Blanco tropical

Produce sonrojo recordar aquella época en la que viticultores y bodegueros se lanzaron a la conquista del mercadomediante el manido recurso de varietales foráneos como cabernet y chardonnay. La consecuencia más grave fue la casi desaparición de variedades autóctonas. A la maravillosa verdejo se la quiso redimir con la sauvignon blanc, cuando la primera puede superar con creces a la segunda en tierras castellano-leonesas. Algo peor ocurrió con la garnacha blanca. Cuesta imaginar que estuviera a punto de desaparecer. Venturosamente, el camino iniciado por Bárbara Forest está cada vez más transi...

Produce sonrojo recordar aquella época en la que viticultores y bodegueros se lanzaron a la conquista del mercadomediante el manido recurso de varietales foráneos como cabernet y chardonnay. La consecuencia más grave fue la casi desaparición de variedades autóctonas. A la maravillosa verdejo se la quiso redimir con la sauvignon blanc, cuando la primera puede superar con creces a la segunda en tierras castellano-leonesas. Algo peor ocurrió con la garnacha blanca. Cuesta imaginar que estuviera a punto de desaparecer. Venturosamente, el camino iniciado por Bárbara Forest está cada vez más transitado. Un buen ejemplo, Ilercovina 2008, fruto del entusiasmo de tres amantes del vino, Joan Bautista Arrufí, Jordi Casadó y Xavier Arraya, buenos y exigentes bebedores que en 2001 se aventuran en el mundo de la elaboración en su bodega Altavins Viticultors. A partir de una pequeña viña, con cepas de 46 años, logran un blanco con personalidad, en el que destaca su compleja gama aromática: frutos tropicales maduros sobre fondo herbáceo amenizados por recuerdos florales. Paladar fresco, largo e intenso. El grado alcohólico confiere estructura e interesantes perspectivas evolutivas.