Cartas al director

Derechos de autor

Juan Carlos Rodríguez Ibarra nos dicta en su artículo del lunes 4 de enero lo que puede y no puede ser la Propiedad Intelectual. Confío en que sus clases como catedrático de Filología Hispánica en la Universidad de Extremadura tengan más nivel.

No voy a perder ni un solo minuto en discutir sus falaces argumentos, habla como internauta "sobrevenido", aunque le supongo larga experiencia, y se dirige a un lector que mayoritariamente sabe que se pueden comprar las canciones de Joaquín Sabina una a una.

Parece tener obsesión malsana con la SGAE cuando, con toda seguridad sabe, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Juan Carlos Rodríguez Ibarra nos dicta en su artículo del lunes 4 de enero lo que puede y no puede ser la Propiedad Intelectual. Confío en que sus clases como catedrático de Filología Hispánica en la Universidad de Extremadura tengan más nivel.

No voy a perder ni un solo minuto en discutir sus falaces argumentos, habla como internauta "sobrevenido", aunque le supongo larga experiencia, y se dirige a un lector que mayoritariamente sabe que se pueden comprar las canciones de Joaquín Sabina una a una.

Parece tener obsesión malsana con la SGAE cuando, con toda seguridad sabe, existen diferentes sociedades de gestión que agrupan a compositores, músicos, cantantes, cineastas, actores, pintores... y a la patronal de todo eso: dueños de películas y otros soportes protegidos por leyes internacionales de propiedad intelectual, que nuestros Gobiernos han ratificado desde mucho antes que Rodríguez Ibarra fuese presidente. Ninguna de las profesiones arriba citadas está en contra de que se utilice su música, sus películas, sus esculturas... (por cierto, ¿sabe que si esa escultura que mira tan arrobado fuese vendida por un precio superior al que la compró el ayuntamiento, el artista debe percibir un porcentaje de la venta?). Lo que prefieren los creadores es que no les roben su trabajo. Nada más.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Mire, simplificando, es como si usted pasa a cobrar su nómina y el cajero le dice que le han tenido que restar el 60%, por ejemplo, porque ése es el porcentaje de sus alumnos que se niega a pagar su matrícula al grito de ¡gratis total.

Archivado En