caso griego, lo que está en juego ...

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"Grecia no está con el agua al cuello". Esta protesta de Christine Lagarde, ministra francesa de Economía, simboliza la reacción común frente al desarrollo de la crisis helena. En efecto, si comparamos las necesidades de financiación griegas (un poco más de 60.000 millones, este año) con el conjunto del producto interior de la UE, o incluso con el de la zona euro, queda claro que las sumas no justifican en absoluto la inquietud ante un posible impago por parte de Grecia. Siempre que entre en acción la solidaridad europea, claro está. Sin embargo, a través del caso griego, lo que está en juego no es sólo la suerte de una parte de Grecia, sino también la del euro y, por tanto, la de la construcción europea.

La zona euro sufre la ausencia de un marco jurídico para afrontar las crisis

A finales de la semana pasada, el Wall Street Journal contaba que los responsables de varios grandes hedge funds, entre ellos el inevitable George Soros, habían decidido durante una cena en Nueva York lanzar una ofensiva contra el euro, pues consideran que esta moneda podría caer hasta alcanzar la paridad con el dólar. Increíble época ésta, en la que nos encontramos a merced de unos cuantos especuladores, cuando éstos ya tuvieron una importante parte de responsabilidad en el desencadenamiento de la crisis financiera mundial. Es cierto, no obstante, que estos especuladores, y especialmente Soros, se amparan en sus obras de caridad... Como también lo es que no les faltan argumentos cuando señalan que la zona euro sufre la ausencia de una reglamentación y un marco jurídico que le permita hacer frente a las dificultades.

Una paradoja suplementaria por parte de unos gigantes de la especulación que luchan contra todo proyecto de regulación del mercado financiero internacional, como por ejemplo el que Francia y Alemania propusieron durante las reuniones del G-20. En todo caso, la perspectiva que se abre a partir del eslabón débil que constituye Grecia y la posibilidad de que a continuación se produzcan ataques contra España, Portugal e Italia, obliga a los europeos a reaccionar y a unirse más.

La ausencia de unidad en la dirección de las políticas económicas y financieras explica las vacilaciones, y se ha traducido en otro hecho acusador contra los europeos: es el Congreso estadounidense, y no una instancia europea, el que va a instruir una investigación contra los manejos de Goldman Sachs, que se supone ayudó al anterior Gobierno griego a maquillar sus cuentas...

Por ahora, Christine Lagarde ha confirmado que hay conversaciones en curso entre los europeos, y antes entre alemanes y franceses, para, a través de las instituciones privadas y públicas, asegurarse de que Grecia encuentra la financiación que necesita.

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Por otra parte, la ministra francesa se manifestó a favor de la prohibición de los CDS, unos instrumentos financieros utilizados por los inversores para protegerse contra los riesgos de impago de los países prestatarios. Es, en efecto, a través de esos instrumentos como actúan los especuladores. Tras haber atacado el euro, se vuelven ahora contra la libra esterlina, y aparentemente con el mismo objetivo: depreciar la libra hasta la paridad con el dólar. Es cierto, también aquí, que si observamos el déficit británico, en 2010 éste debería alcanzar el 12,5% del PIB, es decir, exactamente el mismo porcentaje que Grecia. Los británicos van a descubrir a su vez el cruel dilema ante el que se encuentran los Gobiernos europeos: a cambio de su ayuda, los países europeos, y especialmente Alemania, piden a Grecia un esfuerzo drástico y difícil para reducir su déficit a marchas forzadas; más allá de Grecia, todos los países están en mayor o menor medida confrontados a esas exigencias. En cambio, el FMI preconiza la mayor prudencia, pues una reducción demasiado rápida de los déficits y una política de contracción de la demanda podrían dar al traste con el comienzo de la recuperación y, por tanto, imposibilitar la salida de la crisis.

Más que nunca, por tanto, la dirección de las políticas económicas va a exigir una buena dosis de sabiduría y habilidad. Más que nunca, el estrechamiento de los lazos en la Unión Europea es una absoluta necesidad. ¿Acaso no prometió el mismo Peter Mandelson -junto a David Miliband, el único verdadero europeísta del Gobierno británico, es cierto- que un día Reino Unido adoptaría el euro? Mientras, lo urgente es reforzar la moneda europea y, para ello, poner en marcha los dispositivos de ayuda necesarios para que Grecia supere su etapa más difícil.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

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