El guerrillero que salvó a Lizcano augura el fin de las FARC

Wilson Bueno, Isaza, el guerrillero de 28 años que huyó de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y devolvió a la libertad al ex congresista Óscar Tulio Lizcano, tenía una orden de sus superiores: matar al rehén en caso de una operación militar. Se la habían repetido la mañana del jueves, día en que escaparon del campamento: "Nos están cercando; en caso de algo ya sabe qué hacer...". Pero él ya le había advertido a Lizcano: "Si llega el Ejército se me pega a mí; yo a usted no le hago nada".

Lo contó Isaza ayer en una conferencia de prensa. "Las FARC van a desapare...

Wilson Bueno, Isaza, el guerrillero de 28 años que huyó de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y devolvió a la libertad al ex congresista Óscar Tulio Lizcano, tenía una orden de sus superiores: matar al rehén en caso de una operación militar. Se la habían repetido la mañana del jueves, día en que escaparon del campamento: "Nos están cercando; en caso de algo ya sabe qué hacer...". Pero él ya le había advertido a Lizcano: "Si llega el Ejército se me pega a mí; yo a usted no le hago nada".

Lo contó Isaza ayer en una conferencia de prensa. "Las FARC van a desaparecer", piensa este hombre de pocas palabras, de hablar campesino, concreto en sus respuestas. "Son un grupo muy reducido y sin un oriente político... son unos guerrilleros sin moral y en descomposición interna".

Isaza y Lizcano, que pasó ocho años secuestrado, fueron rescatados el domingo por el Ejército, que tenía vigilado el campamento y arropó a los dos hombres en su huida. Ayer llegó a Bogotá con chaqueta y pantalón nuevos. Un parche cubre su ojo izquierdo, que perdió en combate hace cinco años; las cicatrices le marcan media cara. De sus 12 años en las FARC fue categórico: "Fue un tiempo perdido". Y se dirigió a sus ex compañeros: "De todo corazón les digo desmovilícense, dense una oportunidad de reencontrarse con su familia, volver a la sociedad y volver a la vida".

Hacía tres meses que era jefe de la guardia que custodiaba a Lizcano. Se conmovió por su situación de aislamiento. Era su paisano, había oído hablar de él a su madre. "Me daba pesar porque necesitaba mucha ayuda, jugábamos ajedrez, me contaba anécdotas, yo le contaba cosas. Y así fue fluyendo hasta que llegó el momento que, con tanta aguantada de hambre y la presión del Ejército, le dije que nos fugáramos. Le pregunté si estaba dispuesto a caminar y él me dijo que por su libertad caminaba lo que fuera necesario". Entonces organizó la guardia para que les diera tiempo de cumplir sus planes: "20 minutos para salir al camino y tirarnos al monte. Tres horas después se dieron cuenta". Fueron tres días de zozobra. El sábado Lizcano no podía andar. "Me tocó alzarlo".

Es la primera vez que un carcelero entrega a su rehén. Las autoridades estudian los beneficios jurídicos a los que podría acogerse y la recompensa que recibirá, que podría rondar los 300.000 euros. Isaza dijo que comprará una casa a su familia y que analiza la posibilidad de marcharse a Francia con su novia, una guerrillera que se había desmovilizado seis meses antes. Su vida corre peligro en Colombia.

El presidente Álvaro Uribe dijo ayer que seguirán trabajando "con paciencia" para encontrar a Alfonso Cano, jefe máximo de las FARC, que, según las autoridades, fue herido hace dos meses en un combate en el centro del país.