Blanco y con roble

Salnés y albariño, tiempo de vino y piedra. Aquí, donde la geometría del viñedo y los sembradíos alterna y contrasta con la cantería, se da la mayor concentración de pazos: Barrantes, Señorans, Zárate, o la estampa palaciega de Fefiñanes. Una demanda creciente ha disparado el precio de este vino notable, de portentoso aroma frutal y amplitud sápida, que le permite competir con los grandes blancos del mundo. Y en Rías Baixas se batalla duro por colocarlo en su lugar. Pero lo efímero de algunos vinos y el dominio abusivo, artificioso, de algunos aromas frutales ha podido crear cierto cansancio e...

Salnés y albariño, tiempo de vino y piedra. Aquí, donde la geometría del viñedo y los sembradíos alterna y contrasta con la cantería, se da la mayor concentración de pazos: Barrantes, Señorans, Zárate, o la estampa palaciega de Fefiñanes. Una demanda creciente ha disparado el precio de este vino notable, de portentoso aroma frutal y amplitud sápida, que le permite competir con los grandes blancos del mundo. Y en Rías Baixas se batalla duro por colocarlo en su lugar. Pero lo efímero de algunos vinos y el dominio abusivo, artificioso, de algunos aromas frutales ha podido crear cierto cansancio entre los consumidores exigentes. Situación absurda si tenemos en cuenta que éste es de los pocos varietales autóctonos que pueden permitirse el lujo de una crianza en depósito o madera, ganando en nobleza y profundidad.

Así lo ha entendido Marisol Bueno, propietaria de Pazo de Señorans. Tras varios años intentándolo, al fin ofrecen un blanco con ligera crianza en roble, Sol de Señorans, en justo homenaje a la que fuera durante 21 años presidenta del Consello Regulador. Nariz fresca y limpia, con matices avellana, melocotón y madreselva, junto a ligeros tonos florales, apenas realzados por una nota a vainilla. Aunque un poco ligero de cuerpo, tiene una textura y bouquet elegantes, y vivaz la acidez. Un toque mineral aporta algo de complejidad al posgusto.